Finlandia pasa del papel a la bioenergía

Finlandia es un país pobre en recursos clásicos. No cuenta, como Noruega, con reservas de petróleo. Pero sí tiene algo que le diferencia del resto, y le intenta sacar partido: esos bosques. La mitad de las exportaciones del país están relacionadas con las tecnologías limpias y la bioeconomía. Y el sector forestal -que acumula el 21,6% de todas las exportaciones finesas- es esencial.

Y el Gobierno quiere que lo siga siendo en el futuro. Por eso, el sector forestal forma parte de su hoja de ruta de economía circular, un concepto en el que se engloban las estrategias para reducir el consumo de materias primas y recursos con la reutilización y el reciclaje. Básicamente, se trata de exprimir al máximo los recursos para hacer más sostenible el crecimiento económico. Finlandia acogió la semana pasada el Foro Mundial de Economía Circular, en el que han participado 1.500 especialistas. El Gobierno finés invitó a varios periódicos internacionales, entre ellos EL PAÍS, para conocer algunas experiencias de economía circular.

A menos de una hora en coche de Nuuksio está la capital, Helsinki. Un reguero de grandes edificios acristalados salpica la ciudad. Esas oficinas ahora vacías eran a principios de este siglo el símbolo del éxito de la multinacional finesa Nokia, que llegó a dominar el mercado mundial de móviles. Pero la empresa perdió el tren de los teléfonos inteligentes y se acabó hundiendo. Finlandia volvía a entrar en una crisis, de la que intenta escapar por el camino de la economía circular.

Pero, como le ocurrió en su día a la telefonía, el forestal también es un sector que está en plena transformación. Solo hay que ver las cifras de Finlandia en exportaciones de papel para impresión y escritura. En menos de una década -entre 2007 y 2016-, han caído más de un 40%.

Otsamo, del servicio estatal de bosques, admite ese descenso en la producción de papel. Pero señala que otras áreas están creciendo, como la pasta de celulosa (para envases, por ejemplo) o las relacionadas con la bioenergía. Las actividades forestales le suponen al año a esta empresa estatal unos 100 millones de euros de beneficios. Y uno de sus principales clientes es el gigante UPM.

La multinacional finlandesa -19.300 trabajadores en 45 países y una facturación anual de 9.800 millones- también se está transformando. “Tenemos ya en marcha la transición”, apunta Sami Lundgren, vicepresidente y encargado de medio ambiente de UPM, desde la sede en Helsinki de la compañía. En 2008 el 80% del negocio de esta multinacional era el papel. En 2016 las ventas de papel ya solo representaban el 45%. En sus principales mercados -Europa y Norteamérica-, el descenso medio de ventas de papel es del 4% anual.



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