Una investigación sobre el uso del fuego como herramienta de gestión forestal apunta la efectividad de las controvertidas quemas prescritas a largo plazo sin comprometer la salud de los bosques. El análisis de esta práctica puede ayudar a los gestores forestales en la toma de decisiones.

Quema prescrita realizada en el Solsonès, proyecto ForBurn, junio 2013 7 CTFC

Investigadores del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC) han estudiado la respuesta de los bosques después de una quema prescrita para mejorar la técnica y reducir los impactos negativos derivados de ella.  El estudio apunta que las quemas prescritas reducen el combustible del sotobosque sin afectar sustancialmente el crecimiento de determinadas especies de pinos.

Una quema prescrita consiste en aplicar fuego al sotobosque de manera planificada bajo unas condiciones meteorológicas concretas para conseguir un objetivo de gestión. A pesar de ser una práctica no exenta de controversia, las quemas prescritas son una herramienta más para controlar la acumulación de combustible en el sotobosque causada por el abandono de las actividades agrarias y forestales y reducir la intensidad del posible incendio.

Los estudios se han basado en especies importantes, no solo a nivel ecológico sino también económico, ya que representan el 60% de la madera total comercializada en Cataluña.

Los resultados muestran que el efecto del fuego depende de la especie, el tamaño del árbol y las características del fuego

El pino blanco, el pino laricio o el pino rojo son especies comunes en los bosques catalanes y europeos y son el objeto de estudio de Teresa Valor, investigadora predoctoral del grupo CEMFOR del CTFC. Dado que la vitalidad de los arboles después de la quema es un aspecto clave a tener en cuenta, Valor y su equipo han estudiado cómo los fuegos prescritos afectan al crecimiento de estos árboles según su tolerancia al fuego o las características y rendimiento del árbol antes de la quema.

Los resultados muestran que el efecto del fuego depende de la especie, el tamaño del árbol y las características del fuego y, además, va variando con el tiempo. “Después de una quema podemos observar árboles con copas parcialmente quemadas y detectar una disminución del crecimiento respecto a cómo deberían de crecer sin la aplicación del fuego. No obstante, con el paso del tiempo, estos árboles se recuperan, y en determinadas especies observamos un aumento del crecimiento seguramente debido a que el fuego ha reducido la competencia por los recursos (agua, luz y nutrientes)”, explica Valor, advirtiendo que “el crecimiento después del fuego es un fenómeno complejo que depende de múltiples factores”.

La información proporciona un marco para establecer recomendaciones en quemas prescritas a nivel de especies, ya sea regulando la intensidad del fuego aplicado o la frecuencia entre quemas requerida, sin que eso suponga alterar la vitalidad de los árboles.

A largo plazo, el efecto de la quema prescrita sigue siendo evidente

A la hora de planificar la quema como herramienta eficaz desde un punto de vista económico y para la prevención de incendios, también resulta clave saber qué sucede a largo plazo. En este aspecto se ha dirigido la investigación liderada por Pere Casals, también investigador del CEMFOR-CTFC, que demuestra que al cabo de 8 o 9 años, la reducción del sotobosque continúa siendo evidente.

La disponibilidad de luz parece ser un factor clave en las quemas sobre el sotobosque

La disponibilidad de luz parece ser un factor clave en las quemas sobre el sotobosque, ya que la recuperación del sotobosque después de las quemas parece ser más lenta en bosques densos, donde la copa está cerrada. Por tanto, Casals y su equipo sugieren que para prolongar la efectividad de la quema como herramienta para la reducción del combustible es necesario minimizar la afección a las copas.

Finalmente, recuerda que el efecto sobre el combustible solo incide en uno de los factores clave que determinan la virulencia de un incendio y que esta reducción no tiene ninguna repercusión “en caso de condiciones extremas, cuando el comportamiento del fuego se rige más por la meteorología que por la cantidad de combustible”.

El conjunto de estos estudios, publicado en la revista Forest Ecology and Management, evidencia el potencial de las quemas prescritas como herramienta preventiva de incendios, de especial interés para Cataluña dónde, como en toda la vertiente mediterránea, existe un elevado riesgo de incendios forestales



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