La función de aplicación en la agricultura del compost obtenido de la fermentación de la materia orgánica es doble; por un lado, actúa sobre el suelo como enmienda orgánica principalmente, y por otro, sobre las especies vegetales, actuando de abono orgánico o fertilizante y sustrato de cultivo.

El suelo empleado continuamente en algún sistema de cultivo está sometido a una progresiva disminución del nivel de humus, causando varios problemas como pueden ser la erosión acelerada, deterioramiento de las propiedades físicas, físico-químicas, químicas y biológicas del suelo y, en general, disminución de la fertilidad del suelo. La aportación de materia orgánica al suelo contrarresta todas estas deficiencias. Tradicionalmente, la aplicación de estiércol animal, y hoy en día, también en forma de compost, se denomina enmienda húmica, que puede ser de mantenimiento, para reponer la cantidad de humus en el suelo, y orgánica si solo sirve para aumentar la cantidad de humus existente.

Sobre los cultivos actúa aportando nutrientes, necesarios para el desarrollo biológico de la especie vegetal, ayudando a su desarrollo y previniendo la aparición de enfermedades carenciales en los cultivos, enfermedad de roturación de los cereales ocasionada por la falta de cobre; clorosis férrica de los frutales por escasez de hierro; turbera de la avena por falta de manganeso y corazón de la remolacha por falta de boro). También puede descartar un buen número de enfermedades fúngicas en los cultivos de hortaliza gracias a su elevado poder antibiótico.

El cultivo donde es posible la aplicación del compost es muy variado, dependiendo de la granulometría del mismo, presencia de impurezas, etc… Los cultivos pueden ser tan distintos como hortícolas, cítricos, viñedos, forestales y arrozales. También se están utilizando en remolacha azucarera, frutales no cítricos, mejora de suelos degradados, selvicultura y viveros.

Algunos ejemplos de cultivos donde se ha puesto de manifiesto un aumento de los rendimientos de la cosecha por el abonado con compost son los siguientes:

  • Cultivos de campo: patatas, tabaco, fresón, maíz, remolacha, cebada, arroz.
  • Cultivos de invernadero: tomates, cebolla, lechuga.
  • Cultivos forestales: chopo, eucalipto, algarrobo, encina, alcornoque, pino piñonero.

En general, la aplicación de compost maduro a dosis moderadas provoca tanto a nivel de campo como de invernadero, aumentos apreciables de los rendimientos de cosechas de diferentes cultivos.

La dosis correcta de compost a aplicar depende en todo momento de la especie vegetal y del suelo, quedando determinados por:

  • Necesidad en nutrientes del cultivo.
  • La distribución en el tiempo de las necesidades.
  • Estado físico-químico del suelo.

La aplicación del compost procedente de los residuos sólidos urbanos, de forma general, se realiza de 20 a 50 t/ha cada 2 o 3 años, en otoño o primavera, enterrándolos superficialmente. Para cultivos con grandes necesidades de humus, la dosis pueden llegar a ser entre 40 y 100 t/ha, y siempre, dejando pasar un tiempo razonable de espera entre el abonado y la siembra.

Para los cultivos de uso frecuente existen varios sistemas de dosificación y aplicación del compost, pero a continuación se presentan los más usuales.

  • Cultivos del arroz:
    • Dosis de aplicación: entre 15 y 50 t/ha.
    • Granulometría aconsejable: fino y grueso.
    • Sistema de reparto: mediante remolque esparcidor sobre agua y, en seco, en función del grado de porosidad del suelo, un arado de vertedera o gradeo con profundidad de entre 25 y 30 centímetros.
    • Periodo de aplicación: sobre agua después de la siega e introduciéndose conjuntamente con el forraje en las labores posteriores de fangeo. En seco, 1 o 2 meses antes de la siembra.
  • Viticultura:
    • Dosis de aplicación: Entre 20 y 40 t/ha.
    • Granulometría aconsejable: Grueso.
    • Sistema de reparto: En cepas consolidadas con marco de plantación estrecho abriendo un hoyo de unos 50 centímetros de profundidad entre 2 cepas que luego se entierra. Para nuevas plantaciones se realiza un reparto con pala cargadora y un volteo posterior para homogeneizar el sustrato.
    • Periodo de aplicación: Después de la recolección y antes de la aparición de las primeras yemas o antes de la plantación.
  • Praderas y cultivos forrajeros:
    • Dosis de aplicación: Entre 25 y 40 t/ha.
    • Granulometría aconsejable: Fino y libre de inertes.
    • Periodo de aplicación: Después de la recolección y previo a la plantación.
  • Cultivos frutales:
    • Dosis de aplicación: Entre 100 y 200 t/ha. cada dos o tres años.
    • Granulometría aconsejable: Fino y libre de inertes.
    • Periodo de aplicación: Después de la recolección y previo a la plantación.

El compost fino, por su extremada riqueza y cuidada elaboración, puede utilizarse para cultivos más delicados, tales como jardinería, invernaderos, hortofrutícolas e incluso plantas ornamentales.

  • Cultivos de invernaderos. De 10 a 15 t/ha, cada dos o cuatro años.
  • Cultivos hortofrutícolas de campo. De 50 a 100 t/ha, cada dos o tres años.
  • Viveres. La cantidad de compost empleada será del 20-35 % del volumen del sustrato.
  • Plantas ornamentales. De 100 a 250 t/ha cada dos o cuatro años de compost afinado, exento de inertes.
  • Jardines. Para la implantación de césped, fijación y mejora del suelo, de 100 a 300 t/ha antes o durante la plantación, aportando adecuadamente de 20 a 40 t/ha cada dos años.

Existen otros usos posibles del compost en campos como el paisajismo, en la restauración de suelos degradados, recuperación de superficies denostadas por diversas actividades:construcción de infraestructura viaria, obras hidráulicas, extracciones de áridos, minería, canteras, etc… En estos ámbitos, la preparación del terreno para la posterior implantación de cubiertas vegetales, mediante siembras y plantaciones que impidan o reduzcan la erosión y valoricen el ambiente, requiere el aporte de compost que potencie el efecto de humificación del suelo.

También parece interesante señalar la posibilidad de utilizar el compost en las superficies forestales no naturales, y en los planes de reforestación tanto de superficies quemadas, tierras de cultivo abandonadas, zonas dañadas por vertidos industriales, etc… ampliando el mercado de este producto a valores importantes.



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