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La pandemia de la COVID-19 ofrece un ejemplo diáfano de lo frágiles que pueden llegar a ser nuestras sociedades y economías frente a una perturbación importante. Por añadidura, las previsiones apuntan a que estos episodios serán cada vez más frecuentes y graves a causa de la degradación medioambiental de la naturaleza y el cambio climático.

De cara a la incertidumbre y a una variedad de desafíos, nuestra única opción viable es asegurarnos de que cada una de las decisiones que tomemos en este período crítico nos acerque a nuestros objetivos sociales y de sostenibilidad.

«Los próximos meses se revelarán decisivos para definir los planes de recuperación e inversión. A fin de contribuir a este diálogo, estamos organizando una serie de debates en línea, encaminados a difundir entre el público en general los conocimientos y las reflexiones de los expertos. De una u otra manera, el cambio va a suceder. Hemos de velar por que cada paso que demos en este sentido nos acerque a la sostenibilidad».

COVID-19

La pandemia de la COVID-19 ha supuesto toda una revolución. El mundo ha sido testigo de guerras, crisis económicas y financieras, incendios forestales, hambrunas y olas migratorias, así como de epidemias locales y estacionales. Sin embargo, esta pandemia es diferente a cualquier otro desastre que las actuales generaciones hayan experimentado nunca.

Se ha expandido a lo largo y ancho del planeta, ha afectado directa o indirectamente a millones, por no decir miles de millones, de personas, ha provocado el confinamiento de sociedades enteras y ha cerrado fronteras e interrumpido la actividad de sectores completos —y todo, en cuestión de meses—.

Hace ahora seis meses desde que numerosos países de Europa aplicaron medidas de confinamiento para luchar contra la COVID-19. Tras el shock inicial que supuso este cambio masivo y abrupto, las sociedades siguen tratando de comprender el virus y todo su abanico de repercusiones y de dar con soluciones para mitigarlas.

Efectos desiguales sobre la salud

Los efectos del coronavirus varían en función de la persona. Los grupos vulnerables, como las personas mayores o los pacientes con enfermedades o afecciones preexistentes, parecen ser los que corren un mayor riesgo.

Estos grupos también suelen ser los que se ven más afectados por los riesgos ambientales para la salud, en particular por la mala calidad del aire. La exposición prolongada a los contaminantes de la atmósfera —incluso en bajas concentraciones— y a otros contaminantes puede perjudicar la salud humana y causar enfermedades crónicas, ya que hace que las personas sean más vulnerables a las enfermedades existentes o a otras nuevas, como la COVID-19.

En nuestro reciente informe «Healthy environment, healthy lives» (Entorno saludable, vidas saludables), se destaca que una de cada ocho muertes en Europa se puede achacar a entornos con características insalubres.

Igualmente, llama la atención como las desigualdades en términos de salud impacta en diversas zonas de Europa como dentro de sus países. Reducir la contaminación ambiental y asegurar el acceso a un ambiente limpio puede reducir la incidencia de las enfermedades y ayudar a la población a llevar vidas más saludables.

Preservación de la naturaleza

La COVID-19 es una enfermedad zoonótica. Se trata de un nuevo virus que ha saltado de especies animales al ser humano. Este fenómeno es más probable en tanto en cuanto la fauna salvaje entra en estrecho contacto con las poblaciones humanas, sobre todo a causa de la expansión de las actividades del ser humano a áreas naturales, las interacciones entre las personas y los animales en instalaciones de producción cárnica intensiva o la captura de especies salvajes para el consumo humano.

De nuevo, la COVID-19 no es más que un ejemplo de los vínculos entre la degradación medioambiental general y sus repercusiones concretas en nuestra salud y bienestar. En los últimos días, se han publicado dos importantes informes, Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 5, a cargo del Convenio sobre la Diversidad Biológica, y el Informe Planeta Vivo 2020, de WWF.

En ambos se hace hincapié en la alarmante velocidad del declive de la diversidad biológica y se urge a tomar medidas contundentes e inmediatas a escala mundial. Europa observa las mismas tendencias preocupantes, que afectan a la resiliencia, la productividad y la capacidad de protegernos que tiene la naturaleza. En las próximas semanas publicaremos nuestra evaluación exhaustiva sobre la situación de la naturaleza en Europa, con arreglo a los datos detallados comunicados por los Estados miembros de la UE.

Mejorar la resiliencia de la naturaleza a nivel mundial mediante la protección, la conservación y la restauración de los espacios naturales y la evolución a un sistema alimentario sostenible no solo reducirá probablemente los riesgos asociados a las enfermedades zoonóticas, sino que también garantizará nuestro bienestar a largo plazo.

Atención a la incertidumbre climática

El cambio climático gira también en torno a la manera y la velocidad con las que consumimos los recursos naturales —incluidos los combustibles fósiles, los bosques y el terreno—. Desde los últimos incendios forestales en EE. UU. hasta el derretimiento de los glaciares en los Alpes, las consecuencias están siendo ya devastadoras.

A menos que logremos reducir drásticamente las emisiones globales de gases de efecto invernadero y adaptarnos a un clima en constante evolución, nos habremos de enfrentar a muchas más grandes calamidades que incidirán en nuestra sociedad y economía. Y, como en el caso de la COVID-19 y la contaminación atmosférica, algunos de nosotros nos veremos más afectados que otros.

La COVID-19 desencadenó una crisis de salud pública, así como una profunda crisis económica. Para contrarrestarla, la Unión Europea y sus Estados miembros han implementado planes de recuperación de la economía. Pero en realidad la cuestión es: ¿cómo podemos recuperarnos de la crisis que nos azota actualmente de un modo que, a su vez, evite la aparición de otras crisis —medioambientales, climáticas, económicas y sanitarias— en el futuro?

Construcción de una sociedad justa y resiliente y de una economía verde para la naturaleza

Las medidas de confinamiento introdujeron de repente enormes cambios en el estilo de vida europeo. Disminuyó el tráfico rodado y prácticamente desaparecieron los vuelos comerciales. Muchas actividades pasaron a hacer por medio telemáticos, reduciendo aún más las necesidades de movilidad.

La repercusión en el medioambiente no se hizo esperar. La calidad del aire mejoró en las ciudades en cuestión de semanas. Cuando se levantaron las restricciones y la actividad económica se fue recuperando gradualmente, comenzamos a observar una vuelta paulatina a los niveles previos a la COVID-19.

El ejemplo de la pandemia ha puesto de manifiesto que los países que actuaron con rapidez y decisión sufrieron en general unas tasas de infección y mortalidad menores, incluso entre los grupos más vulnerables.

Las medidas de confinamiento supusieron unos cambios significativos en los modos de vida en muy poco tiempo, lo que redujo la presión sobre la naturaleza, y la digitalización puede ofrecer algunas soluciones.  De manera similar, lo que de verdad puede marcar la diferencia es una iniciativa sin ambages que desencadene una transformación fundamental de nuestros sistemas de producción y consumo.

Naturaleza: Pacto Verde Europeo

Los propósitos a largo plazo de las políticas europeas se encuentran plasmados en el Pacto Verde Europeo, así como en sus estrategias y sus planes de acción. El discurso sobre el Estado de la Unión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no solo ratificó el compromiso de Europa con dichos objetivos, sino que incluso elevó las ambiciones medioambientales. Estas se han de lograr mediante una transición justa, abordando las desigualdades y la justicia social de la mano de los objetivos climáticos.

Los próximos meses se revelarán decisivos para definir los planes de recuperación e inversión. A fin de contribuir a este diálogo, estamos organizando una serie de debates en línea, encaminados a difundir entre el público en general los conocimientos y las reflexiones de los expertos.

De una u otra manera, el cambio va a suceder. Hemos de velar por que cada paso que demos en este camino nos acerque a la sostenibilidad.

Fuente: Hans Bruyninckx / Director ejecutivo de la AEMA,

Artículo de referencia: https://www.eea.europa.eu/es/articles/hacia-europa-2030-naturaleza-resiliente,



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