Es cada vez más común encontrar en el sur de Europa zonas donde la actividad humana fricciona con los montes, cuyas consecuencias acaban reflejadas en incendios forestales.

Un buen ejemplo de esto son las segundas residencias, donde con frecuencia el bosque está a tan solo unos pasos de las urbanizaciones. También podemos encontrar esta fricción en, por ejemplo, las carreteras que atraviesan zonas verdes o en algunas infraestructuras industriales.

Estos lugares se conocen como la interfaz urbano-forestal y son un auténtico quebradero de cabeza cuando se producen incendios forestales: ¿Estaremos a salvo dentro de nuestra casa? ¿Debemos quedarnos o evacuar? ¿Es segura la carretera por la que evacuaremos? ¿Deben los bomberos centrarse en salvar las casas en peligro inmediato o deben olvidarse de ellas y ayudar en la evacuación y en combatir el incendio que, si se deja desatendido, quemará más casas?

Fruto de estas situaciones se han vivido escenas dramáticas, por ejemplo, en España (20172018), Grecia (2018) o Portugal (2017).

Soluciones basadas en ciencia y experiencia

Adaptar la interfaz urbano-forestal a la realidad actual del medio natural y del entorno social supone un esfuerzo por parte de todos los actores involucrados. Pero es un esfuerzo necesario.

Fruto de esta voluntad de cambio están surgiendo desde el ámbito académico diversas iniciativas y proyectos que buscan profundizar en el estudio del problema de los incendios en la interfaz urbano-forestal para dar soluciones basadas en la ciencia.

Uno de estas iniciativas es el proyecto WUIVIEW, financiado por la Dirección General de Protección Civil de la UE y coordinado por la Universitat Politècnica de Catalunya, en el que participan diversas entidades europeas.

Este proyecto se centra en lo que se conoce como la microescala o escala de propietario, es decir, en el ámbito más inmediato donde las personas pueden actuar directamente (mi casa, mi parcela, mi calle). El análisis científico de los problemas específicos de la microescala nos puede dar respuestas a cuestiones como:

  • Si el seto que rodea una urbanización puede hacer de mecha y ayudar a expandir el fuego por todas las casas o si por el contrario puede ser una barrera de protección.
  • Si un incendio que se acerca será capaz de impactar en los depósitos domésticos de gas licuado del petróleo (GLP) y escalar así la emergencia.
  • Si el riesgo de apilar material doméstico cerca de las ventanas (como leña, mobiliario de jardín, electrodomésticos, etcétera) es despreciable o, en cambio, demasiado elevado.

Cuando hablamos de incendios forestales y de interfaz urbano-forestal la pregunta no es si llegará un incendio (porque sabemos que tarde o temprano acabará llegando) sino en qué condiciones llegará y qué se encontrará al llegar.

Adaptaciones para comunidades y viviendas

En el ámbito mediterráneo contamos con la ventaja de que buena parte de nuestra arquitectura tradicional y actual resiste bien el envite de las llamas, al menos por un tiempo. Aun así, la experiencia nos muestra que si la comunidad no se ha preparado adecuadamente, las probabilidades de que el incendio acabe en catástrofe aumentan.

Por ello, desde el proyecto WUIVIEW se han analizado eventos pasados de incendios que han afectado a la interfaz urbano-forestal y se ha definido una serie de escenarios de riesgo a los que debemos prestar una especial atención.

Estos escenarios muestran situaciones en las que una estructura (como una casa, un garaje o un tanque de GLP) puede verse afectada por la radiación, las llamas, el humo o las pavesas y cómo la vegetación ornamental puede contribuir al incendio o incluso ayudarlo a propagarse a través de la interfaz.

Poniendo ejemplos concretos, sabemos que es muy importante adaptar las ventanas, protegiendo los cristales con contraventanas adecuadas o utilizando vidrios que no vayan a quebrar, pues dejarían vía libre al incendio para entrar en la vivienda.

También se ha puesto de manifiesto cómo un tejado o unos canalones mal mantenidos acumulan hojas y ramillas que arderán sobre las viviendas, ayudando al incendio a entrar por la buhardilla y debilitando la estructura del tejado, pudiendo provocar incluso su colapso.

La importancia de las plantas del jardín para evitar incendios

Otro factor muy importante y que se está analizando en muchos de estos escenarios es el de la vegetación ornamental y cómo esta pueden contribuir –o entorpecer– a los incendios.

Está claro que hay especies que contribuyen más al fuego que otras y que hay formas y formas de distribuirlas por nuestro jardín. Por esto mismo, existen diversas guías de pirojardinería que nos pueden ayudar a escoger las mejores especies y a distribuirlas de manera segura.

Es importante saber no solo qué especies serán más adecuadas, sino también cómo se comportarán al arder. Este es uno de los puntos en los que se está haciendo hincapié en este proyecto, donde hemos monitorizado quemas a distintas intensidades de sequía de especies que son típicamente utilizadas en nuestros jardines.

Hemos comprobado así que, mientras algunas especies al tener poco riego simplemente sacrifican unas cuantas hojas, dejando caer las secas al suelo y aprovechando su humedad para mantener las otras turgentes (p. ej. el lauro real), otras especies sufrirán un fuerte estrés hídrico (por ejemplo el ciprés de Arizona). Estas últimas son capaces de generar en unos pocos segundos llamas de varias veces su altura.

Este tipo de conocimiento es crítico si no podemos estar constantemente pendientes de nuestro jardín. Gracias a esta monitorización, además, podremos saber si el calor emitido será suficiente como para conseguir que otras partes de un jardín o de una casa también ardan.

Hacia una interfaz urbano-forestal más segura contra los incendios

Por último, estos resultados nos permitirán desarrollar metodologías de análisis de riesgo para analizar las vulnerabilidades en viviendas e infraestructuras en la interfaz. El objetivo de estas herramientas, basadas en la utilización de simuladores informáticos, es dar respuestas concretas antes de que el desastre ocurra.

En todo caso, es cuestión de tiempo que la interfaz urbano-forestal se vaya convirtiendo en un entorno más seguro para el medio, las personas y nuestras viviendas. De nosotros depende, eso sí, ser proactivos e incorporar a tiempo los conocimientos adquiridos mediante la experiencia y la investigación o esperar a que –más tarde o más temprano– ese incendio llegue y nos pille desprevenidos.

Fuente: Juan Antonio Muñoz Navarro / Elsa Pastor Ferrer / Eulalia Planas Cuchi / Luís Mário Silva Ribeiro / Miguel Abrantes de Figueiredo Bernardo de Almeida / THE CONVERSATION,

Artículo de referencia: https://theconversation.com/vivir-junto-al-fuego-estamos-protegidos-frente-a-los-incendios-forestales-139508,



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