El informe, que incluye a la UE-27 (excepto Chipre), además de Noruega y Suiza, estima que estos países podrían lograr ahorros de gases de efecto invernadero equivalentes a 78 millones de toneladas de CO2 para el año 2020, (el 1,53% de las emisiones europeas en 2008).

El ciudadano promedio de la UE generaba una media de 468 kg de residuos sólidos urbanos en 1995, cifra que aumentó a 524 kg en 2008  y que podía podría aumentar a 558 kg por persona en 2020. La realidad actual es que el volumen de residuos sigue aumentando en toda la Unión, a la vez que crece su población y su nivel de desarrollo económico. De hecho, la Comisión Europea adoptaba una Comunicación el pasado mes de enero sobre “Uso eficiente de los recursos naturales” ("A resource-efficient Europe – Flagship initiative under the Europe 2020 Strategy") según la cual se espera que en el año 2050 la población mundial haya aumentado en torno al 30% y, de forma muy significativa, en los países en desarrollo, lo que implica una presión añadida sobre los recursos naturales disponibles.

El estudio contempla tres escenarios posibles, en los que se ponen de manifiesto los potenciales ahorros en 2020 según las políticas medioambientales que se apliquen y, muy especialmente, si cumplen con la Directiva sobre vertederos de la UE.
En el escenario actual, las emisiones netas de gases de efecto invernadero a partir de la gestión de residuos municipales se reducirían el equivalente a 44 millones de toneladas de CO2 respecto a 2008. Los dos principales factores responsables de esta mejora se lograrían reduciendo las emisiones de metano de los vertederos gracias al reciclaje.

Si todos los países cumplen plenamente los objetivos de la Directiva relativa al vertido de residuos, se podrían llegar a ahorrar lo que equivaldría a 62 millones de toneladas de CO2, (1,23% de sus emisiones totales de GEI en 2008). La prohibición total de los vertederos podría reducir aún más las emisiones: 78 millones de toneladas de CO2 en comparación con 2008.

Entre las mejores prácticas llevadas a cabo por sectores industriales en el ámbito de la eficiencia de los recursos, la Comisión Europea ha destacado en la Comunicación a la que nos referíamos antes, el co-procesado de residuos en la industria europea del cemento y el uso de residuos como combustible en las cementeras como un ejemplo concreto del potencial de los residuos al que se refiere la Agencia Europea del Medio Ambiente.

África y Asia, cementerios de los residuos tecnológicos
 
“La Unión Europea genera unos 8 millones de toneladas de residuos tecnológicos cada año, y algunas agencias medioambientales y ONGs calculan que cerca del 75 por ciento se envía a África y Asia”. Así lo destacó hoy Juan Carlos Hernández, profesor de Derecho Administrativo de la Universidad de Navarra y director del curso “Exportando contaminación: las basuras transnacionales. Problemas y soluciones”, que se celebra en Civivox Condestable.

Asimismo, indicó que diversos informes estiman que la generación mundial de residuos electrónicos alcanza los 50 millones de toneladas cada año, “de los cuales apenas se recicla un 10 por ciento”.

Según este experto, “la normativa comunitaria exige que los residuos se gestionen en las instalaciones adecuadas más próximas. Sin embargo, se permite el envío de aparatos electrónicos de segunda mano a países en vías de desarrollo. Además, parte de la e-basura se etiqueta como ayuda al desarrollo, lo que compromete la labor que ONGs y empresas socialmente responsables desarrollan”.

En su opinión, es necesario adoptar medidas, como mejorar la inspección y supervisión en las aduanas y puertos, así como exigir a las empresas que vigilen que sus residuos sean adecuadamente gestionados. Sin embargo, las soluciones a largo plazo exigen replantear el modelo de consumo de aparatos electrónicos, incentivando un uso responsable e informando a la sociedad sobre los problemas que plantea la basura tecnológica”.    



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