Mejorar los métodos de producción de alimentos y adaptarlos a las necesidades locales, incentivar la producción agraria respetuosa con el medio ambiente y facilitar información suficiente a los consumidores para que pueden poner en práctica una dieta con menos impacto ambiental. Estos son tres de los consejos que ofrece un estudio científico publicado en la revista Science (ed. 1 de junio) en dos científicos de Estados Unidos y Suiza revisan medio millar de investigaciones sobre los impactos del sector agroalimentario y el consumo de alimentos sobre el cambio climático y el medio ambiente en general.

Además de los consejos generales, este nuevo metaestudio sugiere que una de las acciones personales más efectivas para luchar contra el cambio climático es reducir el consumo de carne. Convertirse en vegetariano o vegano es una posibilidad (un sacrificio, en el caso de muchas personas), pero bastaría con que el conjunto de los ciudadanos de los países industrializados limitaran su consumo de carne, leche y derivados lácteos para reducir de forma substancial su impacto en el medio ambiente, indica el articulo publicado en Science.

El nuevo análisis muestra que, mientras que la carne y los lácteos proporcionan solo el 18% de calorías y el 37% de proteínas, utiliza la gran mayoría (83%) de las tierras de cultivo y produce el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura. A partir de los datos conocidos, los investigadores identificaron estrategias viables para mitigar el impacto ambiental de la producción y consumo de alimentos. Sus recomendaciones principales son:

  • Los productores (agricultores, ganaderos) deben conocer y controlar el impacto ambiental de cada una de las fases de su actividad y elegir las prácticas que mejor encajen con el lugar.
  • Los productores deben informar sobre los impactos de sus actividades a los eslabones que se encuentran por encima de ellos en la cadena de suministro (elaboradores, distribuidores).
  • Los legisladores deben incentivar a los productores para que estos establezcan objetivos medioambientales en su actividad.
  • Los consumidores deben elegir su dieta estando informados de los impactos ambientales de su opción.

El estudio que ahora se publica recuerda que más de 570 millones de granjas producen alimentos en casi todos los climas y tipos de suelo del mundo, lo cual provoca la degradación de los ecosistemas, el agotamiento de los recursos hídricos y un agravamiento del cambio climático. Encontrar tácticas para mitigar estos efectos negativos que sean efectivas para todos los productores supone un desafío; basta con entrar en una tienda de alimentos para reconocer la gran diversidad de productos que existen, detrás de los cuales hay una gran diversidad de productores y métodos de producción.

Joseph Poore y Thomas Nemecek analizaron 570 estudios de lo que se conoce como "análisis del ciclo de vida" (que rastrea el impacto medioambiental asociado con todas las etapas de la existencia de un producto) que representan más de 38.000 granjas y 1.600 procesadores de alimentos, tipos de envasado y vendedores minoristas en 123 países. Los investigadores cuantificaron un número sin precedentes de impactos medioambientales -emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), uso del suelo, uso del agua, acidificación del océano y eutrofización- de 40 productos alimenticios diferentes.



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