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La acumulación de basura en los océanos plantea uno de los grandes retos de nuestro tiempo, especialmente en lo que se refiere a los residuos de plástico.

Cada año se producen más de 400 millones de toneladas de este material, una cifra que al ritmo actual se duplicará para el año 2050. A día de hoy la mayoría de esa ingente cantidad que llega al mercado tiene una vida muy limitada (el 80% se convertirá en residuo un año después de su fabricación) y una parte importante amenaza con acabar contaminando ríos y mares de todo el planeta.

El rápido deterioro de la situación obliga a la sociedad a buscar de iniciativas capaces afrontar ese reto y, aunque los estudios científicos se han multiplicado en la última década, la información precisa sobre el origen y la naturaleza de la basura en los océanos aún escasea, de manera que faltan conocimientos precisos para orientar y coordinar los planes de acción.

Investigadores de la Universidad de Cádiz publican este jueves en la revista Nature Sustainability el primer diagnóstico global para poner en cifras el origen y la composición de la basura vertida en el océano.

«Hemos combinado diversas metodologías para lograr las proporciones de cada tipo de plásticos en varios escenarios de todo el mundo», explica Andrés Cózar, profesor en la Universidad de Cádiz y coordinador del estudio que ha contado con el apoyo de la Ayuda a Equipos de Investigación de la Fundación BBVA.

El 80% de los desechos que llegan al océano son de plástico

De acuerdo con los científicos, en torno al 80% de los desechos que llegan al océano son de plástico, le siguen -de lejos- el metal, el vidrio, los tejidos, el papel y la madera procesada. La mayor proporción de plástico se encuentra en las aguas superficiales (95%), seguida de las costas (83%) y los lechos de ríos (49%). Por otro lado, de las más de 100 categorías de productos utilizadas en el análisis, una decena se erige como la responsable de las tres cuartas partes del total.

En concreto, predominan los residuos procedentes de actividades de consumo al aire libre (principalmente de alimentos y bebidas para llevar); bolsas de un solo uso, botellas, envases de comida y envoltorios son los productos más contaminantes, acumulando ellos solos casi la mitad de todos los objetos encontrados.

Aunque el estudio se ha basado en datos recogidos antes de la pandemia, los artículos de origen médico y/o de higiene ya aparecen como especialmente abundantes en los fondos marinos cercanos a la costa, algo que los científicos atribuyen principalmente a las descargas de los inodoros.

Reducir el consumo

Si bien varios países ya disponen de planes de acción contra el plástico, los investigadores de la universidad andaluza consideran que son limitados. «Las restricciones al uso de artículos plásticos como pajitas, bastoncillos para oídos y agitadores de bebidas, aunque son acertadas, no abordan aún el problema principal», advierte Andrés Cózar, que aboga por la prohibición de productos plásticos prescindibles en actividades de consumo al exterior.

«Definir qué productos entrarían en esta categoría requiere una reflexión colectiva seria», aclara Cózar, «pero en cualquier caso es importante reducir el consumo al aire libre porque es ahí cuando la posibilidad de escape es más alta».

En cuanto a los productos para llevar que se consideren indispensables, el estudio sugiere la aplicación de la llamada «responsabilidad ampliada del productor» (RPE), junto con una tasa de depósito reembolsable para los consumidores. Los investigadores subrayan además que los ecosistemas de interior tienen la misma responsabilidad que los costeros, «un artículo liberado en cualquier lugar puede acabar llegando al mar».

Contaminación en ríos

Precisamente en este sentido un segundo estudio publicado también en Nature Sustainability revela que la mayor parte del plástico terrestre se canaliza a través de ríos pequeños, arroyos y escorrentías superficiales hacia las franjas costeras.

Los cursos fluviales se convierten así en los principales conductos de residuos transferidos desde el interior al océano. Este segundo trabajo muestra que Europa arroja así al océano más de 600 millones de macrolitros flotantes (> 2,5 cm) cada año y que casi el 40% de la basura flotante son trozos de plástico (fragmentos grandes). Los autores creen que muchos objetos de plástico comienzan a fragmentarse en las cuencas fluviales antes de llegar al océano a través de ellas.

En 2014 Cózar y su equipo presentaron el primer mapa global de plástico en el océano, en el que revelaban la existencia de cinco grandes zonas de acumulación de residuos de plástico flotantes, una en el centro de cada cuenca oceánica. Sin embargo, el 99% del plástico recogido entonces en las grandes acumulaciones oceánicas fueron fragmentos menores de 2 cm.

«Nos quedó una pregunta ¿dónde estaban las botellas, bolsas, y todos esos grandes objetos que entran al mar?», apunta Cózar. Así que en esta ocasión el equipo ha buscado la basura marina de gran tamaño (más de 2 cm) y la ha hallado fundamentalmente en zonas costeras.

«Las concentraciones de macrobasura en litorales y fondos costeros son del orden de 10,000 veces superiores a las concentraciones en los fondos profundos y 100,000 más que en aguas oceánicas», concluye. Los microplásticos, en contraste, pueden más fácilmente vencer al oleaje, ser liberados en mar abierto y entrar así en los circuitos de transporte de las corrientes oceánicas.

Fuente: AMADO HERRERO / EL MUNDO,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2021/06/10/60c1bba8fdddffd69c8b4586.html,



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