El biochar es carbón vegetal que se obtiene de restos vegetales y residuos de biomasa. A diferencia del carbón vegetal clásico es empleado como combustible, el biochar- o biocarbón – no se utiliza como tal, no se quema, sino que se aplica al suelo para mejorar sus propiedades. Los expertos saben, por ejemplo, que los suelos donde se ha aplicado el biocarbón en combinación con fertilizantes la producción vegetal incrementa y estimula la actividad microbiana. Asimismo, el biochar ayuda a regular el pH de los suelos muy ácidos y mejora sus propiedades físicas y químicas.

Además de las propiedades fertilizantes, el biochar contribuye al secuestro de carbono de la atmósfera y lo almacena en el suelo en formas químicas que son muy estables durante mucho tiempo.

Según algunos estudios, un suelo abonado con biocarbón es capaz de retener hasta un 12% más de carbono que una normal y también de absorber otros gases de efecto invernadero como el metano y el óxido nitroso.

Otro aspecto positivo a tener en cuenta es la estabilidad del biochar en el suelo. Si bien es difícil predecir cuál será su comportamiento a largo plazo, los experimentos que se han realizado en condiciones de laboratorio indican que puede perdurar entre cientos y miles de años, ya que es sólo una pequeña fracción de éste la que se degrada en un período corto de tiempo.

Luces y sombras del biochar

Aún así, y a pesar de sus ventajas, la utilización del biochar es una práctica todavía minoritaria. Este carbón vegetal tambien está sometido a críticas, principalmente referidas a la sostenibilidad de su proceso de producción. El motivo es que pueden surgir conflictos si las tierras que se utilizan para producir alimentos se destinaran a producir biomasa para hacer biochar. Un problema similar a lo que ocurre con la producción del biodiesel.

Por ello, desde el International Biochar Initiative proponen una serie de buenas prácticas a considerar a la hora de seleccionar las materias primas más adecuadas para producir el biochar:

  • Cualquier tipo de biomasa no es válida para obtener biochar.
  • Es muy importante tener en mente que el biochar se puede obtener a partir de residuos agrícolas, forestales y, incluso, residuos urbanos. De esta manera, se fomentaría su reciclaje. Algunos residuos que no podrían ser aplicados en los cultivos por su toxicidad en el suelo, sí podrían pasar por el proceso de pirólisis – como tratamiento de saneamiento – y ser aprovechados para la obtención de biochar.
  • En caso de tratarse de residuos agrícolas o forestales, no se ha de destinar la totalidad de esta biomasa en la obtención de biochar, es imprescindible dejar una parte disponible para el reciclaje de nutrientes en el suelo.
  • Es necesario no promover el cambio de usos del suelo para producir biochar. El secuestro de carbono por parte del biochar y, en consecuencia, la mitigación del cambio climático no compensaría, por ejemplo, la destrucción de un bosque para obtener biocarbón.

El CREAF es un centro pionero en la investigación en biochar

Dentro del CREAF, el Grupo de Protección y Restauración de Suelos (PROTECSOL) que lidera Josep Maria Alcañiz, está investigando los beneficios de la aplicación de biochar en viñedos y cultivos de cereales. En uno de los trabajos, realizado en Tarragona, estudiaron si la aplicación del biochar – obtenido a partir de astillas de pino -en un viñedo tiene algún efecto en la absorción de nutrientes y la producción y calidad de la uva.

Los resultados de este estudio constatan que el biochar mejora la absorción de nutrientes en las viñas. Además, contribuye a secuestrar carbono, pero serían necesarios más estudios para comprobar si también repercute en la producción y la calidad de la uva.



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