¿Tenemos pistas del clima que se avecina?

El Centro Nacional de Huracanes, que depende de la Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA), advirtió en mayo pasado de que la temporada de huracanes en el Atlántico -que comienza oficialmente el 1 de junio y termina el 30 de noviembre- iba a ser muy activa. Y lo cierto es que lo está siendo. En concreto, la NOAA preveía la formación de entre 11 y 17 tormentas, de las cuales entre 5 y 9 llegarían a huracanes, y entre 2 y 4 serían de categoría mayor, o sea de categoría igual o superior a 3.

Hasta el momento, llevamos 15 tormentas (al cierre de este número Ophelia acaba de formarse y se espera que se convierta en huracán), de las que 9 se han convertido en huracanes, y de los que cuatro han sido superiores a 3 en la escala Saffir-Simpson: María e Irma (categoría 5) y José y Harvey (categoría 4). Queda aún mes y medio para que concluya la temporada y ya se ha alcanzado la previsión más pesimista de la horquilla para los grandes huracanes. No se sabe si se superará, pues a mediados de octubre termina lo que el Centro Nacional de Huracanes llama "la temporada dentro de la temporada", un período de ocho semanas que suele ser el más activo y peligroso para la actividad de ciclones tropicales.

Así, según las estadísticas de la NOAA, desde mediados de agosto hasta mediados de octubre se producen el 78% de los días de tormenta tropical, el 87% de los huracanes de categoría 1 y 2 en la escala Saffir-Simpson y la friolera del 96% de los grandes huracanes (categorías 3, 4 y 5).

s el periodo en que se dan las condiciones más favorables para su formación e intensificación. Según apunta Jesús Montero, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), estas condiciones son: aguas cálidas (26-27ºC), humedad y vientos cálidos en superficie, que permitan la evaporación. "Estos sistemas se alimentan fundamentalmente de la evaporación de agua y de la condensación posterior, necesitan grandes cantidades de calor latente, que es de lo que se alimentan", insiste Montero.

¿Significa esto que en un mundo más caliente serán más frecuentes e intensos estos ciclones? Tras la devastación de Harvey, la NOAA apuntó a que las temperaturas el pasado agosto en el golfo de México estaban por encima del promedio, y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) reconoció en un comunicado que con el cambio climático estos eventos pueden ser más intensos y tener efectos más graves.

"El cambio climático significa que cuando tenemos un evento como Harvey, es probable que las cantidades de lluvia sean más altas de lo que hubieran sido de otra manera", explica Clare Nullis, portavoz de la OMM. Por su parte, Friederike Otto, de la Universidad de Oxford, apunta que "este es el tipo de fenómenos, hablando de precipitaciones extremas, que esperamos ver más frecuentemente en un clima más caliente". José Miguel Viñas, consultor de la OMM, matiza que "la señal del calentamiento global está presente hoy en día en todo lo que pueda acontecer, pero el factor temperatura es solo uno de los factores que intervienen" en la formación de ciclones.



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