Nueva York da un paso decisivo para convertirse en la primera ciudad de Estados Unidos en implantar un peaje para poder circular por la zona más congestionada de Manhattan.

Cubrirá desde el distrito financiero, al sur de la isla, hasta la calle 60, donde comienza Central Park. El objetivo es doble: reducir el tráfico y recaudar 1.000 millones de dólares que se destinarán a reparar el metro y la red de trenes de cercanía.

La Cámara legislativa de Nueva York y el gobernador Andrew M. Cuomo aprobaron el domingo un presupuesto de 175.000 millones de dólares para esta y otras medidas.

Se trata de momento de un aprobado al concepto, ya deben definirse detalles como el precio y el sistema no entrará en vigor hasta enero de 2021.

El pacto del legislativo del Estado llega dos años después de que el gobernador Andrew Cuomo presentara su propuesta. Antes tuvo que superar la oposición del alcalde Bill de Blasio, que defendía atender las necesidades de financiación del metro con un impuesto a los ricos.

Plan

El plan sale adelante tras una década de discusiones, gracias a que se incorporó como parte del programa presupuestario para el ejercicio 2019-2020 que arranca este 1 de abril.

El paquete incluye a cambio dinero adicional para la educación pública y se impone una prohibición también a las bolsas de plásticos en los supermercados. El gobernador aparca de momento la idea de legalizar la marihuana.

Si el plan sigue su curso, los conductores neoyorquinos serán los primeros de una gran ciudad que tendrán que pagar por entrar al centro, como ya hacen en Londres, Estocolmo o Singapur con programas similares que redujeron el tráfico. Actualmente, la velocidad media en la zona que cubrirá el peaje es de 4,7 millas la hora (7,5 kilómetros). Es un poco más rápido que desplazarse andando.

“Los autobuses no se mueven. Los taxis no se mueven”, justificaba Cuomo al tratar de dar el último empujón al plan, “si queremos que la ciudad siga creciendo, es indispensable ser capaz de moverse”.

Disponer de un sistema de transporte funcional, insiste el demócrata, es una cuestión vital política y logísticamente. Se habla de aplicar un peaje de unos 11,5 dólares para los utilitarios y de 25 para los camiones.

Metro y trenes de cercanía

El peaje será electrónico. El dinero que se recaude, unos 1.000 millones, irá a una “caja cerrada” destinada exclusivamente a modernizar la infraestructura de transporte.

Un 80% de los fondos se concentrarán en la red de transporte público de la ciudad de Nueva York. El resto se repartirá a partes iguales entre el servicio de trenes de cercanías que sirve a las comunidades Long Island y en los suburbios al norte de la metrópolis.

Ahora se creará un panel de seis personas que determinará el precio del peaje y cómo se aplicará. El objetivo es asegurar que el sistema genere los fondos necesarios para financiar las reparaciones de una red de transporte que está al borde del colapso.

Pero al mismo tiempo se quiere tratar a los conductores de una manera justa, para evitar que paguen dos veces cuando cruzan los puentes y túneles de acceso a Manhattan.

Área restringida

Los residentes del área restringida serán elegibles a créditos así como los conductores con unos ingresos inferiores a los 60.000 dólares anuales. Circular por la ronda que bordea la isla -FDR Drive y West Side Highway- estará excluida del peaje.

Los conductores solo pagarán una vez al día y que se modulará en función de la densidad de tráfico en el zona. Los taxis y otros servicios de transporte alternativo ya cobran una tarifa extra de 2,75 dólares.

El equilibrio no es fácil y la medida crea controversia. Eddie Hernández rechaza la idea y duda que el plan vaya a funcionar. Tiene un pequeño negocio en los suburbios que sirve a la ciudad.

“No veo a la gente dejando de circular por downtown”, comenta mientras descarga su furgoneta, “porque necesitan hacer dinero”. Espera que la formulación final incluya un descuento por lo que ya paga por cruzas el George Washington Bridge o el Lincoln Tunnel.

Alternativas

El riesgo, señala el economista Charles Komanoff, uno de los asesores del gobernador Andrew Cuomo al definir el plan, es que a base de excluir conductores se merme la capacidad de recaudación. El peaje, sin embargo, podría animar a conductores como Erin a abandonar por completo la idea de moverse por Manhattan en coche. Ya lo evita siempre que puede, utilizando el transporte público.

Los fundadores de Lyft, el gran rival de Uber, apoyan también que se establezca el peaje. Creen que es un modelo que funciona, es eficiente, genera recursos para las infraestructuras, reduce la contaminación y, especialmente, agiliza los movimientos al reducir la densidad del tráfico. Eso permite ahorrar tiempo en los desplazamientos y, añaden, mejoran el rendimiento económico de toda la ciudad.

El peaje en el centro funciona como los billetes de avión, comenta John Rennie, de la escuela de política pública en la Universidad de Baltimore. “Elevando el precio”, señala, “fuerza al usuario a pensar cuál es el coste de hacer el viaje y en evaluar las alternativas”. “Está demostrado que el precio afecta al comportamiento”, añade, “se cambian los horarios, las rutas o se concentran los viajes”.

Fuente: SANDRA POZZI/ EL PAÍS,

Artículo de referencia: https://elpais.com/sociedad/2019/03/31/actualidad/1554036405_982184.html,



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