En México hace falta información confiable sobre el desempeño sustentable de las edificaciones, aseveró el maestro José Luis Gutiérrez Brezmes, académico del Departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana.

Sin embargo, la aplicación de la Norma Mexicana de Edificación Sustentable (elaborada por la Ibero y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, y que entró en vigor desde noviembre de 2013), permitirá acopiar información para crear bases de datos útiles para monitorear el desempeño de las edificaciones, modificar a la propia norma o servir como referente para futuras normas específicas.

Pero como cualquier norma nueva, la Mexicana de Edificación Sustentable “requiere socializarse” para que más gente la conozca y se interese en los beneficios que ofrece, sobre todo al considerar que es de carácter voluntario, no obligatorio, explicó el arquitecto.

En ese sentido, y con el objetivo de difundir y ayudar a que se aplique tal norma, el maestro impartirá en la Ibero un curso breve de actualización sobre ella, en el cual dará a conocer su estructura y virtudes principales, que establece criterios y requerimientos ambientales en las construcciones en todo el territorio nacional.

La norma “es un traje a la medida para nuestras condiciones en México”, pues aunque existen muchos sistemas internacionales de acreditación de la sustentabilidad en los edificios faltaba este referente nacional, cuya particularidad es tener tres dimensiones: una sustentable (referente al agua y la energía), una social (vinculada a cuestiones como la accesibilidad) y una didáctica (relativa al acopio de información ya mencionado), dijo Gutiérrez.

Respecto al apartado de medio ambiente, la Norma Mexicana de Edificación Sustentable cuenta con todo un capitulado de consideraciones sobre el suelo, es decir, dónde construir y dónde no. En materia energética habla de cuestiones sobre ahorro del consumo de electricidad, y la utilización y producción de energía limpia de las mismas edificaciones.

Sobre el manejo del agua sugiere utilizarla de forma más racional y limpiarla para reusarla. En cuanto a materiales, pugna por que estos sean sustentables, desde su producción hasta que termine la vida útil de la edificación, y especificar si el material terminará como desperdicio o si será reutilizable y reciclable.

La operación de la norma y su aplicación por arquitectos, ingenieros civiles y profesionistas de la industria de la construcción permitirá corregirla y perfeccionarla en el mediano y largo plazo, y quizá dar inicio a un proceso entre la sociedad y las autoridades legislativas que pudiera convertirla en una norma oficial mexicana (NOM), que como tal sería obligatoria.



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