Hallan pistas de nuestro origen en el polvo de estrellas

Según explican los científicos, lo más sorprendente fue descubrir que esta galaxia contenía una gran cantidad de polvo estelar, es decir, formaciones de polvo creadas por la muerte de una generación anterior de estrellas. "No sólo hemos podido ver a A2744_YD4, la galaxia más lejana observada hasta ahora por ALMA, sino que además la detección de tanto polvo indica la existencia de supernovas anteriores", ha explicado Laporte.

El polvo cósmico se compone principalmente de silicio, carbono y aluminio, en granos tan pequeños como una millonésima de centímetro de diámetro. Los elementos químicos de estos granos se forjan dentro de estrellas y se dispersan a través del cosmos cuando las estrellas explotan. Actualmente, este polvo es abundante y es un elemento clave en la formación de estrellas, planetas y moléculas complejas, pero en el universo temprano (antes de que las primeras generaciones de estrellas desaparecieran) era escaso.

Las primeras estrellas del universo

El estudio de polvo en el universo temprano proporciona nueva información sobre cuándo explotaron las primeras supernovas. Determinar cuando tuvo lugar este "amanecer cósmico" es uno de los santos griales de la astronomía moderna. El equipo estima que A2744_YD4 contenía una cantidad de polvo equivalente a 6 millones de veces la masa de nuestro Sol, mientras que la masa estelar total de la galaxia (la masa de todas sus estrellas) es de 2 mil millones de veces la masa de nuestro Sol.

Además, el equipo también midió la tasa de formación de estrellas en A2744_YD4 y encontró que se están formando estrellas a una velocidad de 20 masas solares por año, en comparación con sólo una masa solar por año en la Vía Láctea. "Esta tasa no es inusual para una galaxia tan distante, pero sí puede darnos información sobre cómo se formó rápidamente el polvo en A2744_YD4", ha resaltado Richard Ellis, coautor del estudio y profesor del European Southern Observatory (ESO) y de la University College de Londres.

Esto significa que la formación estelar comenzó aproximadamente 200 millones de años antes de la época en que se empezaron a estudiar las galaxias. Nuestro Sol, nuestro planeta y nuestra existencia son productos, 13 mil millones de años más tarde, de esta primera generación de estrellas. Al estudiar su formación, vida y muerte, estamos explorando, según Laporte, nuestros orígenes.



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