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Conocida como «The Wheatbelt», la región del Cinturón del Trigo, en el estado de Australia Occidental, es un desierto para la biodiversidad.

La tala extrema de bosques y tierras cubiertas de vegetación para su uso agrícola se ha traducido en la desaparición de más del 93% de la vegetación nativa que podíamos encontrar una región que se extiende por más de 14 millones de hectáreas; un área equivalente a Inglaterra en la que hasta el 97% de flora de mayor calidad ha desaparecido completamente.

Sin embargo, un pequeño bastión de la vida silvestre que antaño habitó estas tierras aún resiste en pequeños oasis que estoicamente se niegan a desaparecer. Junto al secreto de su numantina resistencia, estas pequeñas poblaciones de flora y fauna podrían albergar una información muy valiosa para la conservación de diversos ecosistemas en diferentes partes del mundo.

Y esto es precisamente lo que ha llamado la atención del doctor Graham Fulton, de la Universidad de Queensland y del investigador local John Lawson, quienes centrándose en el estudio de la biodiversidad de parte de uno de los pocos ecosistemas supervivientes, el conocido como el Oasis de boscoso de Dryandra, acaban de publicar un artículo en la revista Australian Journal of Zoology con el fin de encontrar la mejor manera de proteger a las especies que aún permanecen en la zona.

Cinturón del Trigo

«Es muy duro comprobar la devastadora pérdida de áreas silvestres en el cinturón de trigo de Australia Occidental” explica Fulton. «El 97% de la mejor vegetación de la zona ha sido sustituida, y los animales han desaparecido. No es de extrañar que Australia tenga la mayor tasa de extinción de mamíferos del mundo», continua.

«Pero a pesar de esta terrible pérdida, estamos decididos a ayudar a las especies restantes del área, aprendiendo la mejor manera de proteger a los animales en hábitats amenazados similares en todo el mundo», añade.

En su articulo titulado «Birds respond to woodland type, soil and mesic gradients in heterogeneous woodlands at Dryandra» los autores ponen de manifiesto que este entorno enormemente disminuido, una zona residual de edad avanzada de lo que fueron los bosques nativos de Australia Occidental, es el último refugio para las aves.

Por ello, con el fin de cuantificar la utilidad del ecosistema que aún sigue en pie a través de la diversidad de aves presentes en el mismo, Fulton y Lawson se enfocaron en el estudio de un gran remanente heterogéneo de bosques primarios centrándose en 3 tipos de bosque distintos: Eucalyptus accedens conocido como wandoo corteza de polvo; Eucalyptus wandoo conocido como wandoo o eucalipto blanco y Eucalyptus astringens o mazo marrón; mallat para los Noongar, los aborígenes que aún pueblan el suroeste del continente.

2397 aves de 52 especies distintas

Así, a través de 70 puntos a lo largo de siete transectos, los investigadores encontraron un total de 2397 aves de 52 especies distintas, una evidencia que sugiere la necesidad de crear nuevos oasis. “Estas aves solo pueden sobrevivir gracias a estas pequeñas islas de bosque esparcidas por este vasto mar de trigo”, explica Fulton.

«Las islas de hábitat como esta son comunes en todo el mundo, donde el desarrollo humano destruye significativamente los hábitats naturales» y lo que es más importante, se muestran útiles a la hora de ofrecer un espacio a las especies silvestres y garantizar su presencia en el territorio. 

«Es hora de presionar a los planificadores gubernamentales de todo el mundo para que observen el panorama general, construyendo refugios para la vida silvestre que desaparece y se ve amenazada siempre que sea posible», añade autor principal del artículo.

Del mismo modo, la investigación reveló la importancia de la diversidad del tipo de hábitat para proteger a las especies restantes. «Al proteger una amplia gama de hábitats, no solo lugares protegidos simbólicos, podemos ofrecer a estas aves acceso a la variedad de recursos que necesitan para sobrevivir y prosperar. Y no solo a las aves; incluso el icónico numbat australiano, en peligro de extinción, sobrevive gracias al pequeño oasis que le proporciona Dryandra».

«Si de verdad nos tomamos en serio la reducción de nuestra tasa de extinción y la protección de las especies que significan tanto para muchos, es hora de considerar la expansión de los oasis de nuestro hábitat y la gestión de esos hábitats de manera efectiva», sentencia.

Fuente: Héctor Rodríguez / National Geographic,

Artículo de referencia: https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/oasis-entre-cultivos-o-como-sobrevivir-cinturon-trigo-australiano_16872,



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