No hay cura conocida una vez que los olivos han sido infectados, la erradicación es posible, pero muy difícil y sólo en condiciones muy concretas y por tanto, las medidas de control, a veces extremas, son «cruciales».

La Xylella fastidiosa, la bacteria que causa una enfermedad desoladora en olivos y almendros, es una pesadilla desde hace años para los agricultores mediterráneos. No es peligrosa para los seres humanos o los animales, pero asola en el campo.

Definida a veces como el ‘Ébola del olivo’ ha generado, especialmente en Italia, un debate complicado y duro, en los límites de la ciencia y la política tras infectar un millón de olivos.

Para evitar el contagio, las medidas de control exigen no sólo la identificación inmediata y el establecimiento de amplias zonas de contención, sino a veces la tala de árboles emblemáticos y claves para el paisaje y la cultura de determinadas zonas. Muchos árboles.

Agricultores y algunos partidos políticos se resisten, consideran exagerado el remedio, y creen que acciones menos agresivas pueden ser suficientes.

Recientemente, un senador italiano de Cinque Stelle llegó a abogar en público por desoír a los expertos y lavar los árboles con agua y jabón. La EFSA, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, ve las cosas de otro modo, y así lo ha explicado hoy en dos opiniones científicas al respecto.

Medidas de control fitosanitarias

Tras recopilar el conocimiento acumulado desde 2015, y gracias a «modelos robustos y flexibles», en palabras de Stephen Parnell, responsable del grupo de trabajo de la Xylella, las simulaciones por ordenador muestran «la efectividad de la correcta y oportuna aplicación de medidas de control fitosanitarias, desde la eliminación de plantas en áreas infectadas hasta un control eficiente de los vectores para limitar la expansión e incluso lograr la erradicación de los brotes», dice la Efsa.

Que sin cura conocida este tipo de medidas preventivas o de contención sean básicas parece algo evidente, pero el debate es muy caliente y las recetas están encontrando cierta resistencia. Por eso la agencia europea reitera la necesidad de actuar con celeridad y contundencia.

«La erradicación local de la Xylella fastidiosa, por ejemplo en huertos, es posible, siempre que exista una vigilancia intensa que haga posible una detección temprana y que se implementen rápidamente las medidas de control efectivas», en un plazo muy limitado, como «por ejemplo, dentro de los primeros 30 días», se lee.

El trabajo de los expertos «demuestra la importancia de controlar a los insectos que sabemos que transmiten el patógeno en Europa, como el Philaenus spumarius, y minimizar el tiempo de reacción entre la detección y la implementación de medidas como erradicar las plantas infectadas y establecer áreas demarcadas», dice el documento.

Evaluación

La evaluación «confirma que todavía no hay una forma conocida de eliminar la bacteria de una planta enferma«, no al menos en campo abierto.

«La efectividad de las medidas de control químico y biológico ha sido evaluada en experimentos recientes. Los resultados muestran que pueden reducir temporalmente la gravedad de la enfermedad en algunas situaciones, pero no hay evidencia de que puedan eliminar la X. fastidiosa en condiciones de campo durante un largo período de tiempo», por desgracia.

La opinión de los científicos, sintetizada por la agencia europea con sede en Parma, advierte igualmente de que «reducir las zonas de contención o tampón (buffer), tanto en los escenarios en los que la diseminación de Xylella fastidiosaestá tratando de contenerse o cuando el esfuerzo se pone en erradicar las bacterias, aumenta dramáticamente la probabilidad de expansión del área infectada».

Igualmente, «las simulaciones también muestran que la mayor parte del territorio de la UE es potencialmente adecuado para el establecimiento de Xylella fastidiosa, aunque el sur de Europa está en mayor riesgo», como se ha visto estos años.

La llegada a Europa

La Xylella se detectó por primera vez en Europa en 2013 con un brote en la región italiana de Apulia. Las sospechas están en plantas de café provenientes de América, pero los expertos no están del todo seguros. Lo que sí saben es que se mueve rápido.

Desde entonces hay casos identificadas por toda Italia, en Francia, Portugal o España, sobre todo en las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana, pero con algún caso incluso en Madrid.

En junio de 2017, un brote fue descubierto en Alicante, y desde entonces el área afectada se ha multiplicado, llegando en marzo de este año a una superficie de 134.000 hectáreas.

En 2015 la Comisión Europea publicó una decisión recogiendo las medidas más apropiadas para evitar la introducción y propagación dentro de la Unión de la bacteria, y la hoja de ruta se va actualizando según la comunidad científica aporta conocimiento adicional y evalúa en detalle la situación de los brotes.

La Decisión de Bruselas obliga a los Estados Miembros a realizar prospecciones y, si hiciera falta, a llegar a la erradicación. El paquete, según explica el Ministerio de Agricultura, consiste en delimitar inmediatamente «el área demarcada que consiste en una zona infectada (de 100 metros de radio) y una zona tampón» (buffer zone).

En segundo lugar, «realizar prospecciones sobre los vegetales especificados, eliminar todo el material vegetal hospedante a cada subespecie de la bacteria y aplicar tratamientos fitosanitarios en la zona infectada».

Fuente: PABLO R. SUANZES / EL MUNDO,

Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2019/05/17/5cdd9a9dfc6c836e0d8b4594.html,



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