Venus es uno de los cuatro planetas rocosos del Sistema Solar. Es similar en tamaño a la Tierra, no obstante, distinto en casi cualquier otra forma que te puedas imaginar. De hecho, el modo tan diferente en que ambos»planetas hermanos» han evolucionado ha sido cuestión candente en el debate científico durante décadas.

En el año 1962 la sonda Mariner 2 de la NASA se convertiría en la primera misión espacial en acercarse al planeta y sobrevivir para transmitir los primeros datos del enigmático Venus. Sin embargo 6 décadas y casi 50 misiones después, Venus sigue albergando innumerables misterios para nuestro entendimiento.

La última misión de la NASA para estudiar la superficie del planeta, Magallanes, finalizó su cometido en el año 1994, y si bien recogió tentadoras pistas sobre la geología de Venus, aquella tecnología no pudo proporcionar certidumbre sobre el origen de muchas de las características de la superficie del planeta.

Las nuevas esperanzas de la NASA para volver a Venus están ahora depositadas en un proyecto pendiente de aprobación programado para el año 2026, y que espera volver al «Lucero del Alba» para buscar nuevas respuestas sobre su naturaleza.

La misión bautizada como VERITAS -acrónimo de Venus Emissivity, Radio Science, InSAR, Topography & Spectroscopy– buscaría profundizar en la comprensión de las dinámicas que dieron forma a Venus y podría brindar información sobre la evolución de la propia Tierra e incluso ayudarnos a comprender mejor los planetas rocosos que orbitan otras estrellas.

«Venus es un regalo cósmico accidental», declara Suzanne Smrekar, investigadora principal de VERITAS en el Laboratorio de Propulsión a Reacción -JPL- de la NASA. «Tenemos estos dos cuerpos planetarios, la Tierra y Venus, que comenzaron casi de la misma manera pero que han recorrido dos caminos evolutivos completamente diferentes, y no sabemos por qué».

Una ventana a la Tierra primitiva

En Tierra, la corteza rígida que envuelve nuestro planeta se fragmenta en un rompecabezas de placas tectónicas que yace sobre el manto terrestre.

La convección en el propio manto es la que ayuda a impulsar el movimiento de estas placas superficiales que a medida que se desplazan chocan, y en un proceso conocido como subducción sucumben unas debajo de otras mientras las rocas se derriten y la desgasificación volcánica libera a la atmósfera gases como vapor de agua, nitrógeno, dióxido de carbono y metano.

Venus, cuya corteza aún permanece cálida y sobre la cual aún fluyen corrientes de lava resulta una buena analogía de cuando la Tierra se encontraba en sus estadios más tempranos de formación. Aprender más sobre los procesos geológicos en Venus podría ofrecer una visión valiosa de cómo comenzaron estos procesos en la Tierra primitiva.

«El mayor misterio para mí es la extensión de las estructuras de deformación en Venus» explica Joann Stock, profesora de geología y geofísica en el Laboratorio de Sismología del Caltech, en Pasadena, refiriéndose a las áreas rocosas de la superficie del planeta que se han doblado bajo una inmensa presión geológica.

«Además estas deformaciones podrían estudiarse para comprender la naturaleza de la actividad tectónica del planeta», añade la también integrante del equipo de la misión VERITAS. «Por otro lado, la producción de mapas topográficos 3D de alta resolución VERITAS pondría el foco estructuras que anteriormente eran demasiado pequeñas para su estudio» añade Stock.

Estas estructuras podrían incluir una topografía elevada en ambos lados de las fallas de deslizamiento similar a la Falla de San Andrés: un indicador de actividad tectónica importante. VERITAS también buscaría fallas en la superficie activa utilizando algo llamado mapas de deformación interferométrica por primera vez más allá de la Tierra.

Venus – VERITAS

Además, VERITAS contemplaría también la investigación de unas vastas estructuras de deformación llamadas teselas. Estas características de meseta pueden ser análogas a los continentes de la Tierra.

Una teoría principal es que los continentes de la Tierra se formaron cuando la corteza oceánica rica en hierro se hundío y derritió en presencia de agua, produciendo enormes volúmenes de corteza continental nueva, menos rica en hierro, que se elevaba sobre el océano.

Para determinar si las mesetas teselares de Venus se formaron de manera similar a los continentes de la Tierra, VERITAS construiría los primeros mapas multiespectrales globales de la composición de la superficie de Venus. Si su composición se parece a la de la corteza continental, también obtendríamos información sobre el pasado más húmedo de Venus.

Venus, un mundo volcánico

En la Tierra, la tectónica de placas y el vulcanismo son dos procesos asociados pero, ¿qué hay de Venus?. Jennifer Whitten, miembro del equipo científico de VERITAS en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans explica que determinar si Venus está experimentando activamente actividad volcánica y comprender qué procesos estarían impulsando esta hipotética actividad es una de las preguntas realmente emocionantes que le encantaría responder.

Usando su espectrómetro, VERITAS determinaría qué rocas se formaron recientemente a partir del magma en erupción, antes de que las interacciones con la atmósfera hubieran tenido tiempo de cambiar su composición química. Además, el espectrómetro buscaría puntos calientes de erupciones activas, mientras que el instrumento de radar buscaría fallas activas indicadoras de actividad tectónica.

Al conocer los volcanes de Venus y los procesos geofísicos que los causan, los científicos también podrían medir su impacto en el clima del planeta y, tal vez, responder a otra pregunta clave: ¿Contiene todavía el interior del planeta grandes cantidades de agua como la Tierra?

Habitabilidad: la gran pregunta sin responder

La tectónica de placas y el vulcanismo no solo afectan al modo en que un planeta toma forma si no que están íntimamente ligados a la habitabilidad de un planeta. La tectónica de placas afecta enormemente al clima a largo plazo de la Tierra al influir en los procesos que mantienen la atmósfera en equilibrio.

Por ejemplo, el vulcanismo libera volátiles a la atmósfera y la subducción recicla estos hacia el interior. Además, la formación y erosión de los continentes de la Tierra tienen una gran influencia en la composición de los océanos y la atmósfera. Juntos, estos procesos proporcionan los nutrientes y un clima habitable para que la vida prospere.

Pero, ¿cuál es el delicado equilibrio geodinámico que hace que un planeta sea habitable? Teniendo en cuenta el descubrimiento de miles de exoplanetas que orbitan alrededor de estrellas distintas de nuestro Sol, la respuesta podría podría proporcionar nuevas pistas sobre la comprensión de las variables del proceso.

«Para desenvolver los misterios de Venus tenemos que mirar bajo el capó, en el interior de Venus: este es el motor de la evolución geológica y atmosférica global», declara Smrekar.

«¿Son Venus y la Tierra mundos únicos o las diferencias entre estos ‘gemelos’ son solo superficiales?« plantea el científico. Responder a esta pregunta es clave para comprender qué hace que otros planetas rocosos sean habitables y, en última instancia, pueda surgir la suerte de la vida.

Fuente: Héctor Rodríguez / National Geographic,

Artículo de referencia: https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/regreso-venus-veritas-nasa-2026_15728,



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