La organización internacional de conservación marina estima que la extensión del arrecife puede superar las 10 hectáreas y cubrir gran parte de la superficie de una montaña submarina cuya cima se sitúa entre los 320 y los 400 metros de profundidad. El hallazgo demuestra que aún existen zonas inexploradas en esta región que pueden deparar sorpresas.

Los corales de profundidad se encuentran entre los ecosistemas vulnerables que las Naciones Unidas han pedido que sean protegidos. Gran parte de estas interesantes comunidades han desaparecido de grandes extensiones de aguas europeas y del Mediterráneo a causa de la pesca de arrastre, cambios en la temperatura del agua o episodios naturales catastróficos.
Los datos sobre la existencia de estos corales en el Mediterráneo aún son muy parciales y, la mayoría de las veces, se trata de colonias de escaso tamaño o de arrecifes muertos. En este caso, el arrecife aún mantiene importantes colonias vivas que crecen sobre estructuras más antiguas de corales muertos y alcanzan alturas de más de metro y medio.

El descubrimiento se ha producido al sureste del mar de Alborán, en aguas internacionales. La montaña submarina, inspeccionada con un robot que alcanza los 600 metros de profundidad, también ha proporcionado imágenes espectaculares sobre otros hábitats de gran valor.

No sólo hablamos de un gran arrecife de coral, sino de extensos jardines de gorgonias, bosques de corales negros o de campos de esponjas cristal, todos ellos de gran importancia para la salud del Mediterráneo”, declara Ricardo Aguilar, Director de Investigación de Oceana Europa. “Además, destaca la presencia de algunas especies raras o poco conocidas, como los corales bola, las esponjas carnívoras, los pulpos batiales o la raya falsa-vela”.

Oceana presentará estos datos a la Convención de Barcelona para que actúe rápidamente y declare nuevas áreas marinas protegidas en el Mediterráneo, con el fin de preservar los últimos arrecifes de coral y ecosistemas de alto valor que aún existen en este mar.

En 2010, Oceana presentó una red (Oceana MedNet) para crear una red de espacios protegidos que abarcaba el 10% de la superficie del Mediterráneo, incluyendo montañas submarinas, cañones, giros oceánicos, etcétera, por su importancia para la vida marina. Este descubrimiento refuerza esta petición y expone la necesidad de reaccionar rápido para evitar que estos parajes sigan desapareciendo de las aguas.



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