El barrido ha sido tradicionalmente el único tratamiento que se ha usado para la limpieza de los pavimentos, tanto del interior de las viviendas como de sus patios, corrales, almacenes u otras dependencias, así como de calles y plazas de los pueblos y ciudades.

Por regla general, el barrido ha sido y sigue siendo la manera más eficiente, económica y rápida de retirar los residuos de pavimentos irregulares o sobre los que existen muchos obstáculos que dificultan la mecanización del trabajo.

A lo largo del tiempo, el barrido de las vías ha ido adaptándose a una serie de cambios motivados por la evolución de los tipos de pavimento. Hace años, el barrido se efectuaba sobre calles de tierra llenas de irregularidades producidas por el paso de caballerías y carruajes, polvorientas en la época seca y convertidas en lodazales en la época lluviosa cuando no por la circulación incontrolada de las aguas residuales o fecales. Las características del barrido en estas circunstancias eran, en términos generales, la poca eficacia y la gran cantidad de tiempo empleado para conseguir resultados mínimamente aceptables.

El enladrillado o el empleado de las calles con cantos rodados presentó un gran avance para la calidad de vida de los habitantes de las antiguas ciudades. Las irregularidades disminuyeron mucho y con ellos se mejoraron de forma sustancial las condiciones del barrido de las calzadas. La efectividad y los resultados también mejoraron considerablemente, pues la escoba arrastraba ya sólo los residuos y no acarreaba con ellos cantidades importantes de tierra.

La utilización del adoquín de granito tallado supuso otro gran avance en la pavimentación de las vías públicas. Su mayor resistencia al paso de los carruajes, la mayor uniformidad del piso y la disminución del número y profundidad de los intersticios entre los adoquines que conforman la calzada, facilitaron las condiciones del barrido, ya que la escoba se desliza sobre el adoquín con mayor ligereza y deja atrás menos residuos de pequeño tamaño. La operación mejoró más aún cuando dichas piezas graníticas se unieron con hormigón en lugar de arena, que es como se comenzaron a adoquinar las calles.

En el siglo XIX, el ingeniero escocés John Mac-Adam ideó el sistema de pavimentación que en castellano se conoce como macadán, y que consiste en un relleno y nivelado de las calzadas con piedra machacada en capas superpuestas de diferentes granulometrías, más gruesa en la base y más fina en la superficie, que se aglomeran con rulos compresores y se cohesionan mediante el riego con alquitrán. Este tipo de pavimento, ya completamente liso, unido a la existencia del bordillo que delimita la calzada de la acera y el pavimentado de esta mediante losas de diversos materiales, se extendió por todos los pueblos y ciudades, suponiendo un gran avance para la labor de barrido, pues impide que los residuos queden retenidos al presentar una superficie continua y sin grietas ni separaciones. Este firme permite que el deslizamiento de la escoba, y por ende el arrastre de los residuos, se haga con mayor facilidad y que sea asimismo más sencillo agruparlos y recogerlos.

La existencia del bordillo ha permitido la mecanización del barrido, pues sirve de contención a los residuos y de delimitación entre la calzada y la acera, actuando como guía para los cepillos de las barredoras mecánicas.

La utilización del aglomerado asfáltico por la mayor cohesión de los materiales que lo componen, ha sido una de las últimas mejoras en los pavimentos de las calzadas y ha facilitado aún más los trabajos de barrido.

La técnica también ha evolucionado; antiguamente se utilizaban carretillas de mano para recoger los residuos, el barrendero iba cargando la carretilla con la ayuda de una pala y una escoba a medida que iba avanzando por su sector a lo largo de la jornada. Cada vez que la carretilla se llenaba, debía dirigirse a determinados lugares más o menos apartados para descargarla y regresar después a su labor. La necesidad de más capacidad de carga hizo que se construyeran carros de mano con un volumen superior y que se usaran también carros tirados por caballerías. Más tarde, al iniciarse la motorización, el camión permitió una mayor capacidad de carga y autonomía de los desplazamientos.

Las primeras barredoras mecánicas con cepillos giratorios nacieron en el siglo pasado y eran arrastradas por caballerías. No tuvieron mucho éxito porque no aportaban soluciones completas, ya que no efectuaban la operación de autocargado de los barridos.

El perfeccionamiento de las máquinas barredoras, la incorporación de la aspiración para elevar los residuos del suelo, la autocarga de estos y el uso de vehículos de motor para su operación y transporte, se inició en la segunda mitad de este siglo con una gran diversidad de soluciones técnicas, modelos y accesorios para aplicaciones especiales.

Dentro del conjunto de los tratamientos de limpieza, los diversos tipos de barrido representan el grupo más importante.

En la mayoría de las poblaciones de tamaño pequeño, la práctica totalidad de los recursos destinados a la limpieza viaria se aplican a tratamientos de barrido, con predominio de los manuales sobre los mecanizados. La importancia de los tratamientos de barrido en el conjunto de la limpieza viaria es innegable, pues conforman la base sobre la que se asienta el resto de los servicios.

En otros artículos podrán verse informaciones especificas sobre los diversos tipos de tratamiento de limpieza.



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