En el marco de este proyecto, se está realizando un estudio pionero de las propiedades de estos materiales que llegan a una planta gestora para su reciclaje y las características finales del eco-árido de salida, con objeto de obtener un nuevo material sostenible para la obra civil.

Las primeras conclusiones de este estudio han sido "extraordinariamente positivas", según las palabras de la directora María Pilar Alonso Montero, y han permitido separar el material en diferentes categorías de propiedades afines y establecer la composición del material de salida dentro de los rangos que permite la aplicación de la normativa. En resumen, lo que persigue este trabajo es obtener mejores materiales destinados a los distintos usos en la construcción.

El estudio se ha llevado a cabo durante un periodo de cinco meses con material utilizado y reciclado en la planta de la empresa RECSO en San Martín de Valvení (Valladolid), con la que la Universidad de Valladolid tiene firmado un convenio de colaboración; mientras que los ensayos físicos, químicos y mecánicos, supervisados por la UVa, se han realizado y están avalados por el Laboratorio del Centro Regional para la Calidad de la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León, en el marco de otro convenio de colaboración.

Lo interesante de este estudio es la particularidad de los escombros que llegan a la planta de RECSO, en la que predomina el ladrillo, un material muy característico de la actividad constructora en Castilla y León, a diferencia del hormigón que se emplea mayoritariamente en Europa. Por esta razón, el árido reciclado que se obtiene es diferente.

Un material útil para ciertas aplicaciones constructivas

El estudio ha sido una necesidad, ya que aunque el uso de estos materiales representa una solución buena para paliar el problema de qué hacer con la gran cantidad de escombros que se generan en el sector, su aplicación está siendo lenta. Dos los factores que ralentizan este proceso son el desconocimiento de la composición de estos nuevos materiales y cómo optimizar el proceso de tratamiento.

Por esta razón, en este estudio de la UVa se ha analizado, por un lado, el material entrante en la planta, para el que se han estudiado los escombros transportados por un total de 87 camiones, en los que en tan sólo cinco de ellos había hormigón limpio mientras que en el resto existía una mezcla de materiales cerámicos y pétreos. Este material de llegada se ha tipificado en cuatro grupos: los escombros procedentes de edificaciones, reformas de viviendas, sobrantes de nueva edificación y procedentes de obra civil. Y también se ha diferenciado en cuanto a su composición y reciclabilidad, ya que la separación de estos materiales es la labor más compleja que se realiza en la planta: material pétreo (hormigón, cerámicos y piedra); material reciclable (maderas, plásticos, cables, papel y cartón) y basura (fracción para vertederos).

Una vez limpio este material es machacado a diversas granulometrías para su comercialización. Así se puede obtener una zahorra reciclada mixta (mezcla de cerámicos y hormigones), un material muy válido para muchas aplicaciones constructivas, ya que tiene una composición de material pétreo de un 97,8 por ciento. De hecho, la Universidad de Valladolid ha hecho las gestiones para utilización de éste en la construcción de los viales del Aulario de la Facultad de Ciencias y del Centro de Transferencia de Tecnologías Aplicadas (alojará el Parque Científico Universidad de Valladolid), ambos en fase de construcción, y que se ubican en el Campus Miguel Delibes de Valladolid. Los usos para el futuro edificio LUCIA serán aún mayores.

Un proceso complejo y laborioso

El proceso al que se somete los escombros en la planta de RECSO es simple pero laborioso y cuidado. Las fases de trabajo consisten en controlar la recepción de los contenedores, en una inspección visual de los escombros en la separación y en una limpieza inicial, tanto con procesos manuales como mecánicos, en la zona de descarga. A continuación, se hace pasar el material por una moderna instalación conformada por dispositivos de limpieza que permiten separar y eliminar los diferentes grupos de materiales que acompañan a los escombros. En esta instalación trabajan diez personas, que con una perfecta organización y un control de calidad riguroso se ocupan de conseguir un producto de salida homogéneo y con un rango de propiedades que avala su buen comportamiento en obra.



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