El comercio ilegal de colmillos de elefante está provocando una auténtica mascare en las poblaciones amenazadas de esta especie. Se estima que cada año se cazan unos 30.000 ejemplares de elefante y durante el período 2007-2013 se habrían matado más de 100.000 ejemplares en toda África. Esto ha supuesto que en determinadas regiones, como Tanzania, la población haya sufrido un descenso del 50% durante este periodo, poniendo en peligro su supervivencia.

España es la puerta de entrada a Europa de este tipo de comercio ilícito por su proximidad con otros continentes, especialmente con África y Latinoamérica. Son las zonas portuarias más cercanas a África, como Algeciras, Valencia y Canarias, las que más tránsito de especies ilegales registran. Entre 2005 y 2014, el SEPRONA ha incautado 13.838 animales y sólo durante el 2014 este mercado negro de animales ha movido en nuestro país 450.000 euros, según datos de CITES-España.

Desde 2005 hasta 2014 se decomisaron en España 4.742 reptiles, 3.096 aves y 1.379 mamíferos. Sin embargo, aunque el tráfico de fauna es el que más noticias genera en cuanto a comercio ilegal de especies vivas, este se ve desbancado por el comercio de plantas: tan sólo durante 2014 se intervinieron en las fronteras más de 10.000 cactus.

La lucha contra el tráfico de especies es una de las prioridades de WWF en todo el mundo: es una de las principales amenazas para la biodiversidad a nivel mundial, y según la ONU, se está convirtiendo también en un problema para la seguridad internacional al financiar a bandas criminales y grupos armados.

Para Luis Suárez, responsable de Biodiversidad de WWF España, «Si no somos capaces de abordar esta matanza masiva, en pocos años las poblaciones de elefantes desaparecerán de toda África, como ya lo hizo en el siglo pasado cuando las poblaciones se redujeron desde los cuatro millones al medio millón de la actualidad”.

Para ello es necesario incrementar la vigilancia sobre las poblaciones salvajes para garantizar su protección, pero también es fundamental concienciar a la sociedad de que no compre marfil y poder así reducir la demanda. Pero además, hay que aplicar con todo rigor las leyes sobre comercio y perseguir a los intermediarios que trafican con estas piezas. Suárez concluyó: “La operación llevada a cabo por la Guardia Civil en apoyo a las autoridades del CITES es muy relevante puesto que ha evitado que se vendieran como legales piezas cuyo origen puede ser animales matados de forma ilegal”.



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