Las ballenas pueden escuchar los motores de los barcos desde muy lejos. Se necesitan nuevas pautas para protegerlas del ruido humano, cuyo límite, según un nuevo estudio, se sitúa en 150 decibelios.

La observación de ballenas se ha convertido en un negocio multimillonario, y las empresas quieren brindar a sus clientes la mejor experiencia posible, normalmente colocando sus embarcaciones lo más cerca posible de las ballenas. En los últimos años las autoridades públicas de todo el mundo han establecido restricciones para los barcos de observación en aras de protegerlas.

Por ejemplo, en algunos países se requiere que dichos botes mantengan una distancia de al menos 100 metros de las ballenas, o que se desplacen a baja velocidad cuando navegan cerca.

Sin embargo, los estudios científicos han demostrado que incluso cuando los barcos cumplen con estas restricciones, las ballenas se ven perturbadas y cambian su comportamiento: se zambullen, cambian de rumbo, nadan más rápido, respiran con más frecuencia, se dispersan y pueden emitir sonidos diferentes a los habituales.

Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Aarhus en Dinamarca cree haber encontrado una explicación: los motores de algunos de los barcos son demasiado ruidosos.

«A diferencia de los humanos, el sentido dominante en las ballenas no es la vista, sino el oído. Como tal, una ballena puede no ser capaz de ver un bote de observación una distancia de 100 metros, pero es probable que lo escuchen» explica la australiana Kate R. Sprogis, bióloga y titular de la beca Marie Sklowdowska-Curie de la Universidad de Aarhus. «Por ello tiene sentido considerar esto cuando se estipulan las pautas de observación de ballenas» añade.

Ballenas

Sprogis es la directora de un equipo de investigadores que, utilizando altavoces subacuáticos y cámaras en drones han experimentado para descubrir cual es el nivel de ruido de los barcos que hace que las ballenas jorobadas cambien su comportamiento. Los resultados han sido publicados esta semana en la revista científica eLife en un artículo titulado Vessel noise levels drive behavioural responses of humpback whales with implications for whale-watching.

Los experimentos se llevaron a cabo en el Golfo de Exmouth, en la costa oeste de Australia, que tiene la mayor población de ballenas jorobadas del mundo.

Se trata de un área de descanso donde las ballenas dependen de sus depósitos de grasa para pasar el invierno, época en la que no se alimentan, y en la que sus crías maman para volverse lo suficientemente fuertes para la migración al lugar de alimentación en aguas más frías durante el verano.

Usando un dron, los investigadores observaron a una madre y a su cría, mientras que desde un bote situado a una distancia de 100 metros emitían ruidos de motor a diferentes niveles. Completaron un total de 42 experimentos de exposición controlada al ruido y registraron todos los movimientos de comportamiento de las ballenas desde una perspectiva aérea con la cámara del dron.

Al nivel más alto de ruido, de 172 decibelios, lo que representa a una embarcación ruidosa, y a una distancia de 100 metros de las ballenas, descubrieron que el tiempo de descanso de las madres se redujo en un 30%, su frecuencia respiratoria se duplicó y su velocidad de nado aumentó en un 37 %. Sin embargo, a menudo volvieron a un estado de reposo cuando el ruido del bote se alejó.

Consecuencias a largo plazo

Otra investigación muestra que las reiteradas perturbaciones de los humanos pueden tener consecuencias a largo plazo para las ballenas: cuando las madres gastan una gran cantidad de energía respondiendo negativamente al ruido submarino y al estrés que este les produce, tienen menos energía para alimentar a sus crías, evitar depredadores o migrar a su lugar de alimentación polar para engordar.

Además, para las crías, las perturbaciones múltiples también pueden significar que no obtienen suficiente leche: «en poco tiempo, tienen que crecer y volverse lo suficientemente fuertes para poder hacer frente a la migración a regiones más frías y minimizar el riesgo de depredación por tiburones y orcas« añade Sprogis.

Los investigadores concluyeron que el nivel de ruido del motor de una embarcación debería mantenerse por debajo de 150 decibelios para evitar afectar el comportamiento de las ballenas jorobadas y recomiendan introducir este estándar de emisión de ruido para garantizar que los barcos no molesten a las ballenas innecesariamente.

También señalan que muchos barcos de observación de ballenas en la actualidad ya están equipados con motores adaptados y, por lo tanto, cumplen con la recomendación, sin embargo hacen hincapié en que las autoridades ahora pueden utilizar este estudio para estipular estándares de emisión sobre al ruido de los barcos de observación que ayuden a regular la actividad y hacerla más coherente, ya que esta observación podría y debería realizarse, perturbando lo menos posible a los cetáceos.

Fuente: Héctor Rodríguez / National Geographic,

Artículo de referencia: https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/shhhh-ballenas-duermen_15700,



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