En España se recogen 4,9 millones de toneladas de papel y cartón usado al año, mientras que se reciclan 5,7 millones de toneladas. Estas cifras indican que España está por encima de la media de la Unión Europea en utilización de papel recuperado y le sitúan como el décimo país reciclador de papel a nivel mundial, según datos del último estudio de la Asociación Española de Recuperadores de Papel y Cartón, REPACAR y el informe de ASPAPEL, la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón.

Este sector, que adquiere un gran protagonismo en la sociedad tanto en el campo económico como en el medioambiental, estará representado en TEM TECMA 08, Feria Internacional del Urbanismo y Medioambiente, organizada por IFEMA y que se desarrollará entre el 10 y el 13 de junio próximos, en la Feria de Madrid. Precisamente la gran novedad de esta edición es la creación en el marco del propio TEM TECMA del Salón de la Recuperación y el Reciclado, SRR, que se ocupa de estas materias.

En España el consumo medio de papel por habitante al año es de 176 Kg., cifra superior en un 21 por ciento a la media de los países de la Unión Europea, que alcanza los 139 Kg. por habitante. De esta manera, los 4,9 millones de toneladas anuales de papel y cartón usado que se recuperan para su reciclaje en España suponen un ahorro de volumen en los vertederos equivalente a 46 grandes estadios de fútbol como el Bernabéu o el Camp Nou llenos hasta arriba. Además, se evita la emisión en vertederos de 4,1 millones de toneladas de CO2 que es más del 1 por ciento de las emisiones totales que produce el país, según el informe de ASPAPEL.

La tasa de reciclaje, que en 2003 se situaba en el 61,6 por ciento, creció en 2007 hasta el 84,6 por ciento. En España se recicla casi el 85 por ciento del papel que consumimos, lo que nos sitúa por encima de la media de la Unión Europea, establecida en el 56,3 por ciento y en el grupo de cabeza con Austria, Suecia y Alemania.

El volumen de papel recuperado consumido anualmente por la industria papelera española se incrementó en más de un millón de toneladas, pasando de los 4,4 millones de toneladas reciclados en 2003, a 5,7 millones de toneladas reciclados según indica el informe de la última memoria de actividades de la Asociación Española de Recuperadores de Papel y Cartón, REPACAR.

La tecnología y la inversión en nuevas instalaciones hicieron posible este aumento del 20 en la capacidad de reciclaje, que ha tenido además un efecto positivo en el sector de la recuperación y reciclado. La industria papelera española recicla todo el papel usado que se recupera en España y más de un millón de toneladas adicionales que se importa de otros países.

Según el Consejo Europeo para la Recuperación de Papel, ERPC (por sus siglas en inglés), la producción total en España fue de 8,4 millones de toneladas, de las que 6,4 fueron de papel y 2 de celulosa. Dentro de la Unión Europea, España ocupa el quinto lugar como productor de celulosa y el sexto de papel. El valor de la producción se cifra en 4.700 millones de euros.

Al reciclar el papel recuperado evitamos que una gran cantidad de residuos se depositen en vertederos o se quemen en incineradoras, utilizando un residuo como un recurso y evitando graves impactos ambientales. Sin embargo, el 19 por ciento del papel que utilizamos no puede recuperarse para el reciclaje porque lo guardamos, como ocurre con los libros, o porque, debido a su uso, se deteriora o se destruye, como el papel higiénico y sanitario.

El proceso de la recuperación y el reciclaje del papel es un ciclo cerrado, integrado y sostenible. Los árboles producen madera fijando dióxido de carbono y éste queda almacenado en el papel. Con el reciclado se prolonga la vida útil de las fibras de celulosa obtenidas de la madera, optimizando el aprovechamiento de este recurso natural. Así, se cierra y equilibra el ciclo sostenible del papel, que parte de una fuente renovable y natural de la materia prima que es el bosque. El proceso de reciclado del papel recuperado se obtiene mediante la mezcla con agua y la agitación. Las fibras de celulosa se separan de las grapas, plásticos y pasan a la máquina papelera, donde forman una banda húmeda, de la que se va eliminando el agua hasta obtener la bobina de papel.



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