Los combustibles fósiles son recursos energéticos no renovables formados a partir de un proceso de descomposición de la materia orgánica a lo largo de millones de años. Se formaron a partir de restos de animales, microorganismos y plantas, que se acumularon en capas de sedimentos y fueron sometidos a altas presiones y temperaturas durante largos periodos de tiempo. Se encuentran bajo tierra y se extraen mediante procesos de minería y perforación.
Hoy en día, son la principal fuente de energía utilizada para la generación de calefacción, electricidad y transporte. Su uso intensivo tiene impactos ambientales significativos debido a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que contribuyen al cambio climático y la contaminación ambiental.
Estos impactos tan negativos para el medio ambiente están provocando, desde hace varios años, un cambio de rumbo energético. Para alcanzar la sostenibilidad del planeta, es totalmente necesario eliminar de una vez por todas la utilización de combustibles fósiles para producir energía. El futuro de la humanidad son las energías renovables, las cuales se obtienen a partir de fuentes naturales virtualmente inagotables como el agua, la biomasa animal o vegetal, el sol o el viento -entre otras-. La principal ventaja es que no utilizan combustibles fósiles, sino recursos capaces de renovarse ilimitadamente.
La búsqueda e implementación de alternativas más limpias y sostenibles de energía, como la energía solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica, además del aumento en la eficiencia energética y la transición hacia vehículos eléctricos, tienen como objetivo principal reducir la dependencia de los combustibles fósiles para mitigar el cambio climático y proteger el medio ambiente.
¿Qué tipos de combustibles fósiles hay y para qué se utilizan?
Los principales tipos de combustibles fósiles son:
- Carbón: Combustible sólido formado por la descomposición de materia vegetal en áreas húmedas y pantanos durante millones de años. Es una roca sedimentaria compuesta principalmente de carbono, que se clasifica en diferentes tipos -antracita, lignito y hulla-, dependiendo de su contenido de carbono y las propiedades de estas. Se quema para producir calor, utilizado en la generación de electricidad y en procesos industriales.
- Petróleo: Proviene de restos orgánicos marinos, como algas y plancton, que se depositaron en fondos marinos hace millones de años. Es un líquido oscuro compuesto principalmente por hidrocarburos. Se utiliza para la producción de diésel, gasolina y queroseno, entre otros productos petroquímicos.
- Gas natural: Se compone principalmente de metano (CH4) y se encuentra en depósitos subterráneos. Se utiliza para distintos usos como la calefacción, combustible para vehículos y para generar electricidad.
¿Cómo afectan al medio ambiente?
Los combustibles fósiles -carbón, petróleo y gas natural- tienen un impacto muy negativo en el medio ambiente, que se manifiesta de las siguientes maneras:
- Acidificación y contaminación del agua: Los derrames de petróleo y los vertidos de desechos químicos asociados con la producción y el uso de combustibles fósiles pueden contaminar cuerpos de agua, causando la acidificación del agua y dañando la vida marina.
- Agotamiento de recursos naturales: El consumo continuo y la extracción de combustibles fósiles agotan paulatinamente estas reservas, poniendo de manifiesto los problemas de escasez de estos recursos energéticos.
- Contaminación del aire: La quema de combustibles fósiles emite dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, además de dióxido de azufre, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y partículas finas que contribuyen a la contaminación del aire. Dicha contaminación del aire puede provocar problemas cardiovasculares, respiratorios y otros problemas de salud a la población.
- Deforestación y degradación del suelo: La extracción de combustibles fósiles, como la minería de carbón, ocasionan la destrucción de hábitats naturales y la deforestación, contribuyendo a la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo.
- Emisiones de gases de efecto invernadero: La quema de combustibles fósiles libera dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y otros gases que atrapan el calor en la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global y al cambio climático.
- Impacto en los ecosistemas: La extracción, procesamiento y transporte de combustibles fósiles pueden tener efectos negativos en los ecosistemas locales. Los derrames de petróleo pueden provocar daños graves a la vida marina y a los hábitats costeros.
Fuente: Redacción Ambientum