La última colonia de focas monje que habitó las costas españolas vivía en las playas el Cabo de Gata (Almería) en los años 60. Sólo 10 años más tarde ya sólo quedaban cinco ejemplares, que fueron muriendo hasta que el último de ellos desapareció a principios de los 80, y con él se extinguió la especie en nuestro país.

Desde entonces su regreso se ha contemplado multitud de veces, introduciendo ejemplares de las colonias que aún se conservan en Mauritania y Madeira (Portugal) o en el Mediterráneo en Croacia, Grecia y Turquía, además de unos pocos individuos en Argelia y Marruecos.

Ahora, todo indica que la foca monje volverá a nadar en aguas españolas después de que el Ministerio para la Transición Ecológica presentase al Cabildo de Fuerteventura y al Gobierno de Canarias el estudio de viabilidad demográfica para la reintroducción de la especie. Los primeros ejemplares, llegados desde Cabo Blanco (Mauritania), podrían ser liberados en el Parque Natural de Jandía, en la isla de Fuerteventura, en el año 2019.

Foca monje

Pero, para entender su reintroducción, es preciso conocer antes cómo fue su desaparición. En la edad media, la foca monje era perseguida por dos razones: su piel y por ser una amenaza para la pesca comercial. La grasa de su piel era algo similar a una vela sin humo, todo un avance para las personas de aquel tiempo.

«Durante los siguientes siglos, se persiguió a la foca monje en la costa de Medina y Canarias porque los pescadores tenían un conflicto con ellas ya que la veían como una alimaña que amenazaba su práctica pesquera», explica Luis Mariano González, jefe del Área de Acciones de Conservación del Ministerio para la Transición Ecológica.

En 1951, ocurrió la última gran matanza de estos animales en Alicante. Y 70 años más tarde, la foca monje continúa ausente en las aguas españolas. Una extinción muy longeva que provocó la creación de un programa de recuperación de la especie en el Atlántico, donde se encuentran las últimas grandes colonias, exactamente en Cabo Blanco y Madeira.

Y ahí es donde empieza el camino que desemboca en este acuerdo para la reintroducción. Ambas islas se encontraban en situación de riesgo y, al no haber comunicación entre ellas, se decidió que fueran las Islas Canarias las que acogieran los ejemplares de la foca monje para servir de puente genético.

Largo recorrido burocrático

Pero aún queda un largo recorrido burocrático que pasa por la aprobación de la Comisión Estatal del Patrimonio Natural y la Biodiversidad y por la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente.

«Se empieza por un punto, y si este se cumple satisfactoriamente, pasaremos al siguiente, y así con todos. Tanto el Gobierno de las Canarias como el Ministerio trabajarán para que se vayan cumpliendo. Hay que ir paso a paso», explica González sobre dicho plan.

Además, avanzó a este diario que el primero de ellos consiste en determinar cuántos ejemplares se podrían traer desde las colonias teniendo en cuenta su tamaño, sexo, edad, entre otras características del animal, aunque podrían ser cerca de 36 en los próximos 10 años.

Plan de repoblación

No obstante, este plan de repoblación no es una iniciativa pionera española. En Hawai sucedió algo parecido y la foca monje despareció de los límites del archipiélago por su solicitada piel. Ante su desaparición, se crearon nuevas colonias a partir de su reintroducción por toda la isla. Todo un éxito que tiene todas las papeletas para repetirse, esta vez, en Canarias. El ministerio cuenta con la colaboración de los profesionales que llevaron a cabo la translocación en Hawai.

La elección de Fuerteventura, además de su perfecta localización, tiene otra razón fundamental: la legislación. Una de las grandes amenazas para cualquier animal marino son las redes de trasmallo, un arte de pesca reconocible por las grandes cantidades de pescado que se pueden llegar a recoger. Sin embargo, esta práctica no es bienvenida en la isla, jurídicamente hablando.

«Que una de las grandes amenazas sea el trasmallo y esté prohibido en Fuerteventura es muy importante, ya que eliminas una gran parte de la problemática. Cabe destacar la sensibilidad que tienen los pescadores sobre este tema, están muy concienciados», destaca González.

Especies extinguidas

La foca monje no es la única especie que preocupa al Ministerio para la Transición Ecológica. El pasado 26 de junio, la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente aprobó el primer Listado de Especies Extinguidas en Estado Silvestre en España.

Se trata de 33 animales desaparecidos -como la foca monje, la ballena franca o el lince boreal- que podrían en su momento ser contemplados para una eventual recuperación.

De hecho, la foca monje es la tercera especie extinta que se trata de reintroducir dentro de las fronteras españolas, tras el ibis eremita y el grévol, un gallo salvaje para el que el Ministerio ha firmado un acuerdo con el Gobierno francés para revertir con su extinción. Queda aún mucho por hacer, si se quisiera reintroducir más de 30 especies desaparecidas.

Ahora es el turno de la foca monje, pero ¿cuál será la siguiente que cruce las fronteras españolas? Quizá el lince europeo o boreal. «Su desaparición afectó en cascada y ha influido en el proceso de declive de otras especies», cuenta González.

Fuente: EL MUNDO / PALOMA TEROL,

Artículo de referencia: http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2018/10/08/5bb2515ce5fdea80378b458b.html,



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