Los estanques temporales emiten CO2 incluso cuando no tienen agua

 

Un nuevo artículo, publicado en la revista Scientific Reports, cambia el paradigma clásico sobre el papel de balsas y estanques temporales como fuentes de emisión de carbono a la atmósfera y su impacto en el efecto invernadero del planeta.

El rol de las aguas continentales en el ciclo global del carbono es aún bastante desconocido, a pesar de su importancia, en especial en sistemas acuáticos pequeños o temporales (con periodos sin agua). Este trabajo es uno de los primeros estudios publicados sobre los flujos de carbono a lo largo del ciclo hidrológico de sistemas acuáticos temporales, con un especial interés tanto en las áreas inundadas como en las zonas de sedimentos no cubiertas por agua (incluso durante la fase seca en verano).

Tal como explica el profesor Biel Obrador de la Universidad de Barcelona (UB) y primer autor del artículo: «Hasta hace una década, se consideraba que las aguas continentales tenían un papel irrelevante en los flujos globales con la atmósfera, como consecuencia de la pequeñísima superficie que ocupan en comparación con los grandes compartimentos  planetarios de carbono (como los océanos)».

El investigador añade que aunque las pequeñas balsas y estanques, que a menudo no superan las dimensiones de una pista de baloncesto, son los ecosistemas lacustres más frecuentes en el planeta, «el grueso del conocimiento sobre el ciclo de carbono en aguas dulces estancadas proviene todavía, sobre todo, de grandes lagos de carácter permanente».

Las balsas pequeñas y temporales emiten CO2 durante todo el año

En el estudio, los expertos han analizado los flujos de CO2 y metano (CH4) -dos gases con un poderoso efecto invernadero- en balsas temporales de pequeñas dimensiones en la isla de Menorca, con unas condiciones muy variadas y unos hidroperiodos (duración de la fase con agua) que oscilaban entre varios meses y varios días o semanas.

Las balsas temporales emiten CO2 durante todo el año, revela el estudio. Además, la cantidad de CO2 que liberan a la atmósfera -cerca de dos kilogramos de CO2 por metro cuadrado y año- es similar a la que emiten las aguas corrientes con más turbulencia (ríos, arroyos y torrentes) y es un valor que triplica el flujo de CO2 procedente de lagos, embalses y lagunas permanentes.

«Los flujos de emisión de estos gases son el resultado de los procesos biogeoquímicos que tienen lugar en esos ecosistemas, especialmente por la actividad biológica de las comunidades microbianas. Según las condiciones ambientales y la composición de la materia orgánica, estos microorganismos producen gases como el CO2 y el CH4 como resultado de la respiración de la materia orgánica del sedimento», detalla Biel Obrador, que es miembro del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la UB.



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