Con sus 12 metros de longitud y sus 21 toneladas de peso (equivalentes a un autobús urbano o a tres elefantes africanos), el tiburón ballena (Rhincodon typus) se considera el pez más grande del mundo.

Esta especie fue descubierta hace 183 años y, aunque está bastante extendida por el planeta -vive en mares cálidos y tropicales-, muchos rasgos de su biología siguen siendo desconocidos por los científicos. Por ejemplo, los individuos jóvenes rara vez se avistan y nunca se ha logrado grabar a esta especie apareándose o reproduciéndose.

«Los tiburones ballena están globalmente amenazados pero son una especie poco conocida. A pesar de su gran tamaño, sabemos relativamente poco sobre su dieta, reproducción y sus migraciones«, comenta a EL MUNDO Alex Wyatt, científico del Instituto de Investigación del Océano y la Atmósfera de la Universidad de Tokio y autor principal de un estudio que esta semana revela más detalles sobre la forma de vida y la dieta de este enigmático tiburón.

Tiburones en cautividad y salvajes

A diferencia de otros estudios observacionales, su investigación se ha basado en la obtención de muestras de sangre y de tejido de sus aletas que tomaron tanto de ejemplares en cautividad como de tiburones que viven en libertad en aguas japonesas.

Sus conclusiones se publican esta semana en la revista Ecological Monographs y, según asegura Wyatt, han sido una sorpresa. Su análisis reveló que comen muchas más plantas de las que se pensaba y que pueden pasar grandes periodos de tiempo sin ingerir alimentos.

«Mi investigación se ha centrado en intentar entender la relación entre las condiciones cambiantes del océano y las especies marinas amenazadas, utilizando sobre todo las huellas químicas de la dieta que siguen estos animales. Estos marcadores químicos, por ejemplo, los isótopos presentes en los tejidos, ofrecen un método idóneo para esclarecer el misterio sobre qué comen los tiburones ballena y dónde se alimentan», explica Wyatt a través de un correo electrónico.

Especie migratoria

Se trata de una especie migratoria que recorre grandes distancias en el océano, lo que dificulta su seguimiento. Tradicionalmente, en el estudio de estos animales los científicos han tomado muestras de diferentes tejidos de su cuerpo para analizar sus isótopos.

Pero para interpretar correctamente los niveles de esos isótopos necesitan conocer datos sobre la historia de eso tiburón y su dieta a lo largo del tiempo, algo que no es viable a largo plazo con los tiburones salvajes.

Por ello, en este estudio complementaron los análisis de tejido con muestras de sangre, que analizaron de forma inmediata en el barco. «Combinando los análisis de sangre con los isótopos de tejidos podemos hacer un chequeo completo a la salud del tiburón«, dice Wyatt.

Así, en esta investigación, compararon los análisis de cinco tiburones que viven en el acuario Okinawa Churaumi con los de ocho ejemplares que viven en libertad.

«Recogimos tejido de sus aletas y muestras de sangre de la mayoría de estos individuos aunque, como algunas de las muestras se tomaron antes del inicio de la investigación, no fue posible obtener tejido de las aletas de dos de los tiburones», detalla.

Análisis de sangre

Los análisis de sangre revelaron, asimismo, que algunos de los tiburones salvajes seguramente no habían ingerido comida durante semanas o meses. Según Wyatt, esto podría deberse a que no encontraron comida o bien a que no comen mientras recorren grandes distancias.

«Encontrar pruebas de que son herbívoros a partir de los isótopos de aminoácidos en los tiburones salvajes fue una sorpresa, ya que se asumía que los tiburones ballena son consumidores de zooplancton, es decir, plancton animal, y pequeños peces. En los ocho tiburones ballena salvajes se obtuvieron resultados de entre 2,2 y 2,6 (en una escala en la que 2 es un herbívoro puro y 3, un carnívoro)», explica el científico.

Según detalla, la dieta de los tiburones que viven en el acuario se compone principalmente de dos especies de krill (un pequeño crustáceo), a la que se añaden pequeñas cantidades de otros animales como gambas, calamares, pequeños peces y vitaminas.

«En el acuario no se les alimenta con plantas, lo que se reflejó en nuestros resultados, pues el nivel de aminoácidos de los tiburones que vivían en cautividad era superior a 3″.

«Aunque esperábamos que los tiburones ballena salvajes tendrían unos niveles de 3 o más, se han encontrado tiburones varados que habían ingerido algas. Otro estudio reciente demostró que el tiburón cabeza de pala (Sphyrna tiburo), que se pensaba que era estrictamente carnívoro, puede ingerir plantas cuando vive en cautividad, así que puede que los tiburones omnívoros sean más comunes de lo que habíamos pensado hasta ahora«.

Pueden llegar a vivir 100 años

Los tiburones ballena son peces, no mamíferos, filtran su comida a través de sus grandes branquias y son fácilmente identificables por las manchas blancas y las rayas de su piel, con un patrón único que permite distinguir a cada individuo.

Su esperanza de vida es difícil de estimar pero los científicos creen que pueden llegar a vivir entre 70 y 100 años, alcanzando su madurez sexual en la treintena, según repasa Wyatt.

Sin embargo, hoy en día no es muy probable que un tiburón llegue a ser tan longevo. Y es que, como tantas otras especies de tiburón, el ballena también se codicia mucho entre los pescadores debido a sus aletas, con las que se prepara la famosa sopa de tiburón, que se considera una delicia en China.

El procedimiento habitual, denominado aleteo o finning y prohibido en la UE, consiste en capturar el animal, cortarle las aletas y lanzar el resto del cuerpo al mar, donde muere desangrado. De esta forma, los pescadores pueden almacenar en el barco más aletas, que es la parte más rentable.

Además, según señala la organización conservacionista WWF, también son muy apreciadas en el mercado internacional sus agallas, su carne y su aceite, por los que se pagan grandes cantidades de dinero.

Como recuerda Wyatt, esta especie ha pasado recientemente de ser considerada vulnerable a amenazada en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

«Aunque el tiburón ballena está muy protegido en algunos países, debido a que es una especie migratoria que atraviesa aguas de distintas naciones, todavía se pesca en algunos lugares de manera voluntaria o accidental».

Fuente: TERESA GUERRERO / EL MUNDO,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/01/16/5c3dca19fdddffdf1e8b4677.html,



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