El total de parados alcanzó los 4.226.774 y el déficit energético aumentó hasta julio de este año un 18,2%, mientras que el déficit no energético disminuyó un 82,3%. Las importaciones de productos energéticos crecieron un 26,8%, destacando el incremento del 28,1% en las compras de petróleo y del 18,5% en las del gas.

Además,  la  subida del precio del tabaco y los carburantes han situado la inflación en el mes de septiembre en el 3,1%, una décima superior a la de agosto, según el indicador adelantado que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Mientras tanto, el mundo se gastó en 409.000 millones de $ en subsidiar los combustibles fósiles. “A este paso los subsidios a los combustibles fósiles llegarán a los 660.000 millones de $ en 2020”, afirmó el economista jefe de la Agencia Internacional de la Energía, Fatih Birol, en una rueda de prensa el pasado 4 de octubre. En la misma rueda de Prensa, el Secretario General de la OCDE, Angel Gurria, urgió a los países desarrollados y en vías de desarrollo a eliminar esos subsidios urgentemente. En España también se subsidian los combustibles fósiles.

¿Qué tienen que ver estos datos con la bioenergía?. La sustitución de una energía foránea por otra nacional, reduce nuestra dependencia energética y genera empleos locales y sostenibles y un importante ahorro en el consumo energético para las administraciones y empresas.

Empleos directos y uso térmico de la biomasa

“Nuestra experiencia de más de 30 años ha demostrado que el uso térmico de la biomasa produce 136 empleos directos nuevos, frente a 9 que produce el petróleo o el gas natural, por cada 10.000 habitantes que sustituyan el 100% de calderas de gasóleo o gas natural por calderas de biomasa”, afirma Christian Metschina, responsable de bioenergía de la Cámara de Agricultura de Estiria, Austria.

Para Cristianne Egger, Directora de la Agencia de la Energía de Alta Austria, una región de 1,4 millones de habitantes, los datos de creación de empleo con biomasa son muy desiguales, pues todavía hay que cambiar muchas viejas calderas de gasóleo y gas por calderas de biomasa. En esa transición de cambio de calderas, Egger afirma: “hoy en día en Alta Austria hay 4.500 empleos directos permanentes y sostenibles generados con biomasa para uso térmico, y todavía queda mucho recorrido”.

El gran éxito de la biomasa en Austria es que las Administraciones Públicas instalaron rápidamente calderas de biomasa, lo que impulsó el ejemplo en el consumo de biomasa  y la consiguiente generación de empleo y ahorro.
 
Para Luis Garcia, Gerente de Pellets de Asturias y primera empresa española en certificarse con el sello de calidad de pellet EnPlus, “se puede generar empleo promocionando el uso de la bioenergía mediante apoyo a la instalación de calderas con incentivos fiscales, y por otra parte y más importante aún, utilizándola en los diversos edificios públicos de su titularidad”. 
 
Miguel Angel Duralde, Presidente de la Asociación Española de Empresarios Forestales, ASEMFO, afirma que la generación de empleo no tiene porqué costar 1€: “en los edificios públicos y privados se paga con el ahorro en combustible”. En referencia a las Empresas de Servicios Energéticos que utilizan biomasa como combustible, no a las que utilizan combustibles fósiles.

Y es que la cadena de la logística de la biomasa es muy intensiva en mano de obra. Se necesita gente en las cuadrillas de aprovechamiento forestal en el monte, en los centros de producción y en los centros logísticos y en la instalación de calderas. Para Duralde la clave de la generación de empleo es aumentar la demanda de biomasa: ¡hay que instalar calderas¡

Uso eléctrico de la biomasa

Según un informe publicado por la Empresa Nacional de Celulosas, ENCE, se generan 20 puestos de trabajo por cada MW instalado para producción de energía eléctrica.

Mientras tanto, las plantas de bioenergía actualmente tiene el problema de que las primas están muy ajustadas, con lo que, cualquier subida de precios en la cadena, significa la pérdida de rentabilidad. Según Pedro Segovia, de la empresa alemana RWE, “ Por eso muchas compañías no se animan a invertir. Está claro que el síndrome huevo-gallina que acompaña a todo proyecto eléctrico de biomasa: no hay mercado porque no hay planta de biomasa y no hay planta de biomasa porque no hay mercado”.

Durante esta crisis estamos viendo cómo se fugan capitales y conocimiento. Muchas empresas están invirtiendo en otros países en lugar de en España. Según Pedro Segovia “la cadena económica de la biomasa es nacional, los puestos de trabajo cotizan a la SS y pagan sus impuestos y la Administración ingresa más”. Pedro propone atraer a los inversores en plantas realizando acuerdos concretos de la Administración con las empresas que hayan apostado por promover una planta, para que los aprovechamientos forestales de determinados montes públicos vayan a la planta en preferencia.

Suecia implantó un impuesto a los combustiblés fósiles de 10 céntimos de euro por kg de CO2 emitido, lo que supuso un revulsivo para la bioenergía y la creación de empleo con recursos locales. Para Javier Díaz, la implantación de una tasa de CO2 sobre los combustibles fósiles es clave: ”El dinero del impuesto de CO2 hace más competitivas a las energías renovables. Para evitar aumentar la presión fiscal, ese dinero se puede utilizar para rebajar los costes de contratación de los trabajadores, reduciendo las cuotas a la seguridad social y facilitando el empleo”.



0 0 votes
Valoración
Suscribir
Notificar de
guest

0 Comentarios
Inline Feedbacks
View all comments