La República

La comunidad científica conocía la existencia de un enorme primate que había habitado hace cientos de miles de años en lo que hoy es China, Vietnam y Thailandia gracias a una mandíbula encontrada hace 13 años en una cueva del sur de China.

Sabían que la criatura debía de ser gigantesca, de ahí su hombre de su género “Gigantopithecus”, pero desconocían su historia evolutiva, debido a la imposibilidad de recoger material genético de unos restos tan antiguos.

Ahora, un equipo de paleoantropólogos liderado por el Institut de Biologia Evolutiva (un centro mixto dependiente del CSIC) y la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona– y el Globe Institute, de la Universidad de Copenhague, ha logrado recabar nueva luz de la historia de esta especie extinta a partir del análisis de las proteínas del esmalte del fósil.

Se trata de la primera prueba molecular que permite aclarar la evolución del linaje humano y los grandes simios con una técnica distinta al análisis del ADN.

En los últimos años, aclaran los investigadores, el análisis del ADN ha revolucionado nuestra comprensión de la historia de la humanidad tal y como la conocemos. El material genético conservados en los fósiles de nuestros antepasados -explican los autores del estudio- ha permitido reconstruir los últimos 50.000 años de evolución de los homínidos.

Sin embargo, los restos de fósiles humanos más antiguos con ADN conservado datan de hace 400.000 años, lo cual deja un enorme vacío en la historia evolutiva de las especies que no pueden ser analizadas a partir de la peleogenómica.

ADN de los dientes fósiles

Por ello, los investigadores tuvieron que optar por una alternativa, que encontraron en el esmalte y la dentina del fósil de la mandíbula encontrada, de las que extrajeron una base de polvo en busca de proteínas fosilizadas. El equipo logró recuperar casi 500 aminoácidos correspondientes a tres proteínas que se han conservado en buenas condiciones desde hace casi dos millones de años.

Los pequeños cambios en el orden de la secuencia de estos compuestos orgánicos permiten calcular el tiempo pasado entre dos o más especies que han evolucionado por separado. Los expertos compararon de este modo las proteínas del primate gigantesco con las de los humanos, desclasificando así las historia evolutiva del simio prehistórico.

“El análisis ha desvelado que Gigantopithecusblacki pertenece al mismo clado que el orangután, su pariente vivo más cercano, aunque la separación con los orangutanes actuales es más lejana, lo cual explicaría la confusión que había predominado en este campo”, afirma Topas Marquès-Bonet, del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont.

Los científicos han deducido que ambas especies divergieron durante el Mioiceno, hace más de 10 millones de años, mientras que los linajes de los humanos y los orangutanes se separó hace unos 14 millones de años.

Este primate habitó en el sudeste asiático

El equipo científico concluyó que aquel coloso habitaba las zonas boscosas del sudeste asiático hace casi 2 millones de años. El gran simio, de unos tres metros de altura, alcanzaba los 500 kilos de peso, y tenía un volumen dos veces superior al de los actuales gorilas. En 1935 el paleontólogo Ralph von Koenigswald identificó uno de sus molares, de 2,5 centímetros de ancho, al que denominó Gigantophitecus,.

Estudios más recientes han desvelado este antiguo primate era herbívoro, y que su gran especialización, combinado con su enorme volumen y necesidades alimentarias, podría haberlo conducido a la extinción hace unos 300.000 años, aunque por ahora no han podido certificar la causa exacta de su desaparición.

Fuente: Sergi Alcalde / National Geographic,

Artículo de referencia: https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/desvelados-misterios-primate-mas-grande-planeta_14945,



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