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Algo se mueve en Glasgow. O al menos esa es la impresión que se ha esforzado en proyectar el Gobierno británico con una serie calculada de anuncios desde el arranque de la COP26 en diversos frentes del cambio climático: de la deforestación al carbón, pasando por las emisiones de metano o por la descarbonización de las finanzas.

COP26

El impulso de los primeros días, con la presencia ubicua de Boris Johnson y Joe Biden y pese a la ausencia sonada de China, dio sin embargo paso a un impasse con protestas masivas en la calle y a las críticas contra la cumbre «más excluyente» de la historia y por los compromisos insuficientes para «mantener vivo» el objetivo de una aumento de las temperaturas no superior a 1,5 grados a fin de siglo.

La segunda semana arranca sin la presencia de los líderes y con un guion aún no definido, con la necesidad de hincarle el diente al elefante en la habitación (la dependencia del petróleo) y de poner sobre la mesa cuestiones tan apremiantes como la transición en el transporte, en la agricultura y la alimentación, más el debate abierto sobre la seguridad energética que hasta ahora ha pasado de puntillas por la cumbre. Se espera en los últimos días también un nuevo impulso a la cuestión de la financiación a los países emergentes y a la necesidad de superar el listón de los 100.000 millones de dólares anuales de aquí al 2023.

«Yo llegué a Glasgow viendo el vaso medio vacío, y empiezo a verlo medio lleno»fue el diagnóstico del alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, que asumió la presidencia de la red C40 de ciudades ante el cambio climático. «A esta cumbre llegamos sin el despliegue ni la organización que hubo en París, con la sensación de que todo estaba improvisado. Pero he de reconocer que me ha sorprendido el impulso que le dio Boris Johnson en el arranque y la sensación de estar avanzando, compartida por alcaldes y dirigentes de otras partes del mundo».

El factor Johnson

El factor Johnson fue clave en los dos primeros días de la cumbre, pese a la fría recepción que su discurso inaugural y sus referencias a James Bond causaron entre el largo centenar de líderes. El premier se fue sin embargo raudo y en un avión privado -lo que causó numerosas críticas por su «hipocresía verde«– y anda ahora enzarzado en un escándalo de corrupción de los tories que puede incluso comprometer su implicación en la recta final de las negociaciones.

«Queda una semana para la que la COP26 cumpla con el mundo y es el momento de tirar juntos hasta la línea de meta», declaró Johnson a la hora de hacer un breve balance. «Hemos visto a las naciones poniendo ambición y acción para limitar el aumento de las temperaturas, con nuevos compromisos para limitar el aumento de las temperaturas y las emisiones de CO2 y metano, y acuerdos para acabar con la deforestación, para abandonar el carbón y para proveer más financiación a los países más vulnerables ante el cambio climático».

COP26: metano, carbón y deforestación

El enviado especial del clima de Reino Unido, John Murton, ha recalcado sin embargo el éxito de Johnson a la hora de conseguir «coaliciones» de países en torno a los temas claves (metano, carbón y deforestación, en la que se logró meter a Brasil). «En los últimos días, hemos visto acción climática en torno al dinero, al carbón, a los coches y a los árboles, tal y como adelantó el primer ministro», destaca Murton. «Hemos demostrado al mundo que estamos en un trayectoria irreversible hacia una economía baja en carbono y que podemos acelerar».

De momento, la evolución de las emisiones de CO2, el principal gas de efecto invernadero, no dan pie al optimismo, según un informe del prestigioso consorcio científico Proyecto Global del Carbono, que mostró que en 2021 se está emitiendo casi tanto ya como antes de la pandemia. Pese a este mal dato, la Agencia Internacional de la Energía subió el ánimo con una conclusión esperanzadora: si se cumplen las promesas que se están haciendo en Glasgow, el mundo podría limitar su calentamiento a 1,8 grados a finales de siglo.

Adiós al carbón

Los combustibles fósiles han centrado por ello gran parte del protagonismo. Un llamativo grupo de activistas disfrazados de Pikachu reclamó -sin éxito- que Japón dejara de usar carbón porque el país nipón -al igual que Australia, China y la India- rehusó firmar ninguno de los dos acuerdos anunciados el jueves para avanzar hacia una economía sin este combustible fósil.

El primero, Coal to Clean, recibió el apoyo de más de 40 países para comprometerse a abandonar progresivamente el carbón. El ministro de Energía y de reducción de emisiones de Australia, Angus Taylor, argumentó así su negativa a participar: su país está centrado en desarrollar tecnología, «no en eliminar industrias». Al final, sólo cinco de los 20 países que más carbón consumen -Corea del Sur, Indonesia Vietnam, Polonia y Ucrania- están incluidos en la declaración, que básicamente persigue que en 2030 los países ricos dejen de usar carbón y amplía el plazo hasta 2040 para los países en desarrollo.

Australia, que figura entre los países que se han comprometido a alcanzar la neutralidad climática en 2050 (es decir que el balance entre las emisiones que libera en la atmósfera y las que se absorben o mitigan sea cero) ejemplifica bien uno de los tapones de la lucha contra climática: para contener la temperatura a finales de siglo por debajo de los dos grados hay que actuar en los próximos diez años, no vale con posponer la acción porque, según el IPCC, en 2040 ya habremos alcanzado un calentamiento de 1,5 º grados (vamos ya por 1,1 grados).

EEUU no estampó su firma

Pese a las palabras de Joe Biden instando a la acción climática, EEUU tampoco estampó su firma en esta declaración para acabar con el carbón pero sí en un segundo acuerdo suscrito por una veintena de naciones para dejar de financiar con dinero público la extracción de combustibles fósiles fuera de sus territorios desde finales de 2022.

El papel más destacado de EEUU ha sido hasta ahora a favor de recortar las emisiones de metano. En equipo con la UE, sacó adelante un acuerdo suscrito por un centenar de países para reducir un 30% este gas de efecto invernadero (culpable de algo menos de un tercio del calentamiento) para 2030. China e India, de nuevo, se quedaron fuera, pero los firmantes representan un 40% de las emisiones, lo que según Biden, «supondrá una gran diferencia».

«Amigos climáticos»

Pese a los avances de la primera semana, y por el escándalo político que se está cociendo en Londres, el presidente de la COP26, Alok Sharma, vuelve a tener sin embargo la sensación de estar solo ante el peligro en Glasgow. Sharma ha demostrado esta semana su capacidad organizadora y su talente negociador, pero está por ver si contará con el suficiente respaldo político en la recta final: aún no está claro cuándo ni en qué condiciones volverá Johnson al escenario de la COP26.

«Soy más optimista y menos pesimista que hace unos días», ha reconocido por su parte el ex primer ministro francés Laurent Fabius, el auténtico artífice del consenso político entre 195 países que permitió el Acuerdo de París. En declaraciones a The New Statesman, Fabius admitió haber perdido siete kilos por el estrés en la última semana de negociaciones en el 2015 y ha advertido a Alok Sharma que algo parecido le puede ocurrir en el sprint final, «aunque la atmósfera general en Glasgow es algo mejor».

Fabius reconoce haber sentido «un momento de pánico» con el tibio comunicado que puso fin a la cumbre del G20 en Roma, pero admitió haber encontrado en Glasgow «una atmósfera general incluso algo mejor que la que había en París». El ex presidente de la COP21 ha destacado el papel en Glasgow del primer ministro indio, Narendra Mori -anunció que su país generará la mitad de su electricidad con renovables en 2030 y alcanzará la neutralidad en carbono en 2070-, del enviado especial estadounidense, John Kerry, e incluso del negociador chino Xie Zhenhua, a quien considera detro del club de los «amigos climáticos», pese a la ausencia de Xi Jinping.

Críticas a la COP26

«Se han firmado importantes acuerdos estos días, pero eso no quiere decir que se solucionen lo problemas», advirtió Fabius. «Es más, aún quedan los tres grandes retos de esta cumbre por resolver: la creación de una mecanismo efectivo para implementar el acuerdo de París, el compromiso sobre la financiación a los paíes emergentes y la ambición de mantener el calentamiento por debajo de 1,5 grados».

La COP 26 está siendo criticada por los activistas como la más «exclusivista» de la historia por el escaso acceso a la cumbre de la sociedad civil y de las comunidades indígenas. Como contrapunto, esta semana se clelebra la Cumbre del Pueblo (Peoples Summit), organizada por la Coalición COP26, que el sábado congregó a más de 100.000 manifestantes en las calles de la ciudad.

«La cumbre ha dejado sin voz a mucha gente»alega Asad Rheman, portavoz de la coalición. «Hasta ahora está siendo una sucesión de anuncios y compromisos que no son reales y no se corresponden con las acciones. Se haciendo mucho «lavado verde» con la promesa del «cero neto», pero lo que la sociedad civil reclama es un «cero real», y para llegar hasta allí hay que abordar con urgencia el final de la financiación de los combustibles fósiles: no solo el carbón, también el gas y el petróleo».

Fuente: CARLOS FRESNEDA,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2021/11/08/6187d14621efa02d1f8b456f.html,



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