La investigación, publicada en Nature, concluye que, si se mantienen los esfuerzos de conservación en las zonas de conflicto y se interviene pronto en caso de alto el fuego, eso "podría ayudar a salvar a muchas poblaciones y especies en riesgo".

Robert Pringle y Joshua Daskin, de la universidad de Princeton (Estados Unidos), estudiaron el efecto de los conflictos armados en 253 poblaciones de herbívoros de gran tamaño en áreas protegidas de todo África.

Para su análisis, utilizaron datos recopilados entre 1946 y 2010 relativos a varios tipos de animales, lo que incluyó especies en peligro como elefantes o hipopótamos.

Los expertos comprobaron que la intensidad y frecuencia de las guerras, que afectaron a un 71 % de los parques africanos durante ese periodo, son el indicador más importante de las pautas de evolución de las poblaciones animales.

Así, a mayor frecuencia de conflicto, menor el crecimiento de las poblaciones, que se convierte en negativo en las zonas de alta intensidad.

Los autores constataron sin embargo que es infrecuente el colapso total de las poblaciones animales, lo que indica que "la fauna afectada por la guerra puede a menudo recuperarse".



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