La campiña toledana, sus extensas e interminables estepas, son un ejemplo de la fusión entre los usos más tradicionales del campo y las nuevas oportunidades económicas que pueden surgir en torno a los recursos naturales de esos espacios, donde conviven algunas de las especies más representativas de la península.

Son cientos de kilómetros cuadrados de llanuras esteparias (galería fotográfica) que bordean la ciudad de Toledo, cuya existencia se arraiga a los usos agrícolas tradicionales como el barbecho y los cultivos cerealistas, y que se han convertido en el hábitat idóneo para la pervivencia de aves como la avutarda.

El área esteparia de la margen derecha del río Guadarrama, que engloba a once términos municipales ubicados al noroeste de Toledo en una extensión de 12.000 hectáreas, está catalogada como una Zona de Especial para las Aves (ZEPA) debido a que se ha convertido en hábitat privilegiado para avutardas, sisones, cernícalos primilla o aguiluchos, entre otras especies cuya conservación quiere asegurar la Unión Europea.

Sin embargo, el interés del área radica en la gran presencia de avutardas, una especie zancuda de color parduzco reconocida por su abultada panza y cuyo peso puede alcanzar hasta 15 kilogramos en los machos adultos.

Esta ave suele nidificar en zonas de estepa, con terrenos de cereal y de barbecho que han conseguido mantenerse gracias a la conservación de los usos tradicionales agrícolas como fuente de riqueza para los núcleos urbanos próximos, como es el caso de Camarenilla.

El Ayuntamiento, dispuesto a apoyar el ecoturismo

El alcalde del municipio, cuya población no supera los mil habitantes, ha reconocido que la actividad económica depende “de la agricultura tradicional”, por lo que incluir sus terrenos en una ZEPA protegida por la Red Natura 2000 ha sido una medida muy beneficiosa.

“Para Camarenilla tener una ZEPA no ha significado ningún cambio sustancial en la actividad económica”, ha explicado José Manuel de Miguel, y ha asegurado que aunque hayan existido “ciertas incomodidades para desarrollar plantaciones alternativas, no se ha dado un impacto brutal que haya impedido a los agricultores continuar con su actividad“.

Este área es de vital importancia para las avutardas y otras especies aladas que mantienen su hábitat allí gracias a que la Red Natura 2000 tutela la transformación del terreno y de las prácticas agrícolas desarrolladas en él.

No obstante, como los cultivos cerealistas no son tan rentables como antaño, habría que apostar por otras medidas de desarrollo sostenible que fomenten la actividad económica en la zona.

Procurando que la ZEPA redunde en beneficio del pueblo

Según ha indicado De Miguel, “sería enriquecedor que la ZEPA se potenciara mediante el turismo ecológico“, ya que Camarenilla y toda la comarca se verían recompensadas por “verse incluidas en un área protegida”.

Por esta razón, el alcalde ha expresado que están dispuestos “a apoyar y empujar cualquier iniciativa” en materia de turismo ecológico, pues “generará riqueza y bienestar al pueblo“, además de proteger el hábitat de las avutardas.

Y es que las avutardas son un ave especialmente interesante para miles de turistas y aficionados a la ornitología que recorren el mundo y eligen sus destinos en función de las especies que pueden observar y fotografiar.

Ésta es una de las aves de mayor tamaño de Europa y se trata del ave voladora más pesada, pues los machos adultos pueden alcanzar los 15 kilogramos.

Sus poblaciones, que antes ocupaban las estepas eurosasiáticas, subsisten a día de hoy en las llanuras de cereal del interior peninsular, en las que convive -a mucha distancia- con maquinaria agrícola de escasa mecanización, como por ejemplo el tractor.

Porque la avutarda es un ave muy asustadiza y cuando percibe a un intruso acercarse a unos 400 o 500 metros, escapa rauda a ocultarse entre los rastrojos del suelo, ya que le permiten camuflar su rojizo plumaje.

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) cataloga en su Libro Rojo de las Aves a esta especie como “vulnerable“, así que las medidas de conservación y desarrollo sostenible de las áreas que las protegen, como ha demostrado la ZEPA de la margen derecha del río Guadarrama, son fundamentales para luchar contra la pérdida de sus hábitats. 



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