El Mar Menor, la laguna salada más grande de Europa se encuentra en una situación crítica. El urbanismo, la agricultura intensiva y el cambio climático son los factores principales que están reduciendo la biodiversidad de un ecosistema único y de uno de los enclaves más característicos de la costa mediterránea.

Una fina lengua de arena de un kilómetro de ancho y de 21 kilómetros de longitud es el límite geográfico que alberga las aguas de la laguna salada más grande de Europa: el Mar Menor. Un enclave único por su fauna, flora y biodiversidad que se encuentra en grave peligro desde hace varias décadas debido a la acción del hombre.

De hecho, uno de los desastres ambientales más recientes que ha puesto de manifiesto la magnitud de la tragedia en este entorno ha sido el fallecimiento de miles de peces y crustáceos en este enclave durante el mes de octubre de 2019.

“El Mar Menor lleva años en grave peligro de desaparición, y los últimos acontecimientos son la prueba de ello. Es un espacio natural en coma al que ahora se le ha sumado una pulmonía”, detalla Julio Barea, responsable de campañas de Consumo y Biodiversidad de Greenpeace.

Así, el avance de la agricultura intensiva en el Campo de Cartagena y la sobreexplotación del territorio han deteriorado las condiciones de vida para miles de plantas y animales de tal manera que, a día de hoy, la situación es prácticamente insostenible.

“El ecosistema en general del Mar Menor se está viendo dañado y la presión fundamental es la de la agricultura», apunta Gonzalo González Barberá, investigador del CSIC y del Centro Edafología y Biología Aplicada del Segura.

Daños prolongados en el ecosistema

Desde 1970, los daños y la vulnerabilidad de la laguna costera han ido en aumento por diversas causas cuyo origen es principal es la acción humana y el cambio climático.

Así, la tragedia ambiental del Mar Menor se arrastra con desastrosas consecuencias como el deterioro del ecosistema, la acumulación de residuos orgánicos, pérdida de la biodiversidad o la alteración de la temperatura del agua, entre muchas otras.

“Las agresiones se han ido acrecentando con el dragado del canal y, posteriormente, con las regeneraciones de playas, la construcción indiscriminada e inadecuada de puertos deportivos con diques opacos”, asegura Ángel Pérez-Ruzafa, catedrático Ecología en la Universidad de Murcia y experto en líneas de investigación en Ecología de Ecosistemas Marinos.

Todo ello, junto con el cambio de régimen agrícola y la entrada de nutrientes y agua dulce, “afecta a la integridad ecológica del Mar Menor de manera muy grave”, señala este experto.

Estas situaciones perjudiciales han provocado que las especies acuáticas autóctonas del Mar Menor se vean afectadas, por ejemplo, una de las más emblemáticas como es el caballito de mar.

“Se han alterado los parámetros físico químicos por contaminación y, por ello, las especies singulares de fauna y flora han perdido las características del medio que les permitían vivir”, comenta Celia Martínez Mora, científica, investigadora y miembro de la Plataforma Pacto por el Mar Menor.

Tanto es así que la Confederación Hidrográfica del Segura ha abierto una investigación para esclarecer si cerca de 10.000 hectáreas de regadío intensivo son irregulares y sus residuos deterioran las condiciones de vida a la laguna.

Medidas para la emergencia del Mar Menor

A día de hoy, tal es la situación de colapso de la laguna que el Ministerio de Transición Ecológica ha calificado el estado actual del Mar Menor de “emergencia”, y ha dado los primeros pasos para intentar revertir la situación. Así, se ha puesto en marcha una hoja de ruta con medidas urgentes y estructurales para la recuperación de laguna.

“Como es natural sería necesario dejar respirar y beber a la laguna. Para ello, es necesario el cierre de todos los regadíos ilegales, apostando por cultivos de temporada y ecológicos que no usen pesticidas ni fertilizantes químicos”, detalla el portavoz de Greenpeace, entre otras acciones de recuperación.

Del mismo modo, los científicos advierten que para mantener este hábitat en unas condiciones óptimas la línea fundamental que permita su recuperación ha de ser la regulación de las labores en el campo y las infraestructuras.

“Aparte de una adecuada ordenación del territorio, con zonas de marisma natural, se requiere una eficiente gestión de las aguas que incluya la posibilidad de tratarlas extrayendo las salmueras y los nitratos”, defiende Pérez Ruzafa.

Por su parte, varias asociaciones de la comarca, grupos ecologistas y agrupaciones de pescadores han hecho llegar peticiones al Ministerio de Transición Ecológica para “la salvaguarda del Mar Menor, como eje vertebrador de la vida natural y de su población ribereña en su aspecto social, cultural y económico”.

Unas reclamaciones que se basan en la desaparición de todos los pozos y desalobradoras ilegales o la renaturalización del entorno del Mar Menor, entre otras estrategias.

Urgente recuperación

Sea como fuere, la recuperación se hace más urgente cada día que pasa, ya que la situación puede ser irreversible para todo el ecosistema del Mar Menor. “Si no se cortan drásticamente las entradas de agua dulce, así como de los nutrientes que contienen, el futuro de la laguna tal y como la conocíamos, estará muy comprometido”, alerta Pérez Ruzafa.

Fuente: Pablo Ramos Delgado / Planeta Inteligente – EL MUNDO,

Artículo de referencia: http://www.planetainteligente.elmundo.es/eco/el-mar-menor-un-ecosistema-unico-al-borde-del-colapso,



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