La realidad se impone y la población es más que consciente de que nos encontramos ante una pandemia (COVID-19) de grandes dimensiones y rápida transmisión, que hacía siglos no sufríamos. Conocer mínimamente las características epidemiológicas de este nuevo virus y su comportamiento resulta esencial para poder enfrentarnos a los diferentes retos que nos plantea la pandemia.

Adquirir nuevas costumbres de higiene respiratoria

Una de las medidas más eficaces para “cortar de raíz” cualquier epidemia es, precisamente, evitar la transmisión del COVID-19. Ya con el sida entendimos que debíamos mantener relaciones sexuales con protección, analizar los bancos de sangre y plasma para evitar el contagio parenteral o tomar precauciones con los instrumentos punzantes en el entorno sanitario.

En este caso, al ser la transmisión respiratoria, conviene evitar los contactos con las gotitas que exhalamos al hablar, cantar, toser o besar. Se sabe que este virus, como muchos otros respiratorios, se transmite a una distancia de metro y medio. Y que puede permanecer horas en objetos de todo tipo, donde lo depositamos apoyando las manos contaminadas, tosiendo o estornudando.

Por eso funciona tan bien lavarnos a menudo las manos, evitar tocarnos la cara con ellas y evitar besarnos innecesariamente. Así como procurar no toser y estornudar sin la protección de un pañuelo. O, en su defecto, hacerlo sobre la cara interior del codo.

Son medidas muy sencillas pero que no estamos acostumbrados a realizar por nuestros hábitos culturales. La buena noticia es que esta epidemia está consiguiendo incorporarlas como nuevas costumbres de higiene respiratoria que será beneficiosa para todo tipo de catarros, neumonías y gripes futuras.

COVID-19, sin inmunidad y con un período de incubación largo

Al enfrentarnos a una variante nueva del coronavirus (COVID-19) –que ha sido estudiada genéticamente )– nuestro sistema inmunitario no está preparado, no tiene defensas.

Pero hay más:

  • La falta de inmunidad, unida a su transmisión respiratoria en épocas invernales, acelera el contagio.
  • Además, como en la mayoría de las infecciones, también se puede transmitir en el periodo de incubación, esto es, cuando la persona no tiene signos ni síntomas de la enfermedad y está aparentemente sana.
  • Pese a las primeras investigaciones realizadas en China, donde ya han descubierto mucho acerca de la clínica y características epidemiológicas, todavía desconocemos su comportamiento a medio o largo plazo. Por ejemplo, su grado de mutación, si es termolábil (esto es, si se elimina con temperaturas altas) o si existen personas hiperinfectantes.
  • Los síntomas más habituales son fiebre, tos y dificultad respiratoria, pero la gama es muy amplia. Hay pacientes asintomáticos, los hay que presentan síntomas muy leves y otros con neumonía. Todas estas circunstancias hacen que las medidas de contención y control deban ser afrontadas sobre grandes grupos de población mientras la epidemia se expande a una velocidad no deseada. Esto es, cuando el virus circula libremente y ya no hay forma de “seguirle la pista”.

En una investigación china donde se estudiaron los primeros 425 casos confirmados de la enfermedad en Wuhan, se observó que, en los estadios iniciales, la epidemia duplica su tamaño cada 7,4 días.

Por otro lado, el índice reproductivo básico se estimó en 2,2. Eso significa que, por término medio, cada enfermo ha propagado la infección a 2,2 personas. Mientras este índice esté por encima de 1, la epidemia seguirá aumentando.

Aplanar la curva confinados

En otro estudio publicado en The Lancet se advertía que el objetivo es conseguir una evolución de la epidemia que tenga una curva lo más alargada posible. Una curva epidémica puede ser muy picuda, con una subida muy exponencial, o muy pendiente.

Una curva aplanada indicará que las medidas de prevención y control están actuando más eficazmente. O no, que la propagación inicial de la pandemia y su expansión posterior sobrepasa esas primeras medidas de control y nos obliga a tomas medidas más drásticas y efectivas.

No se trata tanto de cuántos afectados hay como de la rapidez con la que surgen. Si se consigue que los casos aparezcan muy lentamente, todo resulta más fácil. Las personas con sintomatología grave pueden disponer de recursos hospitalarios y de camas disponibles en las Unidades de Cuidados Intensivos. Y su letalidad desciende.

Como es bien sabido, las medidas de cuarentena son esenciales para afrontar la situación. Es preciso aislar como mínimo durante el tiempo máximo del periodo de incubación (14 días) a las personas que han contactado con la infección o procedentes de zonas de riesgo. Pero cuando el virus circula libremente, como ocurre en algunas zonas del Estado español, las medidas de confinamiento general de la población son muy necesarias.

La defensa de lo público y la investigación

Lógicamente, un sistema sanitario público robusto resulta imprescindible para enfrentar una situación como esta. La necesidad de fortalecer nuestro sistema público de salud y las universidades públicas para potenciar la investigación para toda la población está aflorando más que nunca ante esta pandemia. La defensa de lo público se hace más imprescindible que nunca.

Por tanto, ante los nuevos retos de esta pandemia: conciencia, acción y mucha solidaridad. Una amplia mayoría de la población está respondiendo quedándose en sus casas, realizando -cuando se puede- teletrabajo, lo cual supone más horas dedicadas a sus tareas.

Otras se quedan en una situación económica muy precaria, mientras que la mayoría de los servicios esenciales se sostienen gracias al trabajo de trabajadores y trabajadoras anónimos. Si algo nos demuestra esta crisis sanitaria es que las necesidades básicas se cubren con la gente más humilde y sencilla.

¿Cómo responde la población ante el COVID-19?

En suma, la población está respondiendo con serenidad pero también con una actitud crítica ante los casos de inacción. No hace mucho escuchábamos a un alcalde de un pueblo de Cádiz reclamando ayuda para sus ancianos y ancianas de la residencia de su pueblo, y al pueblo entero reclamando test ante los casos y fallecidos de los últimos días.

Y es que tanto las residencias de ancianos como las medidas de protección individual para el personal sanitario y otros profesionales expuestos son una prioridad. Igual que la detección de la infección de una amplia población con los test rápidos.

La salud es lo primero, las personas son lo primero, todo lo demás resulta secundario. No hace mucho, el doctor William Schaffner, profesor de Medicina Preventiva y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, dijo textualmente que “Lo que pasa ahora es que, a ciencia cierta, no sabemos cuántos casos hay realmente en el país”.

Krys Johnson, profesora de Epidemiología de la Universidad de Temple, lamentaba también el retraso de la distribución a todos los estados de los kits de las pruebas.

Mientras tanto, también es importante ver más allá de todo lo que está pasando, cuáles son las causas, pero también las causas de las causas, de esta pandemia, de la que todavía tendremos mucho que aprender en todos los sentidos. No solo de sus consecuencias sino también de sus auténticos orígenes.

Fuente: Concepción Cruz Rojo / THE CONVERSATION,

Artículo de referencia: https://theconversation.com/los-desafios-de-la-pandemia-de-covid-19-133718,



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