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La proliferación de canguros amenaza la biodiversidad del continente australiano. Expertos indican que su impacto en áreas de conservación podría ser superior incluso al de los conejos.

En Australia, la palabra «plaga» es sinónimo de un pequeño y grácil animal de largas orejas conocido por su prolífica capacidad de reproducirse. La historia de los conejos en el continente Australiano comenzaría en el año 1859, cuando un colono británico de nombre Thomas Austin importó desde las islas 24 de estos animales y los liberó con el fin de poder darles caza. Lo que Austín nunca pudo imaginar fue que su inocente acción degeneraría en más conejos de los que jamás soñó que podría cazar.

Australia tiene una fauna singular y famosa por que, a excepción de algunos amables marsupiales herbívoros, la mayoría de las cosas que se mueven te quieren picar, morder o comer.

Sin embargo, un depredador no ataca a una presa si no la reconoce como tal, y eso es precisamente lo que sucedió con los conejos en Australia, que al carecer de depredadores naturales en su nuevo hábitat proliferaron de manera exponencial convirtiendo lo que Austin pretendía hacer un divertimento, en una cuestión de pura supervivencia.

Así, en un paraíso sin depredadores, y con una de las tasas de reproducción más altas del reino animal para un mamífero, los conejos pronto se harían con el continente.

Desde entonces Australia lleva luchando contra los conejos de las maneras más diversas: introduciendo algunos de sus depredadores naturales como los zorros, construyendo vallas especiales para lepóridos que literalmente atraviesan el continente de un extremo al otro e incluso tomando medidas tan drásticas como introducir deliberadamente el virus de la mixomatosis, altamente letal para la especie.

Una plaga local

Si bien estas medidas han logrado reducir las poblaciones de conejos, el problema de la superpoblación de estos animales aún persiste en la actualidad.

Sin embargo lo que los australianos no podían imaginar era que iban a tener que hacer frente a la que puede resultar una plaga aún peor, y esta vez la amenaza procede de su propia casa, pues ahora un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Sydney ha encontrado que las reservas australianas para la conservación de flora y fauna están mostrando signos de pastoreo excesivo por parte de los canguros.

Pese a que hace tiempo que los canguros han sido considerados una plaga en las tierras agrícolas, en las cuales compiten con el ganado por los recursos, generalmente, cual fauna autóctona, rara vez se les ha considerado una plaga en las áreas de conservación.

La sorpresa para el equipo dirigido por Michael Letnic, autor del artículo que se publica esta semana en la revista Global Ecology and Conservation bajo el título Grazing by over-abundant native herbivores jeopardizes conservation goals in semi-arid reserves, saltó cuando descubrieron que el impacto de los canguros era incluso un motivo de preocupación más acuciante que los propios conejos.

«No sólo las áreas donde pastaban los canguros en exceso tenían menos especies de plantas, sino que los suelos se agotaron en nutrientes y se compactaron, lo que se traduce en que el suelo puede absorber menos agua cuando llueve», declara el que es profesor del Departamento de Ecología de la Conservación y para Restauración de Ecosistemas de la Universidad de Nueva Gales del Sur.

Canguros

Los hallazgos se basan en el trabajo de campo realizado en cuatro reservas para la conservación durante la sequía de 2018. Si bien los canguros y los conejos pueden deambular libremente en estas áreas, cada reserva tiene varias secciones cercadas y diseñadas para mantener alejados a los animales no deseados para ayudar a que la vegetación nativa se regenere.

Estas áreas excluyeron a conejos canguros y en algunos casos a ambas especies en aras de poder cuantificar el impacto de las mismas en cada unos de los territorios. Después el equipo comparó la salud del suelo y la vegetación, buscó signos de degradación de la tierra específicos para cada especie y monitoreó las poblaciones de animales en cada área, concluyendo que los canguros eran los más abundantes y los generadores de un mayor impacto negativo.

Demasiados canguros

«Tendemos a pensar en el pastoreo de canguros como un proceso natural porque son una especie nativa, pero ahora hay demasiados canguros en las reservas de conservación», explica Letnic. «Su pastoreo puede ser perjudicial para la conservación de la biodiversidad y tenemos que empezar a pensar en el desarrollo de estrategias para restablecer el equilibrio y reducir los impactos adversos del pastoreo excesivo, especialmente durante épocas de sequía», añade.

Por su parte Graeme Finlayson, ecólogo especializado en ecosistemas de pastizal y colaborador de la asociación Bush Heritage, explica que el pastoreo excesivo tuvo también graves consecuencias para otras especies nativas que dependen de la cubierta vegetal y los recursos alimentarios asociados para sobrevivir.

«Una de las especies clave que probablemente se verá afectada por el sobrepastoreo es el popòroco‘ o torillo australiano -Pedionomus torquatus- un ave en peligro crítico de extinción de la cual quedan menos de 1000 ejemplares en estado salvaje«, comenta.

«A pesar de haber avistado en 2019 a tres de aves en la Reserva de Boolcoomatta (uno de los espacios incluidos en el estudio) no hemos tenido noticias de la presencia de la especie desde entonces», añade. «El pastoreo excesivo y luego una sequía de dos años han reducido considerablemente la cobertura y los recursos alimentarios en lo que probablemente sean dos factores clave de la desaparición de este ave».

Un ecosistema seco y delicado

Los ecosistemas australianos son frágiles y pueden desequilibrarse por la sobreabundancia de una especie. Por ejemplo, el pastoreo excesivo del canguro conduce a una menor diversidad de plantas, y menos plantas significa menos alimento y refugio para otros animales. La doctora Charlotte Mills, autora principal del estudio espera que este trabajo allane el camino para futuras investigaciones sobre cómo las especies amenazadas podrían verse afectadas por el sobrepastoreo de canguros.

«No hay mucha investigación sobre cómo los canguros afectan de maneras diversas a las diferentes partes del ecosistema», comenta. «Muchas investigaciones anteriores se han centrado, quizá demasiado, en los conejos». «Los conejos y otros herbívoros introducidos como las cabras a menudo se consideran los principales contribuyentes al pastoreo excesivo en Australia», continúa Mills. «Pero descubrimos que los canguros tenían un mayor impacto en la tierra, y en la hierba en particular».

Por otra parte, según explican los autores, la intervención humana es un factor clave que contribuye al crecimiento de las poblaciones de canguros. «Los humanos han estado sacrificando dingos desde hace décadas, depredadores naturales de los canguros», añade Letnic. «Hemos sido nosotros quienes hemos facilitado el desarrollo de las poblaciones canguros».

Hacia nuevas prácticas de conservación

Hoy las reservas de conservación ayudan a proteger la vegetación nativa de amenazas como el pastoreo del ganado o de especies introducidas como conejos o cabras, sin embargo lo que sugieren los hallazgos del presente trabajo es que las especies nativas también deberían ser controladas.

«Si no estamos manejando las amenazas que han sido exacerbadas por las actividades humanas, como la sobreabundancia de canguros, entonces no estamos empleando las áreas de conservación de la mejor manera que podemos», reflexiona Mills.

Letnic añade que «si bien las poblaciones de canguros en las granjas se llevan gestionando desde hace 100 años, apenas tenemos experiencia de como hacer esto en las reservas para la conservación. Esta investigación cambia completamente las reglas de juego y es hora de hacer algunas preguntas: urge averiguar si hay demasiados canguros y si están teniendo impactos inaceptables en nuestras reservas de conservación», aclara mientras que Finlayson advierte que se trata de un equilibrio difícil de lograr. «Ahora las mejores posibilidades para estos ecosistemas pasan por un enfoque humano y dirigido por la ciencia».

«Reducir la presión total del pastoreo tendría claramente un gran beneficio para la conservación, pero puede ser un problema cuando esto requiere el manejo de especies nativas, como los canguros» continúa. «Necesitamos asegurarnos de tener una estrategia para todo el paisaje, en la que trabaje tanto el Gobierno, como los agentes implicados en la conservación y la agricultura para asegurarnos de abordar este problema juntos y de la manera más humana posible», concluye.

Fuente: Héctor Rodríguez / National Geographic,

Artículo de referencia: https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/canguros-invasores-su-propia-casa_16310,



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