Esos recursos naturales son hoy el motor de desarrollo de la isla, y durante las últimas décadas y de una forma sostenida han proliferado las pequeñas empresas que aprovechan y canalizan el creciente interés ciudadano por los espacios bien conservados.

Un activo y un atractivo, el de sus recursos naturales -y sobre todo sus playas- que han explosionado durante los últimos años y que han motivado el alzamiento de voces que claman por una adecuada gestión del patrimonio natural.

La consejera de Medio Ambiente de la isla, Silvia Tur, ha expresado su temor a la sobreexplotación de los recursos naturales, y ha incidido en la necesidad de regular todas las actividades de uso público, y sobre todo el tráfico marítimo que soporta la isla durante los meses de verano.

Además, ha urgido en la elaboración y aprobación de planes de gestión para regular cada uno de los espacios protegidos, y ha subrayado que éstos deberán tener en cuenta la “capacidad de carga” de un lugar tan “frágil” como Formentera.

Bordear los setenta kilómetros del litoral de la isla es transitar por seis espacios diferentes de la red ecológica europea Natura 2000, espacios que han sido catalogados como Zonas de Especial Interés para las Aves y como Lugares de Interés Comunitario.

El cromatismo del litoral de Formentera tiene una explicación: la pradera de posidonia que rodea la isla y que actúa como una depuradora natural. Una verdadera selva submarina que fue declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 1999.

La asociación perfecta de varios ambientes 

El interés y el atractivo paisajístico de la isla es muy elevado, sobre todo por abarcar muchas y muy extensas superficies que se encuentran en un estado de conservación perfecto.

Pero ese interés radica también en la variedad de ambientes y de ecosistemas, en la sucesión de playas, en la asociación de esas playas con las dunas, con los acantilados, con los islotes, con la vegetación mediterránea, con las salinas o con las lagunas litorales.

La combinación de todos esos hábitats ha modelado un paisaje de gran belleza y originalidad, muy diferente al del resto del Mediterráneo, y han sellado el éxito de un modelo turístico basado en la naturaleza.

Para que esta experiencia de éxito perdure, y así lo han entendido las autoridades de la isla, será necesario implementar ambiciosos planes de gestión que aseguren la conservación de sus recursos naturales y la sostenibilidad de todas las actividades económicas ligadas a ellos.

Que perduren esos recursos será además la única manera de que la intensa actividad económica que están generando redunde en beneficio de la población local de la isla, la que ha velado por ellos durante siglos.



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