Si se confirma, la ley podría limitar e incluso impedir la extracción de petróleo en condiciones marítimas extremas como las del Ártico, donde la limpieza de un derrame es técnicamente imposible.

El acuerdo, negociado entre el representante del Parlamento Europeo, Ivo Belet, y la presidencia irlandesa en representación de todos los gobiernos de la UE, podría obligar a las empresas europeas a evaluar su capacidad de limpiar un derrame de hielo en contextos ambientales difíciles. Estas condiciones serían, por ejemplo, la oscuridad total, la presencia de hielo o los temporales marítimos. Es decir, donde la contingencia estándar ante vertidos no puede ser aplicada. El acuerdo preliminar también exige una acción política internacional para promover los más altos estándares en materia de prevención, preparación y respuesta a la contaminación por hidrocarburos en el Ártico.

"Este acuerdo sobre una futura Ley de seguridad ante prospecciones petrolíferas en alta mar debe convertirse en una herramienta para que las empresas se lo piensen dos veces antes de embarcarse en arriesgadas aventuras árticas", ha declarado Joris Den Blanken, representante de la oficina de Greenpeace en la UE. "Los recientes incidentes frente a la costa de Alaska muestran que las empresas, como Shell, no deberían operar en uno de los medios naturales más frágiles del planeta. Desafortunadamente, este acuerdo aún deja demasiado margen de maniobra para su implementación", ha subrayado Den Blanken.

Además, el acuerdo propuesto permitiría aún discrepancias competenciales entre los protocolos de seguridad de cada uno de los países de la UE. La Agencia Europea de Seguridad Marítima (EMSA) no tendrá un mayor papel en la supervisión y control ante vertidos. Greenpeace lamenta, también, que la indemnización por derrames de hidrocarburos a pescadores u operadores turísticos tampoco está incluida.

A medida que la industria petrolera se prepara para nuevas exploraciones en las duras condiciones del mar de Barents, es urgente que la UE establezca los protocolos para asegurar que el Ártico está protegido de posibles mareas negras y de sus efectos devastadores.

"Empresas como Shell nos han demostrado la nula sensibilidad ante exploraciones en este entorno y, si se aplicase con rigor, este acuerdo podría limitar las perforaciones en el Ártico europeo", ha declarado Ben Ayliffe, responsable de la campaña del Ártico. "Aunque ha sido bien acogida, los políticos de la UE deberían promulgar esta legislación tan pronto como sea posible debido a que cada vez más y más compañías de petróleo están contemplando desarrollar sus propias operaciones en el Ártico", ha concluido Ayliffe.

Durante siete meses Greenpeace ha recogido más de 2.500.000 firmas en todo el mundo para que se declare el alto Ártico un santuario donde se prohíban las prospecciones petrolíferas y las pesquerías industriales. Con estas firmas, Greenpeace demanda a los Estados miembros del Consejo Ártico como Rusia, Canadá o Estados Unidos que apoyen la protección de las aguas internacionales, especialmente a través de una moratoria en las actividades humanas más contaminantes.



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