La renaturalización de los ríos en las ciudades regenera el espacio urbano llenándolo de flora y fauna y ayuda a mitigar los efectos del cambio climático.

Un pequeño empujón es suficiente para que la naturaleza resurja con fuerza. Una apertura de compuertas, un saneamiento del cauce y… ¡Voilá! La vida vuelve a abrirse camino.

Pero se necesita concienciación, inversión y sobre todo iniciativa por parte de las administraciones, asociaciones y de la ciudadanía para exigir la recuperación de nuestros ríos urbanos.

El Nervión en Bilbao, el Besós en Montcada i Reixac (Barcelona), el Arga a su paso por Pamplona o el caso más reciente, el del Manzanares en Madrid, son buenos ejemplos de la llamada renaturalización de los ríos en las ciudades.

Hoy, además de albergar una rica y floreciente vida natural, gracias a la recuperación de sus ecosistemas, estos ríos atraen a sus habitantes, que encuentran en sus márgenes un lugar para el esparcimiento y el encuentro social. Pero ¿cómo se ha logrado este “milagro natural”?

Desarrollo urbanístico

A mediados del siglo XX, el desarrollo urbanístico y la industrialización tendieron a constreñir los ríos a su paso por las ciudades y localidades ribereñas cercanas.

Durante las siguientes décadas, estas intervenciones cortaron el flujo de vida fluvial convirtiendo nuestros ríos en aguas embalsadas, cuando no altamente contaminadas, y receptoras de vertidos residuales y nocivos.

“En muchos tramos urbanos la destrucción de la vegetación riparia que acompaña las orillas de los ríos, la canalización de sus cursos y el represamiento de sus aguas, ha llevado a la pérdida de su funcionalidad ecológica, haciendo que los ríos dejen de prestar los servicios ecosistémicos que les son inherentes”, señala Rafa Ruiz López de la Cova, jefe del departamento de Cambio Climático del Ayuntamiento de Madrid.

Para el experto “es muy importante revertir estos procesos, favoreciendo la renaturalización de los ríos y recuperando su papel como corredores ecológicos, vectores de biodiversidad y puntos de conexión de los ciudadanos con la naturaleza en las grandes urbes”.

El río se llena de vida

En las últimas décadas la tendencia a la renaturalización ha crecido y, pese a que nuestro país sigue estando lejos de otros países de la Unión Europea en cuanto a la recuperación de las aguas fluviales urbanas, existen varias experiencias de éxito.

Es el caso del río Nervión a su paso por Bilbao, que en unos 30 años ha dejado de ser un río muerto y receptor de los vertidos derivados de las industrias mineras vizcaínas a convertirse en un río con más de 20 especies acuáticas en su recorrido por la ciudad y cerca de 60 en la desembocadura.

Asimismo, el Besós ha pasado de ser el río más contaminado de Europa hace 17 años a transformarse en un parque fluvial de 9 kilómetros en el que la vida ha florecido y ha mejorado la calidad medioambiental de sus habitantes y de sus aguas.

En estos ejemplos la presión ciudadana ha sido clave en la modificación de los ríos urbanos, como también lo fue en el río Arga, en Pamplona, donde las aguas contaminadas, los malos olores y, en definitiva, la insalubridad fueron el detonante para que se diera el paso definitivo y exigir un cambio a las administraciones.

Río Manzanares

En la Comunidad de Madrid, El arroyo aprendiz de río, como se refería Quevedo al río Manzanares, es uno de los ejemplos recientes en la recuperación de aguas y ecosistemas fluviales más palmarios.

A finales de 2015, la ONG Ecologistas en Acción presentó al Ayuntamiento de Madrid un plan de recuperación ambiental y de naturalización del Manzanares tras la finalización de las obras de Madrid Río.

El proyecto contemplaba la creación de un corredor ecológico que comunicara la zona norte donde nace el río, en la Sierra de Guadarrama, con el nudo sur hasta su desembocadura en el Jarama, en el Parque Regional del Sureste.

Sin embargo, la intervención más urgente debía producirse en un tramo de 7,5 kilómetros a su paso por la ciudad, desde el Puente de los Franceses hasta el nudo sur, en Legazpi: “En ese tramo era necesario intervenir en un saneamiento generalizado y dejar las compuertas abiertas para que el agua volviera a fluir”, señala Santiago Martín Barajas, portavoz de Ecologistas en Acción.

SBN

Así fue como el Ayuntamiento de Madrid recibió favorablemente el plan de la ONG y lo abordaron “con una estrategia de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) para favorecer la biodiversidad urbana y aumentar la resiliencia de la ciudad frente al cambio climático”.

El primer paso fue abrir las compuertas en mayo de 2016 y ver cómo reaccionaba el río. El resultado, en apenas dos años, ha superado las expectativas de Ayuntamiento y ONG.

“La explosión de vida que se ha producido en el Manzanares ha provocado que el paisaje del río se haya transformado con nuevas formas y texturas de vegetación y nuevos tonos de verdes que aporta el bosque de ribera que ha surgido a su paso” indica Rafa Ruíz.

Por su parte, para el portavoz de Ecologistas en Acción “lo bueno que tienen los ríos es que se regeneran relativamente rápido, pero no imaginábamos que el Manzanares se fuera a recuperar en apenas dos años. Nosotros habíamos calculado que lo haría en unos cinco” asegura Santiago Martín.

La vida fluye: Flora y fauna

La apertura de compuertas en el río madrileño supuso que su caudal, de nuevo somero, dejara sedimentos de materiales en apenas unos meses y empezara a formar islas de forma natural – en algunos tramos se hicieron de forma artificial – creando un modelo de río trenzado.

Así, “las semillas que portaba el agua encontraron en estos bancos de arena el lugar idóneo para germinar y rápidamente se cubrieron de especies florales autóctonas, como la enea, el carrizo o los juncos”, señala el portavoz del Ayuntamiento.

Asimismo, a lo largo de los 7,5 kilómetros por los que transcurre el Manzanares a su paso por Madrid Río, han crecido de forma espontánea sauces de cinco especies distintas, álamos, blancos y negros, chopos y olmos.

Explosión vegetal

Esta explosión vegetal ha dado lugar a la aparición de vida fuera de sus aguas ya que aportan un hábitat idóneo para diversas especies animales.

“Numerosas aves han comenzado a dejarse ver en el centro de la ciudad y las poblaciones de especies acuáticas, como la garza real, la garza común, el martinete, la gallineta o el chorlitejo, han aumentado considerablemente”, indican desde Ecologistas en Acción, y aseguran que “hoy el Manzanares alberga más de 60 especies animales distintas”.

La fauna acuática también se ha transformado, pues las especies exóticas que abundaban cuando las aguas estaban embalsadas en el río, como el pez gato, el alburno o la carpa, se han reducido. Ahora, el flujo de las aguas ha traído especies autóctonas, como el barbo o el gobio, procedentes de los afluentes naturales.

Calidad de las aguas

La llegada de estos nuevos habitantes a las aguas fluviales también se ha debido a la mejora de calidad de las aguas que supone la renaturalización de los ríos urbanos.

En el caso del Manzanares, los análisis periódicos del Servicio de Conservación del río han permitido comprobar una mayor oxigenación y calidad ecológica del agua, lo que favorece la regeneración de elementos orgánicos y la aparición de poblaciones de macroinvertebrados que sirven de alimento a las otras especies”, indican desde el Ayuntamiento.

Es más, Santiago Martín, de Ecologistas en Acción, señala que “la presencia de vegetación a lo largo de los 7,5 kilómetros del tramo del río por la ciudad permite depurar las aguas y los análisis indican que los nitratos se han reducido en un 35%, según los informes de la Confederación Hidrográfica del Tajo”.

En otros ríos, como en el Besós, las muestras de agua han constatado que la presencia del carrizo en sus márgenes ha logrado reducir considerablemente el nivel de amonio en el agua, ya que esta planta ejerce una acción depurativa natural.

Recuperación de los ríos

La experiencia demuestra que la recuperación de los ríos en las ciudades resulta de vital importancia desde un punto de vista medioambiental, ya que éstos mejoran la calidad del aire, la vegetación que surge a lo largo de sus orillas actúa como pantalla visual y auditiva y actúan como conectores verdes para la conservación de la biodiversidad.

A ello se añade su importancia “desde un punto de vista social, pues estos entornos crean un espacio agradable y de interés incuestionable” en palabras de Santiago Martín.

Para la ONG, el trabajo continúa, esta vez en el río Oro de Melilla, donde ya han desarrollado un plan de intervención que empezará en un par de meses. “En cuanto levantas el pie, la naturaleza se revoluciona y se produce un proceso irreversible”, concluye.

Fuente: Ana Caballero / Planeta Inteligente – EL MUNDO,

Artículo de referencia: http://www.planetainteligente.elmundo.es/recursos-hidricos/los-rios-urbanos-se-reavivan,



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