El tubo de escape es la parte más letal de un vehículo: sus gases y partículas contaminantes causan cinco veces más muertos que los accidentes de tráfico. Para reducir este problema, diversas ciudades europeas han puesto en marcha las Zonas de Bajas Emisiones , áreas de su casco urbano en las que impiden entrar a los vehículos más contaminantes. Por ejemplo, circular por la capital londinense con un vehículo que sobrepase el estándar de emisiones Euro III puede costar una multa de 1.269 euros.

Greenpeace estima que en España la mala calidad del aire urbano genera más de 16.000 muertes prematuras anuales. La industria, desplazada a otros entornos, ya no es hoy día el principal emisor de los malos humos de las ciudades, sino el tráfico rodado, causante hasta en un 80 por ciento de la contaminación urbana. En este sentido, los accidentes no son la única ni la más importante causa de mortalidad generada por el uso de vehículos: sus emisiones contaminantes son incluso cinco veces más letales, según el Observatorio del Riesgo del Instituto de Estudios de la Seguridad (IDES).

Ahora bien, no todos los vehículos tienen la misma culpa. En España, el 20 por ciento del parque móvil, dos millones del total de los automóviles que circulan, estaría causando las dos terceras partes de toda la contaminación urbana. Por ello, diversas ciudades europeas se están tomando en serio este problema, y han puesto en marcha las denominadas Zonas de Bajas Emisiones (LEZ en sus siglas inglesas) para evitar la entrada de los vehículos más contaminantes.

Los vehículos más contaminantes se quedan fuera, a no ser que paguen una elevada tarifa diaria (unos 254 euros) por circular en la city .En este sentido, el sistema londinense es un buen ejemplo que pueden seguir el resto de grandes urbes mundiales. La capital británica, una de las ciudades más polucionada de Europa, cuenta desde febrero con la LEZ más grande del mundo, según sus responsables. Los vehículos más contaminantes se quedan fuera, a no ser que paguen una elevada tarifa diaria (200 libras, unos 254 euros) por circular en la city , aplicable en cualquier día del año.

En concreto, la medida afecta a vehículos que no cumplen el estándar europeo de emisiones Euro III, en principio camiones diésel viejos, autobuses, autocares, furgonetas grandes, minibuses y otros vehículos especializados derivados de camiones y furgonetas, como las autocaravanas y camiones de transporte de caballos. Por lo tanto, los coches, las motocicletas y las furgonetas pequeñas no están incluidos.

Por su parte, los vehículos extranjeros dentro de este grupo, aunque cumplan el estándar, deberán registrarse dos semanas antes en el organismo Transport for London (TfL) (puede hacerse por Internet) para poder circular sin tener que pagar la tarifa.

Multas de más de 1.000 euros

La idea de sus responsables es incrementar gradualmente las exigencias, de manera que en 2012 se consiga reducir las emisiones en un 16 por ciento. Para controlar el tránsito de vehículos, se dispone de un sistema de cámaras fijas y móviles que leen la matrícula de los vehículos mientras circulan por dicha zona, y cotejan la información con su base de datos. Si detectan un vehículo no permitido, a su responsable le caerá una sanción de 1.000 libras (unos 1.269 euros), aunque se reduce a la mitad si se paga en menos de dos semanas.

No obstante, la medida no ha satisfecho a todo el mundo. Para empezar, su implantación ha generado muchas dudas entre los londinenses, al no tener muy claro hasta qué punto les afecta. Por otra parte, sus detractores también han afirmado que en realidad se trata de un impuesto más disfrazado de medida ecológica, o que va a ser muy caro de aplicar y que sus beneficios serán mínimos.



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