¿La etiqueta de gasto energético de los electrodomésticos tiene precisión absoluta?

¿La etiqueta de gasto energético de los electrodomésticos tiene precisión absoluta?

Un estudio de varias ONG medioambientales europeas ha puesto a prueba el consumo de energía de tres tipos de electrodomésticos en condiciones que, consideran sus autores, son más reales que las de las pruebas oficiales de la Unión Europea. De los test de la UE dependen el etiquetado de los dispositivos, de más a menos eficientes, en una escala que va de la letra A a la G y que sirve como resumen de la energía que consumen los aparatos.

Según los autores, el etiquetado de gasto energético que rige desde los noventa no siempre refleja con exactitud el consumo real de electricidad de algunos electrodomésticos. El análisis ha testado siete modelos distintos de televisores inteligentes, tres de lavavajillas y diez de frigoríficos, seis de ellos con congelador.

Sostiene el estudio, que ha costado 400.000 euros, que en el caso de los lavavajillas las pruebas oficiales y el posterior etiquetado se realizan activando un programa de mínimo consumo que se usa muy poco en la vida real. La energía gastada crece con la mayoría de programas en comparación con ese programa ecológico, que es el único que ahora cuenta para fijar la calificación de gasto de energía. Este aumento alcanza del 49% al 73% cuando se usan los modos de lavado intensivos.

En el caso de los frigoríficos, han comprobado que en el día a día gastan más energía de la esperada al comprarlos porque los test oficiales se realizan en condiciones “irreales”: estando vacíos y sin que se abra la puerta ni una vez en todo el día. El consumo de estos electrodomésticos aumenta un 32% en solo 24 horas si se abre la puerta a pequeños intervalos durante dos horas de cada 12. Señalan también que es preciso informar a los consumidores de que, estando el frigorífico vacío, con cada grado que su usuario baja la temperatura el consumo energético crece de un 4% a un 8%.

Las televisiones inteligentes se testan en condiciones de hace diez años, una época en la que este tipo de dispositivos apenas daba sus primeros pasos. Para ponerlos a prueba se reproduce en los aparatos un vídeo de 2007, de una calidad de imagen inferior a la que permiten los aparatos actuales. Al reproducir un audiovisual con una resolución mayor, habitual en los televisores de ahora, un modelo llegó a doblar el consumo de energía.



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