Cuando se diseña una estrategia de gestión forestal, suelen formularse recomendaciones relativas a la duración de las rotaciones, los años de aclareo y la intensidad de éste. Ahora un nuevo estudio financiado con fondos europeos y realizado por investigadores finlandeses señala que estos métodos podrían no ser ya los más efectivos ante la incertidumbre en las tasas de crecimiento y las condiciones económicas.

El estudio fue posible gracias al apoyo del proyecto MOTIVE (“Modelos para una gestión forestal adaptable”), al que se otorgó una financiación de casi 7 millones de euros en virtud del tema de “Medio ambiente” del Séptimo Programa Marco (7PM) de la UE.

Los autores efectuaron cálculos conforme a “métodos de optimización” para gestionar un rodal mixto de pino silvestre o albar, abeto rojo y abedul de una región forestal boreal. Un rodal mixto es un terreno silvícola en el que ninguna especie representa más del 80% de la cubierta arbórea.

El equipo describe un método de optimización anticipatorio que contempla años de tala fijos, zonas de tala basales o diámetros de tala y, por otro lado, un método de optimización adaptable que se compone de reglas sobre cómo reaccionar ante el verdadero estado de la naturaleza. Ambos métodos conducen a la misma estrategia de gestión cuando el crecimiento y todos los demás factores relevantes son deterministas, pero conllevan diferencias cuando se producen variaciones en el crecimiento o el precio.

Los resultados indican que un eventual incremento de la tasa de crecimiento de los árboles ante un cambio climático no repercute en gran medida en una gestión óptima si el precio de la madera se mantiene constante. Sin embargo, cuando sí varían los precios de la madera, suele resultar beneficioso retrasar las cortas a hecho, con independencia de si se da o no determinada tendencia en el crecimiento de los árboles a causa del clima. También resulta beneficioso repartir de forma homogénea los ingresos entre distintas actividades de tala cuando aumentan el riesgo y la aversión a éste. Los rodales mixtos ofrecen más alternativas en cuanto a la adaptación de la gestión, puesto que la preferencia por unas especies silvícolas u otras se puede modificar en el tiempo en función de su crecimiento y de los precios de las distintas variedades.

“El estudio mostró lo que ya saben los productores silvícolas más sagaces. Cuando se desconocen los usos y los precios futuros de la madera en rollo, conviene que el productor cuente en todo momento en sus terrenos con distintas especies de árbol y variedades de madera. Resulta arriesgado cultivar solamente pícea en rodales de la misma edad, por ejemplo. Esperamos que nuestro estudio promueva la diversificación de la gestión silvícola y de las estructuras forestales”, declaró Timo Pukkala.

La publicación de este estudio coincide con la de otro, también respaldado por MOTIVE, en el que se advierte de que los bosques suecos no se han recuperado del todo de una tormenta que causó estragos en el país en 2005.

Esta tormenta, denominada Gudrun, provocó daños en los bosques suecos valorados en 2.400 millones de euros. Este segundo estudio, firmado por Rupert Seidl y Kristina Blennow de la Universidad de Ciencias Agrónomas de Alnarp (Suecia), destaca que, aparte de los daños más visibles, como árboles desarraigados y con fustes partidos, también se observan importantes efectos a más largo plazo en el crecimiento de los árboles que sobrevivieron a la tormenta y también en su productividad y asignación a distintos usos.

El estudio subraya que la tasa de crecimiento se ha reducido de forma considerable y generalizada. Concretamente, en las regiones más perjudicadas, la disminución en el crecimiento de los bosques de abeto rojo por causa del viento fue superior al 10%. Dicha disminución en el crecimiento por la acción del viento equivalió a tres millones de metros cúbicos en los tres años posteriores a Gudrun, una cifra superior a la media anual a largo plazo relativa a daños causados por tormentas en forma de árboles desarraigados y con fustes partidos en Suecia.

La conclusión que los autores desean recalcar es que el impacto de los vientos fuertes en los ecosistemas forestales no se limita a los daños estructurales apreciables a primera vista. Por ello solicitan una reflexión más profunda sobre los efectos dañinos en la estructura y funcionamiento del ecosistema por parte de quienes se dedican a la gestión forestal y la mitigación del cambio climático.



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