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El Consejo de Ministros ha aprobado este martes la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de Conectividad y Restauración Ecológicas, una herramienta de planificación para identificar y recuperar ecosistemas dañados en todo el territorio nacional y conectarlos entre sí. Impulsada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la medida aborda el problema de la fragmentación de los espacios naturales y el impacto que esto supone para la biodiversidad.

La actividad humana, como el desarrollo urbano y la deforestación, puede provocar el aislamiento y la desconexión entre diferentes espacios naturales. Un problema que reduce la cantidad total de hábitat disponible para la vida salvaje y que además fragmenta los territorios existentes, impidiendo el movimiento de animales en paisajes previamente conectados.

Esos corredores verdes que se cierran son fundamentales para favorecer el intercambio genético dentro de las especies. De esta forma, la fragmentación del hábitat intensifica los efectos de otros problemas ambientales, como el cambio climático, limitando la capacidad de la vida silvestre para adaptarse.

Estrategia Nacional de Infraestructura Verde

«La Estrategia Nacional de Infraestructura Verde es una herramienta fundamental, clave para identificar y recuperar ecosistemas que se han venido dañando a lo largo de décadas», ha explicado Teresa Ribera, vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica. «Necesitamos entender su valor, garantizar su conectividad y recuperar ese espacio que ha quedado fragmentado como consecuencia de un modelo de desarrollo en el que los cambios de usos del suelo han estado a la orden del día».

La fragmentación es una de las causas de la degradación de la biodiversidad; se estima que sólo un 9% de los espacios naturales de nuestro país y un 21% de las especies se encuentran a día de hoy en un estado favorable de conservación, de acuerdo con datos del Informe Nacional de Aplicación de la Directiva europea Hábitats.

Las regiones biogeográficas atlántica y mediterránea son las que se encuentran en una situación más delicada, especialmente en lo que respecta a los ecosistemas costeros, «donde se ha ido concentrando una buena parte de la población y las infraestructuras y por tanto se ha ido relajando la protección de nuestros ecosistemas», ha señalado la vicepresidenta.

España ante el cambio climático

La Estrategia Nacional de Infraestructura Verde aspira a sentar las bases para la restauración de esos ecosistemas dañados y la consolidación de una red de zonas naturales y seminaturales terrestres y marinas totalmente conectadas en el territorio nacional para el año 2050. Una red que una hábitats naturales para prevenir el aislamiento genético y que facilite las migraciones y la circulación.

«Va a ayudar a frenar los impactos del cambio climático y otros desastres naturales y nos va a facilitar una orientación general para invertir correctamente el fondo de recuperación, que es clave para impulsar la recuperación económica», ha apuntado Teresa Ribera.

Los modelos climáticos auguran que España será uno de los países europeos sufrirán con mayor intensidad las consecuencias del calentamiento global, la desertificación y la frecuencia de fenómenos extremos. La Agencia Estatal de Meteorología ha estimado que la temperatura media en el conjunto del territorio ha subido alrededor de 1,7ºC desde la época preindustrial y que el verano se ha alargado cinco semanas con respecto a comienzos de la década de los ochenta.

La extensión de zonas con clima semiárido ha aumentado más de 30.000 kilómetros cuadrados en un plazo de 20 años. La combinación de estos factores -además del descenso de las precipitaciones- incrementa sensiblemente la aparición de sequías, lo que se traduciría en un deterioro de la biodiversidad y un mayor riesgo de incendios forestales.

Infraestructura Verde

En este contexto aparece el concepto de ‘infraestructura verde’, impulsado por la Comisión Europea. Se basa en la creación de un conjunto planificado de espacios naturales y seminaturales en cada estado, además de otros elementos de gestión ambiental.

Pero para crear esta red, antes es necesario identificar aquellos espacios fundamentales que deben ser preservados o restaurados con el fin de garantizar su conectividad. Hoy en día en torno a un 25% de todo el territorio español está protegido bajo la Red Natura 2000, pero aún no existe un diagnóstico global y completo sobre el grado de fragmentación.

Por eso uno de los objetivos fundamentales de la Estrategia es identificar y delimitar esas infraestructuras verdes. La medida vendrá acompañada de una herramienta técnica, una guía metodológica con 50 líneas de actuación.

Para su desarrollo tanto el Gobierno como las Comunidades Autónomas, deberán poner en marcha programas de trabajo trienales. De acuerdo con la vicepresidenta, «esas infraestructuras verdes además nos inspirarán para poder invertir en soluciones basadas en la naturaleza, en nuestro litoral, en nuestras zonas inundables o en nuestros bosques».

La Estrategia Nacional de Infraestructura Verde se enmarca en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, aprobado el pasado mes de septiembre, que define 81 líneas de acción en distintos sectores socioeconómicos, que se organizan en 18 ámbitos de actuación, como la salud, los recursos hídricos, el patrimonio natural, la biodiversidad y las áreas protegidas, costas y medio marino, protección forestal, lucha contra la desertificación o la seguridad alimentaria.

Fuente: AMADO HERRERO / EL MUNDO,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2020/10/27/5f9802defdddffe6668b45c5.html,



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