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Un tramo del sevillano río Guadaíra apareció tapizado de peces muertos hace más de una semana. En el cúmulo de cadáveres el ojo experto pudo constatar un dato: casi todos los ejemplares pertenecían a especies exóticas. Entre miles de peces muertos apenas apareció un ejemplar de una especie autóctona, una anguila, además catalogada en peligro de extinción en toda Europa.

No en vano, un estudio recientemente publicado revela que en los cursos de la cuenca del Guadalquivir, de las 18 especies de peces detectadas, 9 eran exóticas. Y, casi peor, la riqueza de peces, al contrario de lo normal, se reduce en el curso bajo de los ríos por su mal estado ecológico.

José Prenda, catedrático de Zoología de la Universidad de Huelva y el investigador Pedro Sáez son los autores de este trabajo científico. «Este resultado señala un estado verdaderamente depauperado de los peces en la cuenca del Guadalquivir, por mostrar una distribución muy restringida respecto a la que debió haber hace apenas unos decenios y por la extraordinaria presencia de especies foráneas, muchas de ellas de carácter invasor», indica a EL MUNDO el experto.

Plan de Cuenca de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir

Ya el Plan de Cuenca de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) señala en sus documentos un análisis de la situación actual. Viven en sus ríos 14 peces, 5 moluscos, 4 cangrejos, 4 plantas y 1 reptil, la tortuga de Florida, de origen exótico. Unos generan una industria, como el cangrejo rojo, otros dañan la economía, y todos alteran el ecosistema natural.

Aunque en esta cuenca se han llevado a cabo muchos estudios sobre su régimen hidrológico o sobre la calidad del agua, «la biodiversidad de peces, así como su distribución y estado de conservación, no han sido abordados globalmente como en otras cuencas ibéricas», añade José Prenda. El trabajo se ha basado en muestreos de campo y búsquedas bibliográficas.

«A lo largo del siglo XX hasta la actualidad se ha documentado la presencia de 40 especies de peces, 20 nativas y 20 exóticas. Sin embargo, en los trabajos de campo solo se han capturado 18 especies, 9 nativas y 9 exóticas, con una prevalencia para las especies nativas de menos del 23%», excepto el barbo andaluz.

Doñana

Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), alrededor del 50% de las especies de peces del Guadalquivir está amenazado. Varias disminuyen «a un ritmo alarmante y otras probablemente se hayan extinguido y/o se desconoce su estado actual», afirma Pedro Sáez, «poniendo en riesgo espacios tan emblemáticos, tan necesarios y tan afectados por otras problemáticas de conservación como Doñana».

El informe de la CHG señala que de los 14 peces exóticos detectados, 10 tienen categoría de invasores, y están presentes en 78 masas de agua (tramos de río o pantanos). Algunos son viejos conocidos, como la carpa o el lucio, y otros se han incorporado recientemente, como el siluro o el pez gato, famosos por su voracidad. Hay imágenes de este último engullendo alguna cría de pato confiada.

Algo muy singular es que la mayor riqueza de especies se dio en los tramos medios, mientras que la de los tramos bajos fue muy pobre. «Lo esperable sería que la riqueza de peces aumentara de arriba abajo, pero dado que el deterioro de los cursos de agua de la cuenca aumenta igualmente aguas abajo, este patrón natural está notablemente alterado».

Las amenazas para los peces

Las alteraciones hidrológicas, la disponibilidad de agua y su calidad, la agricultura intensiva y las especies introducidas son las principales amenazas para la ictiofauna del Guadalquivir. Todo ello consecuencia directa de las perturbaciones humanas y durante las últimas décadas.

Hay introducciones de carácter premeditado. La casi segura acción de pescadores liberando los gigantescos siluros, al menos en el pantano de Iznájar y en la zona de Alcalá del Río, se debe al deseo de disponer de la diversión de capturar a caña animales de dos metros y cien kilos, arrasadores de las aguas en las que viven.

No son sólo peces las especies invasoras enormemente agresivas. La más novedosa es la planta tropical camalote, el jacinto de agua. En Extremadura llevan gastados 50 millones de euros para controlar, que no erradicar, a esta peligrosa planta, que tapizó por completo tramos del Guadiana. Apareció el año pasado en Andalucía, primero en un arroyo del parque de Los Alcornocales, y en mayo cerca del Puerto de Sevilla.

Ante este panorama desolador, el estudio de la Universidad de Huelva recalca la necesidad urgente de identificar áreas importantes para la conservación de la cuenca del Guadalquivir que permita garantizar a largo plazo la persistencia de la escasa biodiversidad que le va quedando, especialmente de sus peces.

Fuente: JORGE MOLINA / EL MUNDO

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/andalucia/2022/10/15/634ab4d1fdddffbe908b457f.html



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