En las últimas 24 horas han caído entre 300 y 400 milímetros de lluvia en amplias zonas del este, oeste y centro del país, y más de 200 milímetros en el norte. Lo más preocupante  para las autoridades es que se prevé que el tifón Roke se aproxime a la prefectura de Fukushima a altas horas del miércoles.

La Agencia de Meteorología de Japón ha pedido a la población alerta máxima ante la posibilidad de copiosas lluvias, fuertes vientos, avalanchas de lodo y desbordamientos de ríos. Pero existe un peligro mayor, todavía en el recuerdo de todos, cuando la naturaleza castigó duramente la central nuclear de Fukushima. Los trabajadores que intentan poner bajo control la central están tomando medidas especiales de precaución ante la inminente llegada del tifón.

Según este medio de comunicación. la instalación de placas de acero en la zona de entrada de agua de la central, y  la descontaminación del agua de mar, se han suspendido por temor al oleaje de tormenta. Los fuertes vientos obligaron, asimismo, a suspender los trabajos dirigidos a cubrir el edificio del reactor número 1.

Los trabajadores han sujetado con cables las cañerías y bombas externas para inyectar agua en los reactores, y así evitar que el viento las derribe.

En la zona se esperan precipitaciones de hasta 250 milímetros, pero la Compañía de Electricidad de Tokio, responsable de la central, afirma que no hay peligro de una fuga de agua contaminada de los edificios que alojan las turbinas de los reactores.

El tifón ha dejado ya un saldo de cuatro muertos, tres desaparecidos y 28 heridos por todo el país.



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