En los últimos años ha crecido el debate sobre el uso del aceite de palma, especialmente en la alimentación, por sus efectos perjudiciales sobre la salud. No en vano, por la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo incluyó en una lista como posible alimento cancerígeno.

La empresa italiana Ferrero, encargada de producir dulces tan habituales en los supermercados como la Nutella, estuvo en el punto de mira el pasado año por utilizarlo en toda su gama de productos. Por su parte, al hilo de la polémica despertada entonces, la cadena de supermercados SuperSano anunció en marzo de 2017 que dejaría de vender artículos que contuvieran este producto.

Aceite de palma

Este aceite vegetal se obtiene a partir de los frutos de la palma africana y es el más consumido en el mundo. Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) indican que su alto contenido en grasas saturadas lo convierte en un producto nutricionalmente poco recomendable y desaconsejan su uso frecuente, algo especialmente difícil si tenemos en cuenta la cantidad de productos que lo contienen.

Pero la producción y el consumo de aceite de palma no solo son negativos para la salud, sino también para el medio ambiente y las comunidades próximas a grandes plantaciones o monocultivos de aceite de palma. En Indonesia, donde la producción de este aceite comenzó a utilizarse como motor de crecimiento económico, la riqueza natural de la zona se ha visto arrasada.

¿Por qué entonces no se controla y se reduce su producción?

«Porque es más barato», explica el presentador y fotógrafo de naturaleza británico Chris Packham durante un debate con los medios organizado por la firma de cosmética Lush en Londres. Él mismo pudo ver de primera mano los efectos devastadores de la deforestación en el documental emitido en la BBC In search of the lost girl.

En la cinta Packham viaja al corazón de la isla de Sumatra (Indonesia) en busca de una niña que había fotografiado veinte años antes y se encuentra con los frondosos bosques tropicales típicos de la zona convertidos en monocultivos de aceite de palma.

Lo mismo opina Daniel Campbell, químico e inventor de productos en Lush, que defiende que la textura y untuosidad que se obtiene con el aceite de palma podría conseguirse mezclando otros tipos de aceites vegetales menos dañinos. Esta práctica no se lleva a cabo porque es más cara.

Pese a todo, Campbell es positivo, y explica cómo está trabajando con su equipo para intentar hacer productos libres de aceite de palma. «Es muy difícil. Nos dimos cuenta de que retirarlo era como tirar del hilo de un cárdigan, poco a poco se iba deshaciendo», confiesa.

Eliminar aceite de palma

La firma cosmética Lush pretende eliminar el aceite de palma de sus productos. Para comenzar a transformar su gama han tenido que reformularlos por completo, utilizando los materiales de forma diferente.

Además, cuentan con una dificultad añadida no testan en animales y algunos ingredientes que podrían servirles vienen de empresas que llevan a cabo estas prácticas, por lo que no pueden comprarlos. «Por ahora tenemos modelos para jabón, aceites, geles, o champús, así que ya tenemos una base para comenzar a trabajar», explica Campbell.

Por su parte Simon Constantine, director de ética de Lush, comentó cómo se dio cuenta hace diez años durante un viaje a Indonesia del impacto ambiental del aceite de palma y comenzó a trabajar para «intentar eliminarlo» en los productos de la marca.

«Es muy útil, por eso está tan presente en la cadena de consumo. Está en todas partes», explica Constantine, que quiso hacer hincapié en la dificultad de eliminar este aceite de las rutinas diarias.

Fuente: Huffington Post,



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