Los ecosistemas montañosos (en España el 40% del territorio) constituyen el enlace imprescindible entre ecología y economía por la cantidad y calidad de su diversidad biológica y el valor añadido y exclusividad que aportan sus servicios y sus productos. Son, con esos argumentos, la pieza clave de la red Natura 2000. 

Uno de los aforismos más extendidos en el ámbito medioambiental ("Sin ecología no hay economía") cobra pleno sentido gracias a ellos, porque las montañas aprovisionan bienes y servicios esenciales para la vida, reservan agua, modulan el clima y son el soporte fundamental de numerosas actividades energéticas, agrarias, ganaderas, forestales, o turísticas.

Con la intención de promocionar los productos de montaña se celebra hoy el Día Internacional de las Montañas, una fecha institucionalizada por Naciones Unidas en el año 2003 para tratar de concienciar sobre la importancia de esos ecosistemas para la vida y sobre las oportunidades de desarrollo que pueden existir en ellos.

En España, las zonas de montaña ocupan el cuarenta por ciento del territorio y suponen más de la mitad de la superficie incluida en la red ecológica Natura 2000, el principal instrumento para la conservación de la biodiversidad y con el que la UE pretende asegurar la supervivencia a largo plazo de los hábitats y las especies más valiosos.

Algo más que santuarios de la naturaleza

Y a diferencia de otras figuras de protección (como los Parques Nacionales o Naturales) que sí están concebidas como santuarios de la naturaleza, la característica principal de los espacios de la red Natura 2000 es que la protección del entorno y de los recursos naturales tiene que ser compatible con la actividad humana y el desarrollo económico.

La directora de la Fundación Biodiversidad -dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente-, Sonia Castañeda, ha subrayado en ese sentido que la red Natura 2000 es el aliado "estratégico" de las zonas de montaña para conseguir asegurar su conservación pero también para favorecer el desarrollo económico y social de sus pobladores.

En declaraciones a EFE, Sonia Castañeda ha subrayado que se trata de zonas "importantísimas" para todo el territorio; "Es donde nacen los ríos, son fuentes de vida, con un alto valor natural por su biodiversidad y por sus paisajes, y son también fuentes de bienestar para toda la sociedad por los servicios ecológicos que ofrecen".

Pero también ha alertado de la vulnerabilidad y de la fragilidad de estos ecosistemas y de la importancia de hacer un uso sostenible de todos sus recursos y sus servicios para que continúen siendo el "mosaico ecológico y funcional" que han sido durante siglos.

En España, ha precisado la directora de la Fundación, las zonas de montaña cuentan con un potente respaldo normativo y legislativo, ya que además de ser una de las piezas más importantes de la red Natura 2000, están catalogadas como "espacios naturales de especial relevancia" en la Ley de Patrimonio Natural y de la Biodiversidad.

 Espacios con enormes potencialidades 

Castañeda ha destacado los servicios ambientales y la importancia de estos espacios para numerosas actividades tradicionales, pero también sus potencialidades (deportivas, de ocio o turísticas) y la necesidad de fomentar nuevas fórmulas para que los pobladores de las zonas de montaña puedan diversificar sus medios de vida.

A su juicio, es importante además favorecer esa diversificación de la economía en las zonas de montaña para evitar su despoblamiento y el consiguiente deterioro de la calidad ecológica y de los servicios que prestan esos ecosistemas.

Ése es también el objetivo principal de la celebración este año del Día Internacional de las Montañas, y Naciones Unidas ha insistido en que la globalización ofrece nuevas oportunidades para que los productores de montaña puedan comercializar productos asociados normalmente a elevados estándares de calidad.

 La ONU ha puesto el acento en esos nuevos "productos" que pueden ofrecer las zonas de montaña, en el patrimonio cultural y natural que atesoran, y en que el turismo puede llegar a ser, si se gestiona de una manera sostenible, una oportunidad para potenciar el desarrollo en las regiones montañosas.

 Pero sobre todo las administraciones han incidido en que las comunidades de montaña han sido durante siglos garantes de la conservación de la biodiversidad y de que esos ecosistemas sigan proveyendo bienes y servicios esenciales para la vida. EFE



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