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Estados Unidos

Estados Unidos ha vuelto a dar muestra contundentes de su poder contaminante. Tras tres años a la baja, las emisiones de dióxido de carbono de la primera potencia mundial aumentaron un 3,4% en 2018, el mayor incremento en ocho años, incluso después del cierre de una cantidad récord de minas de carbón en todo el país.

Los datos provienen de un estudio analizado por la firma Rhodium Group, una entidad independiente, y confirman que EEUU sigue siendo el segundo país más contaminante del planeta, con un aumento del 1,9% en las emisiones de gases de efecto invernadero de todo su sector energético.

Una vez más, y de acuerdo al reporte, «mantuvo el título de principal fuente de emisiones por tercer año consecutivo», atribuido al aumento de la demanda de diesel y combustible para aviones.

El informe pinta además un futuro sombrío, debido, en gran parte, a la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca, y a sus políticas para revertir las regulaciones federales de la Administración Obama que pretendían combatir el cambio climático.

Tras 13 años de caminar en la dirección adecuada y el descenso en los niveles de dióxido de carbono en los últimos tres, EEUU ha vuelto a los malos hábitos.

Esplendor al sector

Pese al descenso del uso de carbón como fuente de energía en todo el país –Trump prometió en campaña electoral devolverle esplendor al sector-, el informe señala dos factores como responsables del deterioro ambiental.

Por un lado el duro invierno en la costa este del país, que aumentó el consumo de gas y combustible para calefacción, y por otro la bonanza económica, que disparó las emisiones de fábricas, camiones y aviones.

Industrias como las refinerías, el cemento y el acero contribuyeron a un aumento del 5,7% en los niveles de emisiones, un segmento de la economía que solo en California se estima que será el segundo más contaminante para el estado en 2020, y el primero en Texas para 2022.

Aún así, las emisiones de dióxido de carbono fueron un 11% menores que las de 2005. Se notan los esfuerzos regulatorios de algunos estados, la transición hacia energías más limpias y el auge de los vehículos eléctricos, entre otros factores.

Parte del cambio podría revertirse si Trump se mantiene firme en sus promesas de eliminar ciertas restricciones para 2021, como el nivel de eficiencia de los nuevos vehículos que se fabriquen en la próxima década.

Poco o nada parece importarle la advertencia de la comunidad cientítica internacional. El mes pasado confirmaron que 2018 fue un año muy negativo a nivel global en la lucha contra el cambio climático, con un aumento vertiginoso de las emisiones de dióxido de carbono. Su conclusión es que el mundo enfrentará las consecuencias antes de la esperado. Trump lo tacha de «fraude».

Fuente: PABLO SCARPELLINI / EL MUNDO,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/01/09/5c353814fdddff51a28b47a9.html,



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