A pocas semanas de la cumbre de Copenhague, la Coordinadora Verde pide etiquetar los alimentos con su "coste ambiental", siguiendo el ejemplo de Suecia.

La asociación propone además que, tras la eliminación de las bolsas de plástico, esta medida “podría ser un paso más hacia un consumo más responsable”.

Suecia es pionera en este etiquetado
 
A la  asociación de agricultores suecos y las cooperativas de productores de leche y carne, que se ha sumado la cadena de comida rápida sueca, Max. Según datos de la propia cadena, sus clientes están informados “no solo del precio de su comida favorita”, sino también de las “emisiones totales en CO2 causadas en su ciclo de producción hasta llegar al consumidor”.

Según  Sonia Ortiga, portavoz de la Coordinadora Verde, " la transformación industrial de cualquier producto produce emisiones de gases de efecto invernadero y la producción de alimentos no está excluida de esta regla”.

Independientemente de que las vacas y terneros emiten por motivos biológicos grandes cantidades de metano durante su proceso de digestión, “el sobrepastoreo”, añade Ortiga, “junto con la sobrepesca, la proliferación excesiva de piscifactorías o la refrigeración de los alimentos, contribuyen en un 20 ó 30% al cambio climático según los expertos”.

Los datos provisionales suecos apuntan que desde que comenzó la campaña, los consumidores han ido comprando alimentos que emiten un 20% menos de C02.

Beneficios del etiquetado

El efecto educativo de la implantación de la etiqueta C02 en alimentos, afirma los expertos," permite contribuir de forma considerable a contrarrestar la polución atmosférica".

Otras consecuencias positivas serían el fortalecimiento de la agricultura ecológica local, cuyo producto, añaden, “requiere menos energía contaminante y la promoción de empleos verdes, no solo en la agricultura cualificada sino en el sector de certificación y laboratorios."



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