Las luminarias LED son menos contaminantes, ya que reducen en un 60% las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2) y azufre (SO2) respecto a las luminarias convencionales de vapor de sodio.

 

La instalación del sistema de iluminación LED encaja a la perfección en los proyectos que puede financiar el gobierno central, a propuesta de los consistorios, a través del Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local 2010. Entre los objetivos de este fondo, dotado con 5.000 millones de euros, destaca el impulso al ahorro y la eficiencia energética, así como el desarrollo de proyectos de energías renovables.

 

Las corporaciones locales tienen de plazo hasta el próximo 4 de febrero para presentar los proyectos de desarrollo sostenible al Ministerio de Política Territorial.  Las obras financiadas mediante el Fondo Estatal estarán en ejecución a partir del 1 de enero de 2010 y el valor estimado de cada una de ellas tendrá que ser inferior a 5 millones de euros. El Gobierno financiará proyectos de desarrollo sostenible presentados por los ayuntamientos, como la instalación de sistemas de iluminación que supongan un ahorro energético y una reducción de la contaminación. No obstante, los municipios cuya población no supere los 2.000 habitantes son los únicos que pueden solicitar financiación para proyectos de obras de mejora de redes viarias y de adecuación, rehabilitación o regeneración de espacios públicos urbanos.

 

Muchas corporaciones locales han confiado en la instalación de luminarias de tecnología LED, apostando así por la eficiencia energética y el respeto al medio ambiente.
 

Las luminarias LED tienen una calificación energética de clase A, están fabricadas con materiales reciclables y no contaminantes y cumplen la nueva normativa europea sobre ahorro energético y contaminación lumínica que entró en vigor el 1 de abril de 2009.

Esta tecnología evita la contaminación lumínica, ya que permite dirigir la luz con precisión para que sólo ilumine la zona deseada. El sistema de iluminación LED tiene una vida útil de más de doce años frente a los dos años que suele durar una bombilla convencional de vapor de sodio, lo que permite a los ayuntamientos reducir el coste de mantenimiento a tan solo el cambio del transformador externo a los cinco o seis años. El modelo utilizado tiene una estructura estanca de aluminio con aletas de ventilación para disipar el calor, lo que prolonga al máximo la vida de los leds.



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