Fuego, sequía, huracanes e inundaciones: ¿Cómo fueron los fenómenos meteorológicos extremos de 2018?.

«Cada vez que llueve recibo un correo electrónico del director de obras públicas. Me traen sacos de arena y hago todo lo que puedo». Son las palabras de Betsy Ann Cowley, propietaria del terreno de Pulga Town, donde comenzó el incendio de Camp Fire en California, EEUU.

Una hora antes de Nochebuena, Cowley compartía con este medio su angustia. Desde que se produjo el fuego en noviembre vive con el temor a que un desprendimiento o una riada se lleve todo el cañón. El informe final del Equipo de Respuesta de Emergencia de la Cuenca de California alerta del peligro de inundación del pueblo de Pulga.

De darse fuertes precipitaciones, hay «riesgo para la vida» de los residentes. No queda ni rastro de la vegetación original y las características del suelo no hacen de la zona un lugar seguro. Los puentes y las vías de evacuación tampoco están en las mejores condiciones.

«No quiero causarle estrés, pero necesita estar lista para buscar un terreno más alto rápidamente», son las recomendaciones que le llegan por teléfono cuando amenazan las lluvias.

El incendio de Camp Fire que se produjo en noviembre fue el más destructivo y mortífero de toda la historia de California. 85 personas perdieron la vida. Se quemaron 620 kilómetros cuadrados de terreno, un área mayor a todo el término municipal de Madrid. El fuego destruyó 14.000 hogares y los daños ascienden a 9.000 millones de euros.

Sin embargo, no fue el único incendio de grandes proporciones de este año en California. En esa misma fecha, algo más al sur, el incendio de Woolsey Fire arrasó 392 kilómetros cuadrados de superficie. Murieron tres personas y las pérdidas se cuentan en 2.600 millones.

Desastre

Aunque un acontecimiento fortuito desencadenó el desastre, el calor, la falta de lluvia, la sequedad de los bosques y el viento de la zona contribuyeron a su propagación e hicieron difícil su extinción.

Según un informe de la ONG británica Christian Aid publicado este miércoles, la precipitación de la región ha sido claramente inferior a la media para este año. El estudio indica que el área quemada al oeste de EEUU se ha duplicado en los últimos 30 años, un hecho que para los científicos está relacionado con el cambio climático.

«El mensaje de nuestro informe es que el cambio climático está afectando a las personas en todas partes, incluso en los países más ricos del mundo. Ya nadie está a salvo» ha afirmado a EL MUNDO Kat Kramer, delegada mundial sobre cambio climático de Christian Aid.

Las temperaturas de 2018 han sido inusuales. El dato lo confirma la Organización Meteorológica Mundial (OMM), que en su informe anual calificaba los últimos cuatro años como los más calurosos de la Historia reciente.

Japón, por ejemplo, ha sufrido uno de los veranos más cálidos que recuerda el país, con olas de calor que provocaron 30.000 ingresos hospitalarios por insolación y cientos de muertes. Además, tras las altas temperaturas vinieron fuertes lluvias e inundaciones por todo el país. Murieron 230 personas. Las aseguradoras han calculado las pérdidas en casi 5.000 millones de euros.

Ciudad del Cabo

En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, la sequía que se vive desde 2015 he llevado a la población al límite en 2018. Las autoridades incluso se prepararon para el llamado «día cero», momento en que se cerraría definitivamente la llave de paso del suministro municipal de agua.

El plan preveía el corte para el 75% de los grifos de la urbe y el abastecimiento de sus casi cuatro millones de habitantes estaba programado para darse en tan sólo 22 puntos de agua.

Afortunadamente, antes de que esto ocurriera, las estrictas medidas de ahorro redujeron el consumo a la mitad y las restricciones de este bien, que es indispensable para la vida, empezaron poco a poco a disiparse. La sequía le costó al país algo más de mil millones de euros.

Calentamiento global

El calentamiento global producido por la emisión de gases de efecto invernadero, dice el informe de Christian Aid, está detrás de todos estos acontecimientos. Este estudio recopila casi una centena de referencias que relacionan fenómenos meteorológicos extremos y cambio climático por todo el globo terrestre.

Alberto, Chris, Ernesto, Florence, Gordon, no son sólo nombres de personas, sino de ciclones tropicales. Cada año, las distintas autoridades meteorológicas preparan la lista de apelativos que usarán para designar a cada uno de ellos. 2018 será recordado por el devastador huracán Florence, que a finales de agosto adquirió la categoría 4, con vientos de hasta 220 kilómetros por hora.

Su impacto se sintió desde Cabo Verde hasta la costa oeste de Estados Unidos. Murieron 51 personas y los daños materiales fueron de 15.000 millones de euros.

Menos costoso en términos económicos (13.000 millones de euros), pero algo más letal en cuanto a número de víctimas mortales fue, no obstante, el huracán Michael, también de categoría 4 y vientos de 250 kilómetros hora. Este se produjo a mediados de octubre y a su paso desde Cuba a Florida y Centro América se llevó la vida de 54 personas.

Es cierto que en Estados Unidos, América Central y el Caribe ya conocen bien estos fenómenos. En la memoria de todos está el huracán Katrina, que en agosto de 2005 fue responsable de la muerte de 1.836 personas y provocó daños por valor de 95.000 millones de euros.

Sin embargo, la temporada de huracanes de 2018 en el Atlántico norte ha superado en número, en extensión y en pluviosidad a la de otros años. El informe de Christian Aid alerta de que el cambio climático provocará un mayor número de ciclones tropicales y que estos tendrán graves consecuencias.

Europa

En Europa, 2018 ha destacado también por la virulencia de las lluvias y las inundaciones que han dejado a su paso, llevándose la vida de 69 personas. Italia (36), Francia (16), España (13), Reino Unido (2) y Portugal (2), son los países que más han sufrido.

El huracán Leslie y una serie de ciclogénesis afectaron a estos países durante la primera quincena de octubre. Tampoco hay que olvidar, por el contrario, los estragos de las altas temperaturas registradas este verano en otros países, como República Checa, Inglaterra, y Suecia.

La sequía ha provocado daños valorados en 7.500 millones de dólares (6.500 millones de euros). «Las proyecciones indican que, a menos que las emisiones de carbono disminuyan rápidamente, las olas de calor como éstas se volverán normales en España. La sequía será cada vez más común y duradera y se perderán muchas casas en la costa por la subida del mar. Algunos alimentos importantes para los españoles estarán bajo la amenaza de la temperatura o de la sequía y los precios serán más altos», ha comentado Kramer. «La única forma de evitar que esto suceda es con un rápido descenso de las emisiones de carbono», ha añadido.

Cuantificar los daños

Cuantificar los daños debido al cambio climático es complicado y sólo se puede hacer con precisión si se tienen en cuenta fenómenos meteorológicos concretos que a su vez se puedan relacionar con el calentamiento global.

A ese respecto, Kramer ha explicado a este medio que las regiones más pobres, como África, son las más vulnerables y ha destacado la situación que viven países que podrían desaparecer si sigue subiendo el nivel del mar, como Bangladesh.

La activista alerta de las fuertes migraciones que se producirán en un futuro debido a una población que no podrá permanecer por más tiempo en sus lugares de origen y cómo no se está teniendo en cuenta esta situación.

«Los gobiernos internacionales no están preparados para los movimientos que podrían ser causados por el cambio climático», ha alertado.

Fuente: EL MUNDO / MAR DE MIGUEL,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/01/07/5c30b3cdfdddff1c6d8b4718.html,



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