Las turbinas eólicas son una fuente de energía renovable limpia, pero algunas personas que viven cerca describen el parpadeo de las sombras, los sonidos audibles y los niveles de presión acústica sub-audible como «molestos» y dicen que estas molestias tienen un impacto negativo en su calidad de vida.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Toronto, en Canadá, y Ramboll, una compañía de ingeniería que financia el trabajo, se dispusieron a investigar cómo la distancia del hogar de los aerogeneradores, dentro de un rango de 600 metros (1.968,5 pies) a 10 kilómetros (6,2 millas) afecta la salud de las personas, informa Europa Press.

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Turbinas eólicas

Estos expertos volvieron a analizar los datos recopilados para el «Estudio de ruido y salud de la comunidad» realizado entre mayo y septiembre de 2013 por Statistics Canada, la oficina nacional de estadística. El equipo informa de su nuevo análisis en un artículo publicado en Journal of the Acoustical Society of America.

«El Estudio de Ruido y Salud de la Comunidad generó datos útiles para estudiar la relación entre la exposición a las turbinas eólicas y la salud humana, incluidas las molestias y los trastornos del sueño -explica la autora del artículo, Rebecca Barry-. Sus resultados originales examinaron el ruido modelado de la turbina eólica basado en una variedad de factores: fuente de potencia de sonido, distancia, topografía y meteorología, entre otros».

La nueva evaluación del equipo confirmó los hallazgos iniciales de Statistics Canada. «Los encuestados que viven en áreas con niveles más altos de valores de sonido modelados (40 a 46 decibelios) informaron de más molestias que los entrevistados en áreas con niveles más bajos de valores de sonido modelados (<25 dB)», subraya Barry. Como era de esperar, los participantes en la encuesta que viven más cerca de las turbinas «tenían más probabilidades de informar que estaban molestos que los que viven más lejos».

Estudio anterior

El estudio anterior de Statistics Canada no encontró un vínculo directo entre la distancia de los residentes de las turbinas eólicas y las alteraciones del sueño (medida por las evaluaciones del sueño y el índice de calidad del sueño de Pittsburgh, en Estados Unidos), la presión arterial o el estrés (ya sea mediante la información de los participantes o medido a través del cortisol del cabello).

Sin embargo, la evaluación más reciente mostró que los encuestados que vivían más cerca de las turbinas eólicas informaron de calificaciones más bajas para su calidad de vida ambiental. Barry y los coautores señalan que su estudio transversal no puede distinguir si estos encuestados no estaban satisfechos antes de que se instalaran las turbinas eólicas.

«Las turbinas eólicas podrían haber sido ubicadas en lugares donde los residentes ya estaban preocupados por su calidad de vida ambiental -señala Sandra Sulsky, investigadora de Ramboll-. Además, como en el caso de todas las encuestas, los encuestados que eligen participar pueden tener puntos de vista o experiencias que difieren de los que optan por no participar. Los entrevistados pueden haber participado precisamente para expresar su insatisfacción, mientras que los que no participaron pudieron no tener preocupaciones sobre las turbinas».

El estudio más reciente del equipo no halló pruebas explícitas de que la exposición a las turbinas eólicas realmente afecte a la salud humana, pero en el futuro, «medir las percepciones y preocupaciones de la población antes y después de la instalación de la turbina puede ayudar a aclarar qué efectos puede tener la exposición a las turbinas de viento en la calidad de vida», dice Sulsky.

Fuente: El Médico Interactivo,



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